Esa previsión estaba basada en los efectos esperados de la «iniciativa de crecimiento», un conjunto de políticas de estímulo de la fallida «coalición semáforo», como mejores condiciones de depreciación para incentivar la inversión, medidas gubernamentales para bajar los precios de la electricidad e incentivos para jornadas laborales más largas, que finalmente no han surtido el efecto estimado. Algunas de ellas ni siquiera se llegaron a implementar. Presentar este informe ha supuesto para Habeck reconocer públicamente su fracaso, en plena campaña electoral.
El informe económico anual también alerta, con respecto a los aranceles a las importaciones de la UE anunciados por Trump, que los riesgos para el comercio exterior han aumentado significativamente y que estas previsiones son provisionales, a la espera de las decisiones de Washington. Habeck reconoce que el daño podría ser considerable, puesto que disminuirán las exportaciones.
El consumo privado en Alemania, por otra parte, tampoco se recupera, debido a las múltiples incertidumbres que pesan sobre los agentes económicos. Habeck sólo ve «luz al final del túnel» en 2026, con un crecimiento estimado del 1,1%, pero su cálculo no es recibido con demasiada confianza por parte de los mercados, dado que ha pasado toda la legislatura corrigiendo a la baja, una y otra vez, cada una de sus estimaciones. En otoño, sir ir más lejos, contaba con un aumento del 1,6% del PIB para 2026.
Todo esto tendrá como consecuencia que la tasa de desempleo aumente este año del actual 6,0% al 6,3%, unos 120.000 desempleados más debido al aumento de las quiebras empresariales. En cuanto a la inflación, espera una evolución «moderada» de los precios al consumidor, debido al aumento del precio del transporte local y del repostaje y la calefacción. El gobierno alemán espera una tasa de inflación promedio anual del 2,2%, dentro del rango del objetivo del 2 por ciento del Banco Central Europeo.
El informe apunta a «causas cíclicas, pero sobre todo estructurales». Las empresas siguen frenando las inversiones y las organizaciones empresariales advierten que Alemania está perdiendo puntos como sede de negocios. «El estado de ánimo es miserable», reconoce el presidente d la patronal de la industria (BDI), Peter Leibinger. Los nuevos pedidos, la inversión en plantas y las expectativas de exportación están disminuyendo. «No recuerdo una situación tan difícil en mi carrera», dice, «como emprendedor, me hago la pregunta con cada inversión: ¿Lo hago aquí o allá? En Alemania, el problema no son solo los altos costes, sino también la desconfianza fundamental de las empresas».
Las principales razones mencionadas por los inversores para mantenerse a la defensiva son los mayores precios de la energía y una mayor carga fiscal, mayores contribuciones a la seguridad social, demasiada burocracia y una infraestructura deteriorada. Además, el creciente envejecimiento de la población desacelerará el crecimiento en los próximos años, debido a la escasez de trabajadores cualificados. La BDE es aún más pesimista que el gobierno y espera que la producción económica se contraiga un 0,1% este año. Tanja Gönner, directora general de la Federación de Industrias Alemanas, añade que, si Estados Unidos impone nuevos aranceles, la contracción podría llegar fácilmente al 0,5%.
Otra fuente de preocupación es el presupuesto federal. El Tribunal Constitucional ha tumbado en dos ocasiones los presupuestos generales durante esta legislatura y todo apunta a un mayor endeudamiento del gobierno, debido a que el llamado componente económico del freno de la deuda permite más préstamos. Según fuentes gubernamentales, el margen presupuestario aumentará en 2.100 millones de euros en 2025. El canciller Olaf Scholz había estimado previamente un agujero en el presupuesto para 2025, aún no aprobado, de 26.000 millones de euros.
Hasta el reciente ataque con cuchillo en Baviera, en el que murió un niño de dos años, la economía era el principal tema de la campaña electoral, de cara a los comicios anticipados del 23 de febrero. La Unión Cristianodemócrata (CDU), en el primer puesto en las encuestas, ofrece recortes fiscales y menos burocracia, mientras que Scholz promete un «Fondo Alemania» de mil millones de dólares financiado con créditos para movilizar inversiones y renovar la infraestructura. Decenas de asociaciones empresariales han convocado una «Jornada de Alerta Económica», con movilizaciones y protestas para llamar la atención sobre el que desde su punto de vista es el principal problema: la falta de competitividad de Alemania. Piden menor carga fiscal, límites a las contribuciones a la seguridad social y mayor flexibilidad en la legislación laboral.