Thomas Erikson, experto en patrones de comportamiento: "El ejemplo más claro de un narcisista público es Donald Trump, pero hay personas tóxicas en la derecha y en la izquierda"
Antes pensábamos: "¡Menudo imbécil!" cuando veíamos a alguien que se adora, pero ahora esa vanidad se ha normalizado. ¿Podemos culpar de ello a las redes sociales en exclusiva?
Sí, hay una parte que se atribuye a los likes, pero siempre hay más de una respuesta. Otro problema son los padres helicóptero. Al menos, en inglés se dice así. Son esos progenitores que tratan a sus hijos como dioses. En China les llaman los niños dorados, porque siempre les dicen que son fantásticos y pueden conseguir lo que quieran. Sitúan a sus hijos en un pedestal y luego llegan al colegio, donde están con otros niños de oro. Entonces, el conflicto está servido. La sociedad, en general, ha pasado de la introversión a la extroversión, y el narcisismo es un comportamiento extrovertido. Esto es simplificar un tema muy complejo, donde entran muchos factores, pero en las redes sociales puedes exhibirte. Cuando yo era niño, no te enterabas de lo que sucedía a tu lado, pero ahora si alguien estornuda en Madrid se enteran en Buenos Aires. ¿Por qué? Gracias a Internet.
¿Por qué un narcisista hace sufrir a todo aquel que le rodea?
Porque manipulan, nos utilizan, nos engañan, mienten, roban... Si eres maltratado acabas sufriendo mentalmente, desde estrés a ansiedad, burnout, a depresión en el caso de que se mantenga en el tiempo. Hay muchos estudios en curso que intentan encontrar hasta qué punto los comportamientos tóxicos afectan a tu cerebro. El cerebro tiene esa neuroplasticidad: puedes dañar el cerebro físicamente siendo maltratado, pero también poder reparar el cerebro si sales de eso. Se puede, de hecho, cambiar de entorno y mejorar mejorar el estado cerebral. Un narcisista puede destrozar tu autoestima, hacerte sentir la peor persona del mundo. ¿Y cómo te recuperas de eso, si tienes una madre que te dice que no vales para nada y que eres un perdedor? Desde luego que va a ser muy dañino.
¿Por qué este comportamiento se promueve y se premia desde la sociedad?
Hoy en día promovemos a personas exitosas y que tienen buena apariencia. El chaval de 20 años que lleva un Lamborghini es el que capta nuestra atención, porque quizá querríamos ser como él. El narcisismo es parte de los valores Occidentales en una sociedad de autobombo. Hacemos hincapié en el individualismo y la libertad: puedes hacer lo que quieras. En el mundo árabe o en el oriental, por ejemplo, la orientación es más colectiva. No se promueve tanto el individualismo como aquí en Europa. Y si lo llevamos demasiado lejos, nos encontramos con personas que acaban derrapando. Decir: trabaja en ti mismo, entrena duro, puedes construir tu vida, tu carrera, etc., está muy bien, pero si construyes ese yo en detrimento de otros y de la sociedad, en vez de dar algo para recibir algo, entonces es dañino, porque el narcisista lo quiere todo. Estos comportamientos, por ejemplo, no son aceptados en Japón. Es otra filosofía, otro contexto cultural. Si bien es un fenómeno global, en Occidente lo vemos de forma más exacerbada.
¿En qué se diferencia el egocentrismo de la obsesión patológica con uno mismo?
Por ejemplo, las personas que identifico con el color amarillo, extrovertidas y que buscan reconocimiento, si llevan estos comportamientos al extremo, caen en lo histriónico. Una promoción constante, muy molesta e irritante. Pero si lo llevas todavía más allá, hacia lo tóxico, usando a otras personas para tus fines caes en la manipulación para llegar a tus objetivos. Ahí hablamos de narcisismo. Y más allá aún, hablaríamos ya de un psicópata. Todo esto existe en una escala. No hay una forma de trazar una línea, sino que se trata de encontrar patrones. Pero el narcisista lo que quiere es sacar partido de otras personas. No le importa maltratarlas o utilizarlas. La escala, por tanto, no tiene solución de continuidad.
Dado que su modelo de los cuatro colores no es un procedimiento científico, sino basado en la experiencia, ¿en qué medida lo relaciona con el narcisismo?
No hay una equivalencia entre tipos de personalidades y narcisismo. A menudo, los amarillos y los rojos son los tildados de narcisistas. Y eso es por sus rasgos extrovertidos. Pero no se restringe a esos dos colores. Hay narcisistas encubiertos, que se sienten mejores que los demás, y creen que el mundo les trata mal, pero son introvertidos, a menudo verdes. Lo vemos hoy en día, cuando tratan de llamar la atención haciéndose la víctima. Esta manipulación es muy sutil, no se trata de hacer daño con un palo y una piedra. Diría que en los azules es en los perfiles en los que más se puede confiar, porque no les importa qué piensen de ellos. Entonces, tienen menos tendencia al narcisismo. Pero no es algo que pueda probar, porque no hay estudios.
¿Es más peligroso el narcisista si es un personaje público, al propagar sus valores a los demás?
Efectivamente, son plataformas de promoción. Los políticos, por ejemplo, propagan sus ideas. Son altavoces que en segundos llegan a cualquier rincón del planeta. Lo vemos día a día y están en todas partes.
¿Puede poner un ejemplo?
El ejemplo más claro de un narcisista público es Donald Trump, pero hay personas tóxicas en la izquierda y en la derecha. No es un rasgo exclusivo de una ideología. Lo interesante de Trump es que le odian tan visceralmente algunos y, al mismo tiempo, es fantásticamente amado por otros. Realmente, es una figura muy problemática. Si ves una entrevista, el 99% de lo que habla es sobre él. Su competencia en el lado demócrata jamás lo admitirá como un hecho, pero ha hecho algunas cosas buenas cuando estaba en la Casa Blanca, igual que también dijo muchas estupideces. El asunto con los narcisistas es que si reciben la atención correcta también pueden hacer cosas buenas. Él cree que lo sabe todo, sin un protocolo, así que es un verbo suelto. Pero ha habido otros presidentes narcisistas en la historia de los Estados Unidos. Kevin Dutton, psicólogo británico, miembro de la Royal Society of Medicine e investigador, estudió la psicopatía y dijo que John F. Kennedy era el peor psicópata. Y el segundo Bill Clinton, aunque Hillary quedó en una escala muy alta. Y los vemos como gente sonriente y maravillosa. Porque el narcisismo es una técnica de manipulación que está en la política, en empresas, en la televisión... en todas partes.
¿Por qué aun adulando a un narcisista y ofreciéndole lealtad y servicio, sigue sin ser feliz?
Siempre sospechan y piensan que alguien está en contra de ellos. Podríamos sentirnos tristes por los narcisistas, porque no sienten amor y empatía por el resto de seres humanos. En su corazón, saben que realmente no son tan buenos, pero están atrapados en su juego. Siempre quieren más. Y si llevan un Mercedes y el vecino tiene un Bentley ya están jodidos. Los narcisistas siempre se están comparando y creen que son ellos los que tendría que tener lo mejor. ¿Por qué mi casa tiene 20 habitaciones y esa otra tiene 25? ¡Es injusto! Asumen que les van a tratar como ellos tratan a los demás. Pero son absolutamente conscientes de lo que hacen, así que tampoco me producen mucha lástima.
¿Por qué hablamos tanto de autoestima y amor propio si la sociedad parece aborregada?
Filosóficamente es interesante. Cuando yo era pequeño, existíamos, no hablábamos de amor propio. En los años 70, surgió ese movimiento que hablaba de sentirse bien con uno mismo. Hay un 15% de líderes. Pero la mayor parte de la sociedad, un 85%, no se interesa por eso. Son rebaño. Quieren vidas normales, tener hijos, y no necesitan tener éxito o mejorar. Muchas personas no quieren responsabilidades, es más fácil que les digan lo que tienen que hacer. Normalmente, queremos pertenecer a un grupo: tener una cierta fe, un equipo de fútbol, de natación, estar en un club de lectura, ser de un partido político... Tú mismo te etiquetas con tu oficio, te identificas con algo. Necesitamos esa conexión con el grupo, pero una minoría no lo necesita tanto. Los narcisistas son individualistas pero juegan con el grupo. Suena terrible, pero el mundo funciona así: gente pensando que es mejor que los demás y enfrentados en bandos. Es totalmente tóxico.
¿Cómo escapamos entonces de esta pandemia de narcisismo y, especialmente, de los maltratadores psicológicos?
Es fácil: vete. Las personas tóxicas no cambiarán, no hay nada que hacer más que poner distancia. Cuando hablamos de una pandemia de narcisismo, llegará un punto de colapso en el que volveremos a una fe de cualquier tipo, quizá más moderna y adaptada al siglo XXI. No tiene por qué ser religiosa, yo no lo soy, pero reconozco el valor de los valores que transmite y del amor. Pero ahora no estamos ahí y me muestro muy pesimista cuando miro alrededor. La humanidad sobrevivirá pero en una carretera con muchos baches.