Olivia Rodrigo arrasa en Barcelona ante una legión de fans entregadas

Los fabricantes de purpurina y lentejuelas recordarán este verano como una buena época de ventas. Si las fans de Taylor Swift usaron kilos para asistir a sus conciertos madrileños, las de Olivia Rodrigo no se han quedado atrás en Barcelona. La ex-estrella de la factoría Disney, que ahora se erige como una de las cantautoras más potentes de la escena pop actual, llenó ayer de juventud el Palau Sant Jordi en la primera parada en España del tour de presentación de su disco Guts. Mañana repetirá su actuación en Madrid y posiblemente lo haga de manera exacta porque, hasta el momento, cada recital de la gira ha sido un calco del anterior desde que arrancó en febrero en el Acrisure Arena de Palm Springs. Con solo dos álbumes en el mercado y sin tirar de versiones, no tiene demasiado margen para la improvisación, pero tampoco le hace falta. En menos de dos horas de actuación, la artista apela a los sentimientos comunes de la adolescente de a pie y se hace su mejor amiga. Si usted no lo entiende es que "nunca ha sido una niña de trece años", como dice la menor de las hermanas Lisbon en Las vírgenes suicidas.O no se quiere acordar.

Una buena parte de los asistentes al concierto de la capital catalana seguramente conozcan lo que es ser una chica de hoy en día por convivir con una de ellas. Los menores de 16 años no podían entrar sin la compañía de un progenitor o tutor legal, así que entre el público había mucho adulto de mediana edad que quizá regrese al mismo estadio en unos días para ver a Bruce Springsteen (si le queda dinero en el bolsillo, porque la época de las entradas a precios razonables ya pasó). Sin embargo, aunque estuviesen allí como meros consortes, en las melodías de Rodrigo pudieron reconocer a muchos artistas de su quinta. Por ejemplo, The Breeders, que han sido sus teloneras en Estados Unidos, están presentes en canciones como Ballad Of A Homeschooled Girl y es imposible no pensar en The Cure cuando empieza Pretty Isn't Pretty. Estos homenajes tan evidentes le han valido algún disgusto a la autora, que tuvo que incluir a Taylor Swift en los créditos de Deja Vu por su parecido con Cruel Summer. El incidente supone un ejemplo del buen consejo "no conozcas a tus ídolos" y, sobre todo, no te metas en pleitos con ellos.

La imagen que Olivia Rodrigo proyecta a su público es la de chica-rebelde-alternativa de una película de instituto de finales de los años 90. Lo deja claro desde que hizo aparición en el escenario, vestida con lentejuelas plateadas pero con botas Dr.Martens a los pies, para interpretar Bad Idea Right?. Fue el pistoletazo de salida de un show-karaoke en el que el hit incontestable que es Vampire-megaexitoso single de presentación de Guts- sonó casi al principio seguido de Traitor, uno de los himnos de su primer álbum Sour. Dos canciones de despecho amoroso coreadas por las 'livies' -nombre de las integrantes del fandom de Rodrigo- que a estas alturas de la noche ya habían perdonado a la artista por no parar en España en su gira mundial de 2022. Este martes, por fin, pudieron cantar a voz en grito las estrofas de Drivers License, su tema debut post-Disney y con el que ganó uno de sus tres Grammys. La interpretó al piano así como Teenage Dream, una canción que escribió a los 19 años, en plena fase de angustia adolescente ante la incertidumbre del futuro.

La media luna flotante de color morado (una de sus señas de identidad) en la que se sentó para interpretar Logical y Enough For You sobrevolando al público, es uno de los escasos materiales de atrezzo que incluye en su espectáculo, en el que tampoco hay demasiados cambios de vestuario. Aparte de las bailarinas que la acompañan en algunas canciones como Love Is Embarrassing, el peso del concierto reposa sobre sus hombros y los de su banda, que está situada bien visible en el escenario. Tras volver a tierra, Rodrigo sacó a pasear su faceta más rockera con So American (algunas asistentes montaron amagos de pogo en la parte trasera de la pista) y Jealousy, Jealousy antes de sentarse en el suelo con las piernas cruzadas para cantar Happier y Favourite Crime con Daisy Spencer a la guitarra. El descanso seguramente le vino bien después de los bailes y saltos al estilo de Gwen Stefani en su época de No Doubt, cuando afirmaba que era Just A Girl. Otra de las influencias que a Olivia Rodrigo le sería difícil negar.

Las letras de las canciones de Rodrigo son caramelos para los detectives del salseo por la ambigüedad de sus destinatarios. Frases como "I try to be tough, I try to be mean/ But even after all this, you're still everything to me", coreadas en The Grudge, pueden estar dirigidas a un ex o a una amiga que ha dejado de serlo. Antes de la edad adulta, las relaciones de amistad pueden ser tan intensas como las amorosas y de hecho, la 'kiss cam' del concierto no buscó parejas sino mejores amigas que se abrazaron dando saltitos. Brutal y Obsessed (escrita junto a St. Vincent) precedieron a All-American Bitch, el tema basado en un ensayo de Joan Didion -sin duda, Olivia escoge bien a sus referentes- con el que se despidió por primera vez de su legión de admiradoras.

Regresó al escenario para interpretar dos extras:Good 4 U, un ejemplo de energía juvenil liberada a través de la música y patadas al aire y Get Him Back!, un final de fiesta con confeti. El concierto barcelonés de Olivia Rodrigo fue una celebración antes de las vacaciones de verano, un baile de graduación de un instituto californiano, un homenaje exaltado a la amistad juvenil. ¡Viva!.