Miguel Cueto, ingeniero de montes: «El coste de la extinción del fuego es más del doble que el de la prevención»

Las autoridades ocultan las carencias de su gestión, de su falta de inversión y previsión, con macrodebates sobre el cambio climático. Soflamas ideológicas que insultan la mirada de quien aún proyecta en sus ojos esa luz del incendio. Los conspiracionistas azuzan las brasas con teorías que corren como la pólvora pese a la fragilidad de sus argumentos.

En el lado opuesto de esta dimensión se encuentran los héroes con casco, en primera línea de batalla, y los expertos que arrastran años gritando al vacío entre los montes. Miguel Cueto, portavoz del Colegio Oficial de Ingenieros de Montes de Andalucía, responde a las razones de por qué los incendios atacan ahora con mayor virulencia, qué se esconde detrás de un infierno que los moradores del campo ya habían dibujado desde esas atalayas que sufren las embestidas del fuego.

-¿Por qué ahora hay más incendios que antes? ¿O por qué son tan duros, tan destructivos, si los medios para combatirlos son cada vez mayores y más contundentes?

-Eso depende de cada curso. La Junta de Andalucía publica una información para consultar el número de incendios y la superficie afectada. Y va por años. Aunque en este 2025 parece que va un poco más por encima de la media, tanto en número como en hectáreas quemadas.

 -¿Y cuál es el estado ahora mismo de los montes en Andalucía?

-Los informes constatan que ha aumentado la superficie forestal, hay más biomasa forestal que hace diez años. Por el abandono rural, porque no se hacen tantos trabajos selvícolas, porque hay menos ganadería... Eso es un dato indudable. ¿Eso qué implica? Pues que en una época como el verano, en los veranos secos, es más fácil que ardan los montes.

La demanda que siempre hacemos los ingenieros forestales es que haya más inversión en preparar los montes para que tenga una mejor defensa ante incendios. Eso no quiere decir que haya que actuar en toda la superficie forestal, porque es inviable, pero sí que hay que tener una aspiración: por lo menos, el 1 ó 2% de la superficie forestal tiene que tratarse, con cortafuegos, con pequeños mosaicos, y esta inversión creemos que tendría que ser mayor.

Los costes de la extinción, que son necesarios, siguen siendo dos o tres veces más caros que prepararlo en invierno para que no arda. Hay que presionar a las autoridades para que aumente la prevención y los gastos de trabajos en los montes en invierno y en otoño. Que no sea tan desproporcionada con lo que se tiene que gastar en extinción.

El coste de la extinción es entre dos y tres veces más de lo que se gasta en prevención.

-¿Los montes andaluces están abandonados o es exagerado decir esto?

-Coloquialmente, podríamos decir que podrían estar mucho mejor tratados. El 70% del monte es privados y el 30% es público, es decir, propiedad de la Junta de Andalucía, de ayuntamientos, de diputaciones... los gestiona la administración. Los fondos de prevención deberían ser mayores.

El 70% del resto necesitan que el propietario los gestione y los cuide, pero el coste es grande. Es un sector que siempre ha tenido subvenciones para realizar ese trabajo. En Andalucía, esas ayudas en los últimos años no son lo suficientemente potentes para que pueda abarcar una buena gestión de los territorios privados. Los dos puntos importantes son: la protección en los montes públicos y las ayudas en los montes privados.

-Es cierto eso de que los incendios de verano se apagan en invierno.

-Es un símil que quiere decir que hay que hacer los deberes antes para cuando nos examinemos a final de curso. Hay que dejar el trabajo hecho, con las cortas de matorral, cortafuegos, talas de árboles en zonas donde está muy denso y puede propagarse un incendio con rapidez. Todo eso es una labor callada, que no se nota tanto como la de los incendios en verano, pero que es muy importante.

-¿Va a cambiar mucho el escenario la nueva ley de montes?

-Hay aspectos novedosos e importantes. En la tutela de la administración a los montes privados, se quiere eliminar burocracia. El propietario podría hacer determinados trabajos en terrenos que no tienen mucha superficie, mucha entidad, hacer una declaración responsable y que no tenga que recibir la autorización. La administración tendría una labor de revisión.

También se fomentará el aprovechamiento de los montes, que puedan formar parte de la economía sostenible. Aprovechar la biomasa. Han pasado 30 años de la ley y hay cuestiones mejorables.

¿La nueva ley puede ayudar a reducir el número de incendios y de hectáreas quemadas?

Las leyes ayudan, pero lo que ayuda de verdad son las inversiones. La normativa hará todo más fácil, pero si no hay una inversión, pues es difícil que mejoremos el estado de los montes.