Pedro Sánchez cree que la oposición se está precipitando a la hora de interpretar el pésimo resultado del PSOE en las elecciones gallegas como un indicio del cambio de ciclo político y un avance de que la legislatura será corta. Poco después de su primer cara a cara con Alberto Núñez Feijóo tras las gallegas, Sánchez se ha mostrado muy tranquilo en una conversación informal en el avión oficial con los periodistas que le acompañan en el viaje a Marruecos. El presidente bromea con la idea de que la oposición lleva seis años, desde que está en La Moncloa, pidiendo elecciones anticipadas y diciendo que su ciclo se ha acabado, pero él sigue en la presidencia del Gobierno y ha logrado aprobar tres Presupuestos, 200 leyes y tres investiduras, una con una moción de censura y dos después de las elecciones.
El líder del PSOE cree que lo ocurrido de Galicia evidencia un problema interno de su partido, que necesita consolidar liderazgos regionales —en el caso gallego el candidato había sido nombrado hace solo cuatro meses después de muchos vaivenes internos— pero no un rechazo a la línea del Gobierno de pactos con nacionalistas e independentistas, que no va a cambiar. Cuando se le pregunta si cree que es eso, los acuerdos con independentistas, lo que está desgastando al Ejecutivo, Sánchez contesta “para nada”.
Y ante la presión de la oposición, que apunta que la era Sánchez toca a su fin y podría haber elecciones anticipadas, el presidente es tajante: “Las elecciones son en 2027. Tengo todo el tiempo del mundo para tramitar las cosas. Habrá cuatro años de legislatura, como en la anterior”.
El presidente está absolutamente convencido de que la ley de amnistía, que está en plena negociación con Junts, se aprobará finalmente y la investidura se encarrilará con los primeros Presupuestos. Sánchez no contempla la opción de que no salga la amnistía, y da por hecha su aprobación, aunque no quiere aclarar aún qué va a ofrecer a los independentistas para que pasen del no hace tres semanas a un sí. En cualquier caso ha insistido en que la ley tendrá que ser impecable desde el punto de vista constitucional. Por eso, aunque él no ha querido aclararlo, sus negociadores han dejado claro a Junts que no aceptarán en ningún caso que la amnistía ampare los delitos de terrorismo sin ningún límite. Tampoco le preocupa especialmente la iniciativa legislativa popular admitida a trámite en el Parlament que defiende la independencia. “Son lógicas propias del Parlament”, resume.
Sánchez trata así de calmar la ansiedad también en su partido, donde el varapalo de las gallegas —el PSOE ha perdido 50.000 votos y cinco escaños— ha supuesto un jarro de agua fría que para Emiliano García Page, el presidente de Castilla-La Mancha y muy alejado de la línea de la dirección, pueden mostrar un cambio de ciclo que puede acabar “en un ciclón” si el PSOE no hace cambios y se aleja de los independentistas.
El problema, para Sánchez, está en el PSOE y en algunos territorios, no en la línea política del Gobierno. El presidente recuerda que los socialistas están en un proceso profundo de renovación de liderazgos en muchas autonomías y eso necesita tiempo para funcionar. “Tenemos que ser mejores”, ha admitido. El PSOE, recuerda, por ejemplo en Galicia, fue muy competitivo en las municipales —gobierna con el BNG varias de las ciudades más importantes— y en generales —logró más de un 30% de los votos, por encima incluso de la media nacional—, pero se ha ido al 14% en las autonómicas, donde el BNG le ha comido mucho terreno. Y en lo interno, Sánchez acusa al PP y a los jueces de haber promovido imputaciones contra el candidato, José Ramón Gómez Besteiro, que le han sacado del liderazgo durante varios años aunque al final “quedaron en nada”. Sánchez ha recordado que él apostó por Besteiro en 2016, y sostiene que es “el líder natural”, pero esas imputaciones truncaron su carrera. Ahora está decidido a dejar que se consolide.
El líder del PSOE cree que si el BNG es el líder de la oposición, como ha sido ahora, con los socialistas terceros, eso genera “anticuerpos” y moviliza más a la derecha, y eso impide el cambio, por eso confía en que Besteiro vuelva a poner a los socialistas por delante del BNG. “La gente optimiza su voto en función de las expectativas”, ha resumido para explicar por qué hay resultados tan diferentes entre generales y autonómicas. En cualquier caso parece muy claro que Sánchez está convencido de que este fiasco en las gallegas no tiene consecuencias de fondo para el Gobierno. “Las únicas consecuencias en política nacional son para el PP. A Feijóo le habían montado unas primarias, un plebiscito”, resume el presidente.
El presidente no tiene por tanto intenciones de cambiar nada relevante, y ahora se volcará en sacar la ley de amnistía, que da por hecha, para pasar inmediatamente después a los Presupuestos. Las gallegas no cambian la agenda, y ahora vienen las vascas, que presumiblemente serán mejores para el PSOE y peores para el PP. Y después las europeas, donde los socialistas sí se arriesgan a un duro golpe nacional. Pero incluso así, Sánchez tiene muy claro que la legislatura sigue adelante y va para largo, por mucho que la oposición intente colocarse en un escenario diferente.