El jefe del antiterrorismo británico pide prohibir las redes sociales a los menores de 16 años

El caso de Rudakubana ha reavivado el debate sobre la influencia de las redes sociales en la violencia juvenil. Según una revisión del programa gubernamental Prevent, encargado de la prevención del terrorismo, el joven había dado múltiples alertas previas. Había atacado a un compañero con un palo de hockey, utilizado ordenadores escolares para buscar información sobre el atentado del Puente de Londres y portado armas en el colegio. Además, había investigado masacres escolares y expresado admiración por el atentado del Manchester Arena en 2017. Sin embargo, no se tomaron medidas contundentes. El informe concluyó que existió una «insuficiente exploración» de los antecedentes de Rudakubana, lo que pudo haber contribuido al fatal desenlace.

El impacto de las redes sociales en la psique de los jóvenes es un tema que, para muchos, ya no admite demoras. Matt Jukes, cabeza de la unidad antiterrorista británica, ha comparado el daño de las plataformas digitales con el cáncer que provoca el tabaco. «Si hago un paralelismo con el daño causado por el tabaco, en 1950 ya estaba claro que fumar causaba cáncer de pulmón y mataba a la gente», explicó Jukes ante la Comisión de Crimen y Justicia de The Times, un proyecto de investigación de un año que analiza los problemas más urgentes que enfrenta el sistema de justicia penal en el Reino Unido. «Pero pasaron décadas antes de que los gobiernos decidieran regular, no sólo la venta del tabaco, sino incluso su publicidad en lugares donde los jóvenes podían verlo».

Jukes considera que la situación actual con las redes sociales es similar: un problema ampliamente documentado, pero sin medidas contundentes para frenarlo. «El cáncer de los contenidos peligrosos en línea, que están impulsando la violencia, está presente en nuestras comunidades y en la vida de los jóvenes ahora», advirtió. Por ello, ha instado al Parlamento británico a explorar una regulación más estricta, incluida la verificación de edad en plataformas sociales y la prohibición de su uso para menores de 16 años, una medida que Australia ya ha comenzado a implementar.

A pesar de la aprobación del Online Safety Act, una ley del 2023 cuyo objetivo es regular el contenido en línea y proteger a los usuarios, especialmente a los menores, de daños en Internet, Jukes cree que la ley podría necesitar ajustes adicionales, como exigir que las plataformas supervisen los mensajes privados.

«Debemos avanzar en materia de seguridad en línea con un rigor y determinación que aún no hemos logrado a nivel internacional», insistió. Para ello, propone reabrir el debate sobre si las plataformas deben asumir una mayor responsabilidad en la regulación de los contenidos privados. Tal y como está ahora, la legislación establece nuevas responsabilidades para las plataformas digitales, como exigir que tomen medidas activas para eliminar contenido ilegal y perjudicial, como abuso infantil, discursos de odio, desinformación y material relacionado con el terrorismo, pero para el experto en terrorismo, esto no es suficiente.

Sin grupo ideológico

Y es que el asesinato de Southport ha dejado al descubierto una tendencia preocupante: la proliferación de individuos que, sin un grupo ideológico detrás, cometen actos de extrema violencia. Keir Starmer, el primer ministro británico, fue categórico hace unos días en su advertencia sobre el fenómeno: «El asesino forma parte de una nueva ola de terrorismo que amenaza al país«, dijo, y añadió que »la violencia extrema está siendo perpetrada por hombres solitarios, inadaptados y jóvenes en sus habitaciones«.

La declaración de Starmer refleja la inquietud de los expertos: ya no se trata solo de redes extremistas organizadas, sino de individuos aislados cuyo contacto con la realidad está mediado por el contenido tóxico al que tienen acceso gracias a Internet.