Israel, entre la satisfacción por el estratégico golpe a Irán y la preocupación por la incertidumbre en la frontera

Tras décadas de tensiones, guerras, disputas territoriales, un acuerdo de armisticio y varios intentos infructuosos de negociación de paz con el régimen sirio de Asad (Hafez y luego su hijo Bashar), los israelíes se han despertado con una nueva realidad al otro lado de la frontera. Como casi siempre, Israel combina sentimientos encontrados. Por un lado, la satisfacción por el estratégico golpe sufrido por Irán que se suma a los que propinó a sus protegidos Hizbulá y Hamas en los últimos 14 meses. Por otro lado, la preocupación por la incierta situación en el país vecino debido a la presencia y control de elementos yihadistas.

A medida que las ciudades bajo control de Asad iban cayendo desde el norte y el sur de Siria, las autoridades israelíes afrontaron el dilema sobre qué opción es menos mala: el conocido y viejo enemigo con un papel fundamental en el anillo de fuego creado por Irán en el entorno de Israel o el desconocido y nuevo escenario marcado por la amalgama de movimientos armados que incluyen también herederos de Al Qaeda.


En las últimas reuniones del Gabinete de seguridad de Benjamin Netanyahu, la dramática crisis en Siria ha sido un asunto prioritario que compitió con otros dos de suma importancia para Israel: la frágil tregua con Hizbulá y la reanudación de la negociación con Hamas para un acuerdo que ponga fin a la ofensiva en la Franja de Gaza a cambio de la liberación de los 100 secuestrados aún en cautiverio.

Como suele hacer ante vuelcos importantes con potencial de caos en sus alrededores, lo primero que hizo Israel es enviar mensajes de advertencia y reforzar sus fronteras. "No estamos interviniendo en los acontecimientos en Siria, estamos trabajando para frustrar y prevenir las amenazas en la zona", afirmó el jefe del Estado Mayor, Herzi Halevi, en la frontera con Siria horas antes de la caída de Asad y poco después de aprobar los planes defensivos y ofensivos en la División 210.

El ejército israelí confirmó esta mañana el despliegue de fuerzas en la "zona de amortiguación" para garantizar "la seguridad de las comunidades de los Altos del Golán y de los ciudadanos de Israel y "de acuerdo con la evaluación de la situación tras los recientes acontecimientos en Siria, incluida la entrada de individuos armados en dicha zona". Se refiere a su anuncio ayer sobre la intervención para ayudar a los operativos de UNDOF (Fuerza de las Naciones Unidas de Observación de la Separación) a repeler "ataques de fuerzas armadas" en la zona desmilitarizada creada tras el armisticio del 74.

Mientras los servicios de Inteligencia israelí siguen de cerca la sucesión de acontecimientos precipitados desde que se alcanzó la tregua entre Israel y Hizbulá el pasado 27 de noviembre, el despliegue de los soldados ha aumentado de forma considerable en la frontera de los Altos del Golán ocupados por Israel en la guerra del 67. Aunque la posibilidad de ataques yihadistas desde Siria no parece alta en los próximos días, las autoridades israelíes han anunciado que las clases en cuatro comunidades drusas en la meseta se realizan este domingo en zoom mientras algunas zonas agrícolas fronterizas han sido declaradas "zonas militares cerradas".

En la última semana, Israel exigió a los grupos rebeldes no acercarse a su frontera mientras avisó que no permitirá que se hagan con armas estratégicas en el país árabe. En este sentido y según diversas fuentes, la Fuerza Aérea israelí ha atacado arsenal de Siria, incluyendo armas químicas, en los últimos días. Ataques que van más allá de los habituales realizados desde hace más de una década en Siria contra la Guardia Revolucionaria iraní, milicias proiraníes (efectivos y arsenal) o el envío de armas a Hizbulá en Líbano.


Debilitamiento del eje iraní

En los últimos años, un debilitado Asad se entregó completamente a los brazos de Teherán a cambio de su apoyo y el de Hizbulá para mantener su régimen ante las protestas internas contra su dictadura en el marco de la Primavera Árabe y la cruenta guerra civil. Teherán, por su parte, afianzó su influencia política y presencia armada en Siria convirtiendo este país en un elemento estratégico en el anillo de fuego de milicias contra Israel. Una filosofía que parecía exitosa hace un año a raíz del ataque de Hamas (7 de octubre) que desató varios frentes simultáneos desde Yemen (Hutíes) hasta Líbano (Hizbulá) pasando por Siria e Iraq. La confianza del Ayatolá Ali Jamenei era tan grande que por primera vez se desvió de su estrategia y lanzó un ataque directo desde su territorio en una espiral de respuestas y represalias mutuas.

El anillo de fuego, promovido con dinero, armas y alianzas por la Guardia Revolucionaria, logró provocar importantes incendios en Israel pero ha acabado quemando puentes y estructuras en el eje iraní. Hoy, Irán ha perdido Siria y la Franja de Gaza mientras su gran brazo armado en Líbano (Hizbulá) carece del músculo de antaño (más de 150.000 proyectiles y misiles de diversos tipos y decenas de miles de efectivos armados) para por ejemplo disuadir a Israel en caso de que éste decida atacar las centrales nucleares en territorio iraní.

La caída del régimen de Asad es un fuerte golpe a Hizbulá y su deseo de rearmarse tras la ofensiva militar israelí como hizo con mucho éxito tras la guerra del 2006 en la que además no fue dañado como ahora. El grupo chií libanés paga una factura elevada por la decisión de quien fuera su veterano y poderoso dirigente Hasan Nasrala cuando hace exactamente 14 meses inició los ataques contra Israel como apoyo a Hamas y Gaza. Lo que llamó "frente de desgaste" sin alcanzar una "guerra total" como hubiera deseado el líder de Hamas y artífice del 7-0, Yahiya Sinwar, acabó convirtiéndose en la "guerra de desgaste" de Hizbulá causando el fin del propio Nasrala muerto en un ataque israelí a finales de septiembre. Octubre del 2023 marca también el inicio del fin de Asad ya que ahora no pudo contar, como hace casi 10 años, con Hizbulá e Irán (al margen de Rusia) para mantenerse en el poder.