El mundo sigue, el Sol sale todos los días

Estados Unidos, la gran potencia militar, económica y científico-tecnológica de nuestros días, no puede ser la última decisión, la última palabra, la última voluntad de la comunidad mundial. El unilateralismo consiste en actuar independiente de los otros para alcanzar objetivos. Supone imponer intereses y valores sin buscar acuerdos sin intentar la cooperación. En resumen, imponer, vencer y no convencer. Así ha habido momentos históricos que no han dado resultados favorables para la evolución de la especie humana.

¿Se imaginan un congreso de grandes potencias que se repartiera el mundo como el Congreso de Viena en el siglo XIX, que buscó un nuevo orden europeo tras la derrota de Waterloo? ¿Imaginan a Putin, Trump, Xi Jinping repartiéndose el mundo? Estoy convencido que sería otro fracaso, porque tras el Congreso de Viena asistimos a la Comuna, las guerras franco-prusianas y, después, a las dos Guerras Mundiales.

En una sociedad globalizada, recordemos la pandemia de Covid-19, o la epidemia de VIH, o las consecuencias del cambio climático, que sufrimos todos… sin respeto por las fronteras nacionales, ni las clases sociales, ni los niveles de escolarización, solo puede haber respuestas multilaterales, por pequeñas y poco ambiciosas que sean. Fuera del multilateralismo solo hay más dolor, más. Recientemente se acordó en Ginebra, tras 13 rondas negociadoras, un acuerdo que nos permita afrontar mejor la próxima pandemia. La última del Covid-19 costó 20 millones de muertos y una recesión económica que costó cinco años de parón del nivel de vida para los 8.000 millones de habitantes del planeta Tierra.

El acuerdo que debe ser sometido aún a la consideración de la asamblea de la OMS prevé que se puedan hacer transferencias tecnológicas, previo acuerdo de los países, para que lleguen los remedios terapéuticos rápido a los cuatro confines del mundo. No habrá seguridad global si no hay solución terapéutica global en una pandemia.

Recuerden a los que dijeron que, como mucho, tendríamos unos pocos casos en España de aquel virus que surgió en Wuhan. Por ese acuerdo sobre pandemias que se hilvanó en la OMS, en Ginebra, creo que el mundo va a seguir, que el Sol sale todos los días y que para ver el amanecer hay que estar despiertos.

Todo pasa, lo único que queda es el hombre y la Historia, y no creo que vivamos el Apocalipsis con la misma tranquilidad que creo que yo no veré en vida el AVE por Cerdedo. Y me conformo con ir a Orense desde Vigo por la línea del Miño, modernizada a 120 por hora y con salida sur en alta velocidad para la línea Vigo-Oporto. Lo posible es lo real.