Rebelión en las calles de Caracas por el fraude y represión chavista
La peor pesadilla se ha desatado para Nicolás Maduro. Si hay un mito en Venezuela que durante años atemorizó al chavismo es del día que bajen los cerros (barrios populares). Lo hicieron en 1989 contra la subida de la gasolina ordenada por Carlos Andrés Pérez y el resultado fue una sublevación popular con centenares de muertos y el principio del fin del presidente socialdemócrata.
Ayer comenzaron a hacerlo, cuando desde Petare y Catia, desde los Valles del Tuy o La Vega, los jóvenes se lanzaron a la calle indignados por el robo de su voto y por el secuestro de su futuro. Desde las caceroladas de por la mañana a la cacería emprendida por los colectivos revolucionarios (paramilitares chavistas) contra los manifestantes en las cercanías del Palacio de Miraflores, la sede de gobierno de Maduro, sólo pasaron unas horas de "arrechera" (enfado) in crescendo. A tiro limpio espantaron a quienes pedían democracia ante la mirada cómplice de los policías bolivarianos.
Hasta una estatua de Hugo Chávez en Coro, en la zona occidental del país, cayó como si se tratara de la de Sadam Hussein en Irak. Muchos más fueron los carteles y fotografías gigantes de Maduro, derribadas, quemadas y pisoteadas por la ira popular.
Miles de cacerolas comenzaron a sonar en la mañana de este a oeste de Caracas, desde Petare, la mayor favela de América Latina, hasta Catia, que circunda Miraflores. El cacelorazo fue de época, las clases populares impusieron el ritmo metálico de la protesta, un clásico en la Venezuela contemporánea.
"Es la expresión de una ciudadanía que se siente ultrajada por una camarilla perversa atrincherada en el poder", resumió César Pérez Vivas, dirigente de la oposición democrática.
Y tanta fue la emoción que los más lanzados se fueron a la calle con los mismos instrumentos y sus banderas nacionales para demostrar su ira ante el masivo robo electoral. Primero en barrios populares de Caracas y después en al Venezuela profunda, la misma que fue el origen del movimiento de liberación nacional encabezado por María Corina Machado. Miranda, Vargas, Aragua, Portuguesa, Carabobo, Falcón, Anzoátegui, Táchira y otros estados no perdieron la oportunidad de demostrar que quieren cobrar su victoria electoral.
Un río humano, al que acompañó una tormenta tropical, caminó calle abajo en Petare bajo el grito de "El pueblo, unido, jamás será vencido".
Los protestantes no se conformaron y empezaron a cargar contra los símbolos.
Como si se tratase de un mal dèjá-vu, guardias nacionales en moto comenzaron a golpear de forma salvaje a uno de los jóvenes detenidos en la zona este de la capital. El Foro Penal contabilizaba a esa hora 13 personas detenidas. Ya se tenía noticia al cierre de esta edición de un joven herido de un balazo en Barquisimeto, que se une a la lista de heridos de la noche electoral, sobre todo en Táchira, el estado fronterizo con Colombia.
Los paramilitares dispararon, golpearon y amedrentaron antes de herir a varios jóvenes y a matar a uno de ellos en Táchira. Se trata de José Valero, quien resultó alcanzado por un proyectil mientras esperaba conocer los resultados en su centro electoral en Patiecitos. Otros jóvenes también resultaron heridos de bala en la misma zona del país, donde también está presente la guerrilla colombiana aliada de Maduro.
"La indignación de la multitud se expresó ayer en votos. Hoy se está desplegando, sobre el territorio, de otras maneras", advirtió el sociólogo Rafael Uzcátegui, director del Laboratorio de Paz.