La extrema derecha se anotará hoy la victoria electoral en Austria, según los sondeos

La extrema derecha ampliará este domingo su influencia en Austria y en el conjunto de la Unión Europea. La histórica victoria electoral que dan todos los sondeos al Partido de la Libertad (FPÖ), primero desde hace meses en las encuestas, no les llevará necesariamente al poder, pero el poso que ha ido dejando en campaña electoral el líder de esta formación, Herbert Kickl, ha arrastrado a las formaciones de centro a las sombras de la política para no perder comba.

"En situaciones de emergencia, Austria tiene que estar ahí para su pueblo. El dinero tiene que gastarse en Austria, no en Ucrania", ha sido una de las una frases con doble sentido que Kickl ha pronunciado en la recta final de la campaña a propósito de ayudas anunciadas por el Gobierno tras las inundaciones provocadas por la tormenta Boris que azotó Europa. Las prestaciones sociales, ya sean para vivienda, sanidad o desempleo, también deben priorizar a los nacionales frente a los migrantes y solicitantes de asilo.

El discurso del FPÖ es recurrente. En paz o ante la guerra, Austria y los austriacos primero. Este domingo obtendrán en torno al 28% de los votos, un 10% más que hace cuatro años, según los sondeos. Si logran formar Gobierno, tomarán medidas de urgencia para frenar la inmigración ilegal, suspenderán temporalmente el derecho de asilo, detendrán la reagrupación familiar y crearán centros de migración en otros continentes. Paralelamente, modificarán el sistema de prestaciones para que los refugiados sólo las reciban en especie y tengan derecho únicamente a la atenció básica en el sistema sanitario.

El descontento de Kickl se dirige principalmente contra el Gobierno y el canciller Karl Nehammer, del Partido Popular (VPÖ). "Primero el pueblo y luego el canciller", afirma el líder de un FPÖ que dice no a las políticas europeas que ponen en tela de juicio la identidad austriaca y su neutralidad. Kickl es contrario a las ayudas a Ucrania en la guerra contra Rusia

Arrastrados por el FPÖ y la sensación creciente de la población de que Austria está saturada y se desangra por las ayudas a los refugiados y migrantes, el VPÖ también promete suspender la reagrupación familiar de extranjeros y refugiados o sujetarla a cuotas. En lugar de prestaciones en metálico, el VPÖ también impulsará más prestaciones en especie, así como la creación centros de asilo en terceros países.

En materia de migración, los socialdemócratas (SPÖ) quieren un reparto equitativo de los solicitantes de asilo a escala de la UE y que los países que se nieguen a hacerlo deberían ser sancionados más severamente. Pero, al mismo tiempo, opinan que los procedimientos de asilo deben tener lugar en las fronteras exteriores de la UE siempre que sea posible y que deben negociarse acuerdos de repatriación con terceros países.

El VPÖ, con un 25% en intención de voto, y el SPÖ, con el 20%, se han declarado contrarios a un Gobierno del y con el FPÖ, pero no sería la primera vez que el VPÖ cambia el discurso ante la posibilidad de ejercer el poder. Desde que su antiguo líder, Jörg Haider, formó coalición con el conservador ÖVP en 2000, el FPÖ ha sido considerado elegible. De hecho, el conservador Sebastian Kurz volvió a aliarse con el FPÖ dirigido entonces por Heinz-Christian Strache, el protagonista del llamado caso Ibiza sobre sobornos y financiación ilegal de partidos. En la actualidad, el FPÖ también forma parte de tres gobiernos regionales: en Alta Austria, Baja Austria y, desde abril de 2023, en Salzburgo.

El politólogo Peter Filzmaier cree que el FPÖ no tiene posibilidad de formar coalición a nivel federal, aunque la política austriaca ha demostrado ser muy flexible y los autriacos no saldrían a las calles para denunciar una coalición con la extrema derecha. De hecho, en las llamadas ayudas electorales en internet, donde se hacen preguntas sobre temas concretos, el acuerdo entre el FPÖ y el ÖVP suele rondar el 80%.

Cuestión aparte es que conservadores y ultranacionalista logren superar el resentimiento en ambos lados desde que Kickl fue destituido como ministro del Interior en 2019 a instancias de Kurz. Fue un hecho sin precedentes para Austria.

Una solución sería que Kickl renunciara a entrar en Gobierno, como Geert Wilders en Países Bajos. Esto ya ha ocurrido antes en Austria. En 2000, el FPÖ y el ÖVP llegaron a un acuerdo de gobierno que incluía la renuncia de Heider a participar en el. Para el asesor político, Thomas Hofer, esta opción no sería posible en 2024 porque, en retrospectiva, Kickl cree que fue un error y él quiere ser canciller.

Una alternativa sería una coalición tripartita entre el ÖVP, el SPÖ y el liberal Neos, pero todo dependerá del escrutinio. Si el SPÖ obtiene muy malos resultados, es de prever que su muy impopular líder, Andreas Babler, sea expulsado por los suyos. Eso entorpecería la negociación y animaría al FPÖ a buscar al ÖVP para una coalición de gobierno con muchos privilegios.

Lo único que está claro es que la formación del Ejecutivo se alargará hasta Navidad o incluso hasta el nuevo año.