Desde adoptar a un pulpo o dormir en el hielo hasta dirigir una orquesta sin nociones musicales: los regalos extravagantes que marcan la diferencia (y tanto)

Cantaba el grupo Izal hace unos años eso de "nostálgico, excéntrico, democrático.
Puede que para ti incluso romántico de un modo que no entiendo". Se refería a un "extraño regalo", como de hecho se titula la canción. Lo raro, lo excéntrico, lo demasié, a veces no tiene explicación y por eso nos llama tanto la atención. Cuando se trata de un regalo, todo se magnifica: porque queremos halagar o sorprender al otro o porque incluso nos recreamos en nuestro propio ego con aquello de "me he quedado a gustísimo consiguiendo esto para la otra persona".
Pero claro, aquí entra lo subjetivo: ¿Qué es raro para ti, lectora que estás leyendo esto? ¿Qué es extravagante o excéntrico? ¿Lo marca el lujo, el presupuesto o lo llamativo o raro que sea? Tal vez para un familiar, un perfume que no ha tenido nunca sea extravagante, pero para un amigo de la infancia no signifique tanto como una entrada a un concierto en otro país o un objeto personalizado especialmente para él. Puestos a pensar... ¿Qué es lo más raro que te han regalado?
Empecemos por el día a día, que al final es lo que nos define. Cuando pregunto a mi entorno, me encuentro auténticos bodrios. A Edurne le tocó "un bolígrafo con la bandera de España y un adorno de Navidad viejo". Eso sí, el leitmotiv era regalar cosas que uno ya no necesitara. A Alberto le regalaron "una cortina de ducha" cuando estaba empezando una relación, tal vez como una forma liviana -y educada- de decir "el agua tiene que dejar de inundar el cuarto de baño cada vez que nos duchamos". En los inicios de los vínculos es más fácil no acertar, está claro. Tan cristalino como lo tuvo Ana hace unos años con un joven rollete: "Me llegó un día con una cajita preciosa. Al abrirla, me encuentro con dos cisnes de papiroflexia. Estaba entregadísimo con esa práctica y a saber cuánto había tardado en poner papelito sobre papelito para conseguir las dos figuras... Pensarás que es original, pero es que, ¿qué haces tú con eso? Tenía mil figuritas y me tienen que tocar dos cisnes".

El restaurante El Diablo, en Lanzarote, cocina, literalmente, con el calor del volcán.
El restaurante El Diablo, en Lanzarote, cocina, literalmente, con el calor del volcán.D.R.

Si va a ser extravagante, que lo sea de verdad

Lo cierto es que, si lo que queremos es ser originales de verdad, dar el golpe, que nos recuerden para siempre (en el mejor sentido) el mercado está hoy repleto de posibilidades. Para los amantes de los animales o de la naturaleza en general existe la alternativa perfecta: la adopción de un pulpo o de una estrella. Entidades como WWF o Sea Shepherd suelen tener programas de conservación que permiten adoptar criaturas marinas como pulpos. Los precios oscilan entre los 100 y los 500 euros, dependiendo de si sólo queremos apadrinar al pulpo o participar además en un proyecto de conservación marina de mayor magnitud. Eso sí, en la mayoría de los casos no lo podremos ver nunca in person, así que esto es como quien tiene un familiar lejano y lo saca a colación todo el rato en la conversación sin haberlo visto desde la cuna. En otros casos sí existe la posibilidad de seguimiento de las áreas donde vive el ser vivo o la visita al centro de conservación donde habite.
Lo mismo ocurre con las estrellas, aunque en este caso los telescopios nos pueden ayudar a observar en qué estado se encuentran ( y a decir 'yo tengo una estrella' para quedarse con todo el personal en cualquier tertulia). En el momento de la compra se nos envía un registro certificado por el International Space Registry que garantiza la autenticidad y en algunos casos, se nos ofrece un pack con telescopio incluido. Nos dan diferentes opciones: una estrella visible, una que forma parte de una constelación o dos que orbitan entre sí: los precios van desde los 30 hasta los 70 euros.
Si la persona a la que vamos a regalar es más aventurera, seguro que con este titular le hacen los ojos chiribitas: "Vale por una cena en un volcán en activo". Habrá que viajar, eso sí: en nuestro país, a golpe de avión con destino Lanzarote. En Timanfaya la actividad sísmica está latente, y en el restaurante que se localiza allí, en el Parque Nacional, de nombre El Diablo, se cocinan los alimentos sobre un grill geotérmico que utiliza el calor del volcán.
A otras temperaturas más frías existen también opciones extravagantes, como la de regalar una noche en un hotel de hielo. Hay diferentes en el mundo, aunque el primero y más grande del mundo está en Suecia desde 1989. Tanto este como otros en Noruega o Finlandia incluyen saco de dormir polar, además de accesos a spas y saunas especiales. Menos mal, también te digo. La noche ronda desde los 200 a los 600 euros, dependiendo de qué otras actividades queramos incluir en nuestro helado regalo.

Una habitación del Icehotel de Suiza, en Jukkasjärvi.
Una habitación del Icehotel de Suiza, en Jukkasjärvi.D.R.

Emociones fuertes: desde fantasmas hasta una pareja

A quien le guste el terror, dos propuestas: dormir en un castillo encantado o que te encuentren una pareja. El Castillo de Chillingham en Inglaterra ofrece visitas y pernoctaciones en determinados momentos del año. El parador de Cardona, mucho más cerca para nosotros, es famoso por sus apariciones, sobre todo en la habitación 712, que por decisión del propio hotel sólo se oferta a petición del cliente. La estancia tuvo que cerrarse al tener un presunto inquilino permanente, que despertó las quejas de muchos huéspedes. Leyenda o no, raro sí es.
Pero si buscamos algo más romántico, los servicios de Verónica Alcanda pueden resultar un acierto siempre que la persona que reciba el regalo esté abierta al amor. Su trabajo se basa en buscar pareja a altos cargos. Ella ofrece "exclusividad, personalización y máxima confidencialidad" y lo cierto es que no ha parado de obtener éxitos, aunque no sea una búsqueda fácil.

La clave está en la personalización de las experiencias

Como decíamos al comienzo, a veces lo excéntrico o lo extravagante no lo determina tanto el precio o lo especial del regalo, sino más bien lo personalizado o trabajado que esté. En este caso, existen empresas dedicadas a este tipo de experiencias como Alberta La Grup, que consiguen que sus clientes puedan delegar el esfuerzo de buscar o trabajarse ese obsequio y se dediquen a, simplemente, pedir. Paula Climent, Head of Experiences & Events de la empresa, nos enumera algunas de esas peticiones conseguidas: "Comprar y envolver un Porsche; logramos que hicieran de nuevo un perfume descatalogado de Louis Vuitton exclusivamente para una de nuestras clientas; unos clientes se interesaron por una pieza de música compuesta a medida de su historia, y nos la hizo un compositor y un violinista de la Filarmónica de Austria... Otro cliente tenía el sueño de averiguar qué se sentía al dirigir una orquesta y organizamos que fuera posible, tomó la batuta y frente a su familia y los músicos, cumplió su sueño. Nos han pedido también unas sneakers imposibles de conseguir, valoradas en más de 15.000 euros".
Los precios, claro está, son altos; se dirigen a un cliente "con un patrimonio neto entre los 4,75 y los 29 millones de euros. Suelen ser empresarios, celebridades, deportistas de élite, altos ejecutivos o personas que han alcanzado el éxito a través de su esfuerzo y que necesitan delegar las complejidades de la vida diaria", destaca Climent. Para ellos, la extravagancia no está en el precio, sino en lo que es único: "En lo que no está disponible, lo que es a medida, discreto, que no existe en mercado o nadie ha experimentado antes. Trabajamos en experiencias que reflejan pasiones, recuerdos y que son completamente personalizadas".
Lo cierto es que, dentro de cada presupuesto, el valor es el que le ponemos nosotros, como también recalcan desde Alberta: "Como decía el genio del arte contemporáneo Andy Warhol: "¿Qué vale una obra de arte? El precio que se esté dispuesto a pagar, ¿no?". Y esa, al final, es la verdadera extravagancia.