Emociones polarizadas

Sin embargo, cuando uno bucea en los datos de la polarización del país, cuatro de cada diez votantes se definen como «independientes», capaces de ponerse de acuerdo sobre muchos asuntos públicos. Solo unos pocos ciudadanos se sitúan en los extremos ideológicos, el 13% en la extrema izquierda y el 11% en la extrema derecha. Son las élites de cada partido y los militantes de base los que han basculado hacia las posiciones más radicales, por ejemplo, sobre minorías raciales en el caso de los demócratas y acerca de la política de inmigración en el de los republicanos. Los candidatos más polarizados tienen mayores posibilidades de ganar elecciones debido, entre otros factores, al diseño de distritos electorales a medida de un solo partido, una práctica cuestionable aceptada por ambas formaciones políticas.

No obstante, todos los expertos señalan que sí existe una «polarización afectiva», según la cual muchos ciudadanos de a pie detestan a los que eligen otras opciones ideológicas. El número de matrimonios entre personas que votan distintas opciones ha bajado de forma sustantiva. Las percepciones muy negativas sobre el que piensa distinto aumentan por las distorsiones de las redes sociales y la información televisiva partidista y sin matiz alguno. La polarización afectiva es el contexto que da alas a la violencia política y deja en el olvido a los hábitos cívicos.