Pero al mismo tiempo, ha advertido de la incertidumbre en la inflación -en especial, por el impacto de los aranceles de Donald Trump- y en el mercado laboral -que viene de datos peor que lo esperado en el mes de julio-, lo que llevará a la Fed a tomar una decisión «con cautela sobre cualquier cambio» en la política monetaria.
Toda esa cautela es la que el propio Trump no desea, que lleva meses presionando a Powell y a la Fed para que imponga bajadas agresivas de tipos de interés que impulsen a la economía de la primera potencia mundial. Entre insultos constantes, el multimillonario neoyorquino ha amagado con despedir a Powell -al que él mismo nombró en 2017- lo que sería una decisión inédita y provocaría una sacudida peligrosa en una institución que opera con independencia del poder ejecutivo.
Las palabras de Powell sobre los aranceles habrán dolido a Trump, que tiene en las tasas comerciales uno de los grandes pilares de su política económica. «Los efectos de los aranceles en los precios para los consumidores ya son claramente visibles», dijo Powell después de que el último dato de precios que más observa la Fed, el del gasto en productos de consumo, se elevara hasta el 2,6%, alejándose del objetivo del 2% que tiene el banco central. «Esperamos que esos efectos se acumulen en los siguientes meses, con alta incertidumbre sobre su ritmo y la cantidad», advirtió.
En uno de los pocos mensajes que podría haber dedicado a Trump -y a quien sea que el presidente elija para sustituir a Powell a partir del próximo mayo, cuando expira su mandato- el presidente de la Fed dijo que el comité de política monetaria se basará «exclusivamente en los datos y en sus implicaciones para las perspectivas económicas y para el equilibrio entre riesgos«.
«Nunca nos alejaremos de esta posición», proclamó.