Felipe VI, en Jordania: «El conflicto debe terminar cuanto antes»
En su primera visita al país desde que fue proclamado Rey, se reúne con los representantes de la colonia española
Los gestos en diplomacia lo son todo. Si ayer apoyó a la colectividad española que reside en Jordania, esta mañana Don Felipe visitó un barrio de refugiados de Amán y después se reunió con el Rey Abdalá para recordar que la amistad entre ellos es recíproca: «Nuestra amistad es de ida y vuelta en nuestras familiar y nuestras naciones. Nos inspira y nos hace mirar al futuro recordando el 25 aniversario de tu ascenso al trono. Yo también he cumplido diez años y tenemos mucho en común».
«Estos tiempos han sido complicados para esta región y tened por seguro que nuestro afecto está con vosotros, también por parte del Gobierno y hacia los jordanos», afirmó el Rey, quien apoyó con el papel que desempeña Jordania en Oriente Próximo para fomentar la estabilidad en la zona.
Don Felipe agradeció el trabajo de Jordania, a través de una unión que está basada en las fronteras del Mediterráneo, que animó al Rey de Jordania y a ambas delegaciones a «seguir nutriendo». En este sentido, Don Felipe ha celebrado el Protocolo General que el pasado 12 de septiembre se firmó entre el Patronato de la Alhambra y Generalife con la Autoridad de Desarrollo y Turismo de la Región de Petra para desarrollar la colaboración y cooperación entre ambas instituciones.
«No podemos más que admirar el compromiso de Jordania para hacer frente a una situación tan crítica y duradera», expresó el Rey, quien a primera hora de la mañana se desplazó desde el centro de Amán hasta el barrio de Baqa'a, que se encuentra a unos treinta minutos hacia el oeste de la ciudad. Allí viven 130.000 palestinos.
Este vecindario comenzó en 1967 como un asentamiento de palestinos que huían del conflicto en Gaza y llegaban a Jordania bajo la condición de refugiados. Aunque en Amán llaman a esta zona campo de Baqa'a, la realidad es que a día de hoy es un barrio más de la capital jordana y está integrado en la sociedad, ya que de los casi 4 millones de habitantes que hay en Amán, un total de 2,6 son palestinos.
En esta zona de la ciudad, el Rey Felipe visitó un colegio de niñas palestinas de la UNRWA, la agencia de la ONU que trabaja con los refugiados y refugiadas de Palestina y a la que España aportó el año pasado 18,8 millones de euros. Antes de entrar en el patio del colegio, un letrero en la pared anuncia que «no está permitida la entrada de armas sin autorización». Por las mañanas estudian en la escuela 1.280 y por la tarde 1.240. Tienen entre 6 y 15 años y, cuando acaben sus estudios en este colegio se incorporarán a la escuela pública para completar su formación y poder acceder a la universidad o estudiar un oficio que les permita ganarse la vida en el futuro.
Entre estas alumnas se encuentra Maiss, que tiene 14 años y está a punto de terminar su formación en el colegio, de donde se lleva «recuerdos inolvidables y »la suerte« de saber que quiere seguir formándose para poder estudiar Medicina y acabar siendo cardióloga. Su compañera Shahd, de 12 años, también quiere ir a la universidad, pero todavía no tiene claro que querrá ser de mayor.
Aunque nacieron en Amán, Shahd y Maiss son refugiadas porque este estatus se hereda. Pertenecen a la tercera generación de dos familias cuyos abuelos fueron los primeros en huir de la violencia en Gaza para aspirar a una vida lejos del conflicto. La familia de Maiss es de Rafah, pero en su casa no se habla sobre el conflicto en la Franja de Gaza ni la escalada de tensión que desde hace un año viven los palestinos allí tras el ataque de Hamás a Israel y la ofensiva del Gobierno de Netanyahu en respuesta a estos ataques. Tampoco de los acontecimientos de esta semana, cuando Israel invadió Líbano e Irán respondió atacando a Israel. «Mis padres no me hablan de la guerra. Yo solo sé lo que veo en la tele», afirmó Maiss. Aún así, no pueden esconder a su hija el sufrimiento: «Les veo muy tristes».