Condenado a 33 meses de prisión un hombre de 47 años por maltratar a su anciana madre: «¡Tía puta, tenías que morir!»>

Entre las dos escenas median los minutos necesarios para ratificar este martes, en la Audiencia Provincial de Toledo, el acuerdo que lo ha beneficiado manifiestamente por vejar y coaccionar a su madre durante años en Torrijos. Especialmente entre 2019 y mayo de 2023, le propinó bofetadas, patadas y empujones en el domicilio familiar, tirándola también al suelo aunque sin causarle lesiones físicas.

Esas agresiones iban acompañadas de expresiones ofensivas como «¡Tú, cállate, puta, zorra!», «¡Tía puta, tenías que morir!» o «¡Te voy a matar a ti y a tu perrita!». Unas horribles vivencias que provocó en ella «una situación continuada de miedo y sumisión», con un estado de salud muy deteriorado al haber padecido cáncer sin el adecuado seguimiento oncológico. Pero no solo eso: a una falta de movilidad evidente se suma una depresión crónica a sus 73 años recién cumplidos, aunque parece mayor.

«Sí, soy culpable», reconoció lacónicamente Roberto Campos Domínguez ante el tribunal después de que la magistrada-presidenta, Beatriz López, le enumerara los delitos por los que iba a ser condenado: dos de maltrato en el ámbito familiar, uno de leve continuado de vejaciones injustas, otro de amenazas y uno más de coacciones, además de hurto.

Dos años y nueve meses de cárcel de pena, muy lejos de la petición inicial de 16 años y medio por la gravedad de algunos delitos que finalmente el representante del Ministerio Público, Ángel Demetrio de la Cruz, retiró. Fue el caso de la detención ilegal, cambiado por otro de coacciones, ya que la madre aseguró al fiscal, justo antes del juicio, que ella tenía a su disposición un juego de llaves y sí podía salir de la vivienda.

Al reo le aplicaron el agravante de parentesco y el atenuante de confesión, y le comunicaron que su madre había renunciado a la responsabilidad civil, antes de emprender la vuelta a la cárcel de Ocaña I, donde Roberto está preso. «Estoy arrepentido», afirmó en el turno de la última palabra mientras ella lloraba fuera, en el vestíbulo.