Sánchez: Franco, Franco, Franco
El Gobierno no puede exigir que las fuerzas políticas y otras instituciones se sumen sin reservas a una programación de actos institucionales que terminan siendo de partido. La política de nuestros días, que se despliega en vuelos cada vez más cortos y cicateros, no puede deslucir un asunto tan medular para la identidad de nuestra nación como la reivindicación de la democracia. Por eso no podemos pasar por alto que se haya elegido como pistoletazo de salida la muerte de Francisco Franco, que no significó el comienzo de las libertades. Los sucesos históricos que vinieron, siendo más oportunos, no le sirven, pues suponen la reivindicación de otros agentes como los partidos de la derecha y la propia Corona que le resultan tan ajenos al Gobierno que pareciera que los evita.
No se explica bajo ningún punto de vista razonable que no sea un encontronazo institucional con Zarzuela que la comisaria de la conmemoración sea una persona que se ha mostrado abiertamente antimonárquica. La reivindicación de la Corona como responsable del cambio de régimen, siendo históricamente inapelable, incordia a los socios de la mayoría menguante de investidura, y por eso se orilla junto al resto de participantes relegados al otro lado del muro que prometió levantar Moncloa.
En la interpretación de la iniciativa es difícil abstraerse del contexto actual en el que se multiplican los frentes para el Gobierno. Le pesan las cuitas judiciales que implican a su familia, a su partido, a sus ministros y al fiscal general. Además, acarrea la desunión de su pretendida mayoría parlamentaria entre partidos a los que le resulta cada vez más difícil sintonizar y las encuestas no le son favorables. Desde el comienzo de su andadura, cada vez que el sanchismo bracea en las diversas tormentas que le asolan, se agarra a la dictadura y agita su fantasma con una reiteración que ya no reverdece los ánimos ni de su propio electorado, pero insiste: Franco, Franco, Franco. Ahora lo trae de nuevo a la actualidad como pegamento entre sus aliados y para resucitar una legislatura que parece herida de muerte.