La ministra de Igualdad estalla a gritos de “vergüenza” contra la intervención de un diputado del PP

El diputado del PP Jaime de los Santos preguntó, en teoría y en la sesión de control al Gobierno de este miércoles en el Congreso, a la ministra de Igualdad, Ana Redondo, por la desafección de los jóvenes con el movimiento feminista. Y acabó lanzando todo tipo de malévolas y sospechosas acusaciones de corrupción contra la esposa del presidente del Gobierno; la presidenta del Congreso; responsables autonómicos; varios ministerios y a quienes considera responsables de que condenados por delitos sexuales se hayan beneficiado de la ley del solo sí es sí. Redondo, que había intentado buscar algunos datos alentadores sobre el feminismo en esta juventud, estalló contra la intervención del parlamentario popular, que situó como de “machismo reaccionario y negacionista apenas después de 48 horas terribles con dos mujeres asesinadas”, así como dos niñas por violencia vicaria. Y a gritos de “vergüenza, vergüenza, vergüenza” levantó de sus sillones para aplaudirla a algo más de la mitad del hemiciclo. La presidenta de las Cortes, Francina Armengol, intentó de nuevo sin éxito calmar los ánimos de combate desbordados en toda la sesión: “Las personas que nos están escuchando no se merecen esto”.

No hay moderados en el actual PP de Alberto Núñez Feijóo. Todos van a degüello. Con lo que sea y como sea. Vengan de donde vengan y tengan el pasado político que tengan. El diputado popular Jaime de los Santos, historiador, experto en arte, apasionado del mundo de la cultura, exconsejero de la Comunidad de Madrid de la anterior etapa de Isabel Díaz Ayuso hasta que prescindió de él porque no seguía sus directrices más ultras, se subió este miércoles sin reparo o matiz alguno al cuadrilátero en el que quiere convertir el Parlamento el actual PP de Feijóo, de Miguel Tellado, de Cuca Gamarra y de Rafael Hernando, la escuadra más radical ahora de ese partido, en la que ya prácticamente vale todo.

De los Santos había preguntado por ese distanciamiento que reflejan muchas encuestas entre la gente joven y el feminismo y parecía una pregunta real, pero no lo fue. La nueva ministra de Igualdad, Ana Redondo, llegó preparada para ofrecer algunas pistas y datos para el optimismo dentro de ese preocupante panorama e intentó subrayar que el 66% de las jóvenes entre 18 y 26 años sí se consideran feministas; el 54% de los jóvenes muestran alguna afinidad al respecto; y hasta el 70% de la sociedad reconoce avances en ese ámbito. La ministra, eso sí, también recordó que los expertos establecen una relación entre ideología y negacionismo y apercibió al PP a distanciarse de esa situación, ya que solo el 35% de los militantes del PP y el 24% de los de Vox aceptan la necesidad de políticas de igualdad para mejorar esa realidad.

Al diputado madrileño del PP le dio igual esa respuesta. Tenía un guion preestablecido. Jaime de los Santos concluyó que lo que les pasa a los jóvenes es que se sienten lejos de las ideas de este Gobierno, a cuyos miembros denominó “tránsfugas de la causa feminista” por culpa a su entender de los cientos de agresores sexuales que se beneficiaron en sus condenas por la aplicación judicial de la ley del solo sí es sí. En esa línea in crescendo el diputado del PP ya lo mezcló todo a continuación: acusó a la presidenta de las Cortes y expresidenta de Baleares, la socialista Francina Armengol, de no haber cuidado, ni querido investigar “y obligado a prostituirse en el caso execrable” de unas menores protegidas en un centro de esa Comunidad; y al PSOE de hablar de abolicionismo en un nuevo proyecto de ley recién registrado, así como de “abusar” en algunos casos que les afectan “del menú de mujeres prostituidas”.

Pero el objetivo del día para el PP de Feijóo en la sesión de control de este miércoles era la esposa del presidente del Gobierno, Begoña Gómez, para intentar tapar el escándalo del comportamiento de Miguel Ángel Rodríguez, el jefe de gabinete de la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, en relación a las comisiones de su pareja en varias operaciones de compra de mascarillas en lo peor de la pandemia. De los Santos no la citó por su nombre y se refirió a ella como “la señora mujer del presidente”. Y en ese capítulo cuestionó a todos y todas las diputadas del PSOE y de Sumar, la coalición del Gobierno, por “agachar la cabeza frente al esposo de la cónyuge, la única mujer en España que es diferente a todas las demás, porque hasta donde yo sé nadie puede dirigir una cátedra en una universidad pública si no es catedrática, ni doctora ni licenciada”.

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Jaime de los Santos insistió en esa vía de acusaciones: “La mujer del presidente no es igual, porque a ella la protegen los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, a los que luego abandonan, porque va a veranear esta Semana Santa a un palacio patrimonio de todos y pagado por todos, porque la señora mujer del presidente sigue aceptando prebendas que convierten a empresas que después reciben rescates en casos repugnantes de corrupción”. Y acabó: “Rueguen a la mujer del presidente que deje de traspasar fronteras”.

La ministra de Igualdad descompuso su cara ante el tono, la forma y el fondo de esa intervención. Y lo primero que lamentó fue la que calificó como “falta de respeto a la igualdad y a las mujeres” y esas expresiones de “machismo reaccionario y negacionismo del PP apenas después de 48 horas terribles con dos mujeres asesinadas” y también dos niñas por violencia vicaria. Redondo se concedió ahí una primera andanada de indignación y gritó: “¡Vergüenza, vergüenza, vergüenza!”. Ya en un tono cada vez más alto siguió: “¡No se puede, no se puede, no se puede!”. Y remató: “No se puede, no se puede, no se puede!, el negacionismo mata”. Sí se pudo. Lo hizo Jaime de los Santos, para solaz de varios miembros de la dirección parlamentaria del grupo popular, como Álvaro Pérez, Macarena Montesinos o Jaime de Olano, que le arroparon con satisfacción. La presidenta de la Cámara baja, Francina Armengol, solicitó una reflexión a todos los presentes porque interpretó que los ciudadanos que siguen este tipo de sesiones guerreras del Congreso “no se merecen esto”.

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