"Moriré en prisión", anticipaba en sus memorias el opositor ruso Navalny

Alexei Navalny fue un hombre sin miedo en un país donde la amenaza es la divisa habitual del régimen. "No teman a nada. Es nuestro país y es el único que tenemos", escribió el 17 de enero de 2022. El público podrá ahora leer sus memorias, escritas a trozos en la prisión rusa de la que no salió vivo. El libro, titulado 'Patriota', se publica en el mundo entero este mes de octubre. El 23 sale a la venta en España, a cargo de la editorial Península.

"La única cosa a la que deberíamos temer es a abandonar nuestra patria a merced del saqueo de una banda de mentirosos, de ladrones y de hipócritas", proclamó, con su aureola idealista. También lo alcanzó un pesimismo tan trágico como clarividente: "Pasaré el resto de mis días en prisión y moriré aquí", escribió en marzo de 2022 Navalny, según los extractos de sus memorias póstumas publicadas el viernes por la revista 'The New Yorker'.

Navalny cumplía una condena de 19 años de cárcel por "extremismo" en una cárcel del Ártico, donde murió a los 47 años el 16 de febrero de 2024. El principal opositor del presidente Vladimir Putin llevaba encarcelado en Rusia desde enero de 2021, tras recuperarse en Alemania de un envenenamiento que casi le cuesta la vida y del cual Margarita Simonyan, la jefa del principal órgano de propaganda exterior de Rusia, RT, se mofó diciendo que se trataba de un "bajón de azúcar". Navalny había sido detenido en cuanto cruzó el control de pasaportes en Moscú: la patria que abandonó en ambulancia lo metió en un furgón policial al volver. Al año siguiente empezó la guerra y la represión fue perseguida hasta el último activista.

"No habrá nadie a quién decir adiós (...) Todos los cumpleaños se celebrarán sin mí. Nunca veré a mis nietos. No seré el tema de ninguna historia familiar. No estaré en ninguna fotografía", escribió Navalny el 22 de marzo de 2022 en su diario desde la cárcel, aprovechando un descanso entre las labores propias de un preso ruso. "Siete horas en la máquina de coser, sobre un taburete situado por debajo de la altura de las rodillas", describe en otra parte de su obra póstuma. "Después del trabajo sigues sentado durante algunas horas en un banco de madera bajo un retrato de Putin. Eso sí que se puede llamar una actividad disciplinaria", relata con humor.

Incluso se permite ironías, como compararse con el presidente ruso. "Putin deja a los ministros sentados en la sala de espera por unas seis horas, y mis abogados han de esperar cinco o seis para verme".

La editorial estadounidense Knopf prevé una versión en ruso. Desde su fallecimiento muchos rusos que ignoraron sus llamadas a la protesta se han interesado por el personaje y se han identificado con el sufrimiento de su viuda, Yulia Navalnaya.

Pero aunque la muerte de Navalny generó la condena unánime de los gobiernos occidentales, en Rusia causó el efecto que el Kremlin buscaba: afianzar la convicción de que el miedo es el mejor libro de instrucciones a la hora de tratar con el gobierno.

La última anotación de su diario publicada por 'The New Yorker' data del 17 de enero de 2024, el opositor confía en que una pregunta ronde a otros presos o a algunos funcionarios penitenciarios: ¿Por qué volvió a Rusia? "No quiero abandonar mi país ni traicionarlo. Si sus convicciones tienen un sentido, deben estar listos para defenderlas y para hacer sacrificios si es necesario".