El Parlamento alemán solo pondrá la bandera LGTBI un día al año: «El Bundestag no es una carpa de circo»
Esto implica el rechazo a que la misma bandera ondee también sobre el Reichstag el Christopher Street Day (CSD) de Berlín, celebración homóloga a las del «Orgullo» en muchas otras capitales, que se celebra el 26 de julio y que según el argumento de Klöckner se vive «como un día de asamblea, protesta y celebración desde su poderosa presencia en las calles». La decisión supone un giro visible en la posición del gobierno alemán frente al lobby LGTBI y ha cobrado mayor notoriedad, si cabe, por la forma en la que el canciller Merz la ha respaldado.
En un programa de televisión de máxima audiencia, la popular tertulia policía «Maischberger», Merz ha apoyado a Klöckner y ha añadido en su propio estilo que el Bundestag «no es una carpa de circo» en la que se puedan izar banderas «a voluntad». «Cada ciudadano puede izar una bandera en la puerta de su casa, pero en el parlamento alemán no todos los días se cuelga una bandera arbitrariamente«. Como cabía esperar, las reacciones no se han hecho esperar, incluso desde dentro del gobierno.
«Si la bandera del arcoíris es la bandera de una carpa de circo, ¿qué son entonces las personas queer? ¿Animales de circo que hacen el ridículo para divertir al público?», se ha molestado públicamente la nueva comisionada queer del gobierno federal, Sophie Koch. «Una bandera arcoíris no es un accesorio de circo y no convierte al Bundestag en un circo», ha declarado el presidente Sönke Siegmann, presidente de la Asociación de Lesbianas y Gays de la CDU, el partido de Merz. Se trata de un «descarrilamiento», ha dicho Andre Lehmann, miembro de la junta directiva de la Asociación de Lesbianas y Gays, que ha acusado a Merz de herir sensibilidades y ha enfatizado que «la bandera arcoíris no es una lona de circo, sino un símbolo universal de diversidad y derechos humanos».
«Nuestro canciller tiene toda la razón»
En su defensa, sin embargo, ha realizado significativas declaraciones por el líder del grupo parlamentario de la CDU, Jens Spahn, casado desde 2017 con Daniel Funke, jefe de la oficina de la editorial BurdaVerlag en Berlín. «Nuestro canciller tiene toda la razón», ha dicho como rostro visible de la comunidad gay, «esta coalición de gobierno representa claramente a la república libre y, por lo tanto, también la igualdad y el respeto a las minorías, sin necesidad de más gestos».
Merz ha optado deliberadamente por una comunicación más clara y directa, como canciller que sus predecesores y este no es el único asunto en el que sus palabras sin rodeos han abierto polémica. En 2020, en una entrevista con Bild, dejó claro que no tendría reservas sobre la posibilidad de un canciller homosexual, porque «la orientación sexual no es asunto del público». «Mientras esto esté dentro del marco de la ley y siempre que no afecte a los niños -en este punto, sin embargo, se ha alcanzado un límite absoluto para mí- este no es un tema de discusión pública», dijo. Después se disculpó y «lamentó» por haber ofendido al sugerir que la homosexualidad está bien si «no afecta a los niños». Sus posiciones se han ido suavizando desde que el 2017 se opuso a la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo, hasta reconocer en 2021 que «algunas parejas homosexuales son probablemente mejores padres que algunos heterosexuales».
Pero esta apertura parece tocar techo a la hora de tratar con el lobby promotor del CSD, una posición de firmeza para la que ha contado con el apoyo de su socio de coalición, el Partido Socialdemócrata (SPD), cuyo secretario parlamentario, Dirk Wiese, ha declarado que él personalmente «no habría tenido ningún problema» si la bandera hubiera vuelto a ondear en el Bundestag en el CSD como «signo de una Alemania cosmopolita y tolerante», pero recordando que «ya se había izado allí el 17 de mayo» y que es más adecuado «dejarlo así».
Posición suavizada con la comunidad LGTBI
Merz ha optado deliberadamente por una comunicación más clara y directa, como canciller que sus predecesores y este no es el único asunto en el que sus palabras sin rodeos han abierto polémica. En 2020, en una entrevista con Bild, dejó claro que no tendría reservas sobre la posibilidad de un canciller homosexual, porque «la orientación sexual no es asunto del público». «Mientras esto esté dentro del marco de la ley y siempre que no afecte a los niños -en este punto, sin embargo, se ha alcanzado un límite absoluto para mí- este no es un tema de discusión pública», dijo. Después se disculpó y «lamentó» por haber ofendido al sugerir que la homosexualidad está bien si «no afecta a los niños».
Sus posiciones se han ido suavizando desde que el 2017 se opuso a la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo, hasta reconocer en 2021 que «algunas parejas homosexuales son probablemente mejores padres que algunos heterosexuales». Pero esta apertura parece tocar techo a la hora de tratar con el lobby promotor del CSD, una posición de firmeza para la que ha contado con el apoyo de su socio de coalición, el Partido Socialdemócrata (SPD), cuyo secretario parlamentario, Dirk Wiese, ha declarado que él personalmente »no habría tenido ningún problema« si la bandera hubiera vuelto a ondear en el Bundestag en el CSD como »signo de una Alemania cosmopolita y tolerante«, pero recordando que «ya se había izado allí el 17 de mayo» y que es más adecuado «dejarlo así».