Cambios en la dieta podrían ralentizar el crecimiento del cáncer de próstata

El estudio, dirigido por William Aronson, incluyó a 100 hombres con cáncer de próstata de bajo riesgo. Los participantes fueron asignados a seguir una dieta específica o continuar con su alimentación habitual durante un año. Aquellos que adoptaron la dieta diseñada por los investigadores, junto con suplementos de omega-3, mostraron una disminución del 15% en el índice Ki-67, un biomarcador clave del crecimiento celular canceroso. En contraste, el grupo de control experimentó un aumento del 24% en este índice.

«Este es un paso importante para entender cómo la dieta puede influir en los resultados del cáncer de próstata» -explica Aronson. «Nuestros hallazgos sugieren que algo tan simple como ajustar la dieta podría retrasar el progreso del cáncer y posponer la necesidad de tratamientos más agresivos».

La vigilancia activa, una estrategia de monitorización regular sin intervención inmediata, es elegida por muchos hombres con cáncer de próstata de bajo riesgo para evitar los efectos secundarios de la cirugía o la radioterapia. Sin embargo, hasta el 50% de estos pacientes terminan necesitando tratamiento en los primeros cinco años. Este estudio ofrece una opción potencialmente eficaz para prolongar el periodo sin intervenciones agresivas, algo muy valorado por los pacientes.

El grupo de intervención recibió asesoramiento dietético personalizado para equilibrar las grasas omega-6 y omega-3 en su dieta. Esto incluyó reemplazar alimentos procesados y altos en grasas por opciones más saludables, como el uso de aceite de oliva en lugar de mayonesa o la reducción de alimentos fritos. Además, se suplementó con cápsulas de aceite de pescado.

A pesar de los resultados alentadores, no se observaron diferencias en otros marcadores, como el grado de Gleason. Los investigadores recalcan la necesidad de realizar estudios a mayor escala para confirmar los beneficios a largo plazo y establecer pautas dietéticas definitivas para pacientes con cáncer de próstata.

Este hallazgo abre una nueva vía para explorar cómo la nutrición puede influir en la progresión del cáncer y mejorar la calidad de vida de los pacientes.