Empresarios 'patriotas', buzos en un velero y Zelenski tratando de abortar la misión: el 'WSJ' detalla cómo Ucrania voló el Nord Stream
Ucrania estuvo detrás de la voladura del gasoducto Nord Stream entre Rusia y Alemania en septiembre de 2022, según The Wall Street Journal. Empresarios privados financiaron la operación, que llevó a cabo un grupo de seis personas que navegaban a bordo de un yate de recreo de 15 metros que habían alquilado en Alemania. El plan costó alrededor de 273.000 euros y fue supervisado por un general en funciones con experiencia en operaciones especiales que reportaba al entonces comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de Ucrania, el general Valery Zaluzhny.
Esta investigación podría alterar las relaciones entre Kiev y Berlín, que ha proporcionado gran parte de la financiación y el equipamiento militar a Ucrania.
En junio, el fiscal federal alemán emitió la primera orden de arresto contra un instructor de buceo profesional ucraniano por su presunta participación en el sabotaje. Según el WSJ, es uno de los participantes en esta operación. La investigación alemana se centra ahora en Zaluzhny y sus ayudantes."Un ataque a esta escala es razón suficiente para activar la cláusula de defensa colectiva de la OTAN, pero nuestra infraestructura crítica fue destruida por un país al que apoyamos con envíos masivos de armas y miles de millones de dólares en efectivo", señala un alto funcionario alemán al tanto de la investigación.
Según el diario, el presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, aprobó inicialmente la idea pero luego intentó cancelarla aunque sin éxito.
Un desastre en favor de Ucrania
Además del cómo, es importante el porqué. Kiev sabía que podía beneficiarse de cualquier desastre que le ocurriese al Nord Stream, la ambiciosa infraestructura con la que Moscú planeó hace años evitar pasar por suelo ucraniano para llevar su gas a Europa. El destrozo en el Nord Stream ayudó a aflojar el control de Rusia sobre los países europeos que apoyaban a Kiev y sobre todo dejó a Rusia con una única vía principal para canalizar el gas hacia Europa: los gasoductos que atraviesan Ucrania, gracias a los cuales -a pesar de la guerra- Kiev sigue ingresando lucrativas tasas de tránsito tanto por el petróleo como por el gas ruso.
El plan se había fraguado en mayo de 2022 en un encuentro regado con alcohol entre empresarios y oficiales militares. Se acordó que los primeros financiarían y ayudarían a ejecutar el proyecto, pues el ejército no tenía fondos. Dependiendo cada vez más de la financiación extranjera para hacer frente a la embestida rusa es difícil pagar por una operación abiertamente ilegal. Un general en funciones con experiencia en operaciones especiales supervisaría la misión, que un participante describió como una "asociación público-privada", pero que al mismo tiempo estaba supervisada por el ejército ucraniano.
Un mes después la CIA se enteró y advirtió a la Oficina de Zelenski que detuviera la operación. El presidente ucraniano ordenó entonces a Zalyzhny que abortase. El general ignoró la orden y su equipo modificó el plan original.
El periódico apenas identifica a nadie en el complot. Pero da un nombre propio interesante: Roman Chervinsky, un coronel condecorado que anteriormente sirvió en el servicio de seguridad e inteligencia de Ucrania SBU. Fue uno de los oficiales de operaciones especiales de Ucrania (con experiencia en orquestar misiones clandestinas de alto riesgo contra Rusia) que fueron elegidos para ayudar a coordinar el ataque contra la infraestructura, situada a unos 80 metros bajo el mar. Pasar 20 minutos a esa profundidad requiere alrededor de tres horas de descompresión
El reportaje titulado Una noche de borrachera en un yate alquilado: la verdadera historia del sabotaje al oleoducto Nord Stream se publica un día después de que se conociera que Alemania emitió una orden de detención contra un ciudadano ucraniano que vive en Polonia por su supuesta vinculación con el sabotaje contra el conducto por el que Rusia transportaba gas a Alemania a través del Báltico.
Según el WSJ, ese atentado, una de las acciones de sabotaje "más audaces de la historia moderna" quedó en manos de un equipo de seis personas: soldados en servicio activo y civiles con experiencia marítima, que alquilaron un yate de recreo de 15 metros llamado Andrómeda en la ciudad portuaria báltica alemana de Rostock. Estuvieron a punto de suspender su operación por el mal tiempo, pero finalmente hicieron estallar las tuberías con un explosivo activado por temporizadores. Tres explosiones submarinas a las que siguió un halo de misterio.
Zelenski reprendió a Zaluzhny, pero el general ignoró sus críticas, según personas familiarizadas con el intercambio consultadas por el WSJ.
Culpar a Estados Unidos
Tras el ataque se llegó a especular con que detrás de la voladura del gasoducto estaba la Inteligencia estadounidense, una tesis defendida por Rusia y su sonoro aparato de propaganda. Días después del ataque, en octubre de 2022, el servicio secreto exterior alemán recibió un segundo aviso sobre el complot ucraniano por parte de la CIA, que a su vez lo había recibido de la agencia de Inteligencia militar holandesa MIVD.
Los alemanes tuvieron todos los detalles desde el principio, incluso el tipo de embarcación. Sabían qué buscar y tuvieron suerte. Al apresurarse a abandonar Alemania, el equipo de sabotaje se olvidó de lavar el barco Andrómeda, lo que permitió a los investigadores alemanes encontrar rastros de explosivos, huellas dactilares y muestras de ADN de los tripulantes. Obtuvieron los detalles de su ruta por Alemania, Dinamarca, Suecia y también Polonia, el país que menos ha querido colaborar con la investigación. Hasta Google accedió a pasar el contenido de algunos correos del empresario ucraniano que pagó la espectacular operación.
Ya en noviembre de 2022, "los investigadores alemanes creían que los ucranianos estaban detrás de la explosión", escribe Bojan Pancevski, el periodista del WSJ que firma la información. El sospechoso ya no está en Polonia. Y Ucrania no extradita a sus propios ciudadanos. Ninguno de los participantes escribió nada en un papel y parece que ninguno testificará, por lo que el caso tiene difícil prosperar.