Puigdemont tumba el intento de Sánchez de arrancar los Presupuestos y asegurar la legislatura
No había terminado de hablar la vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, que apelaba desde la tribuna del Congreso a los grupos a "dar el primer paso para la aprobación de los Presupuestos", cuando en el patio, a escasos metros, el portavoz adjunto de Junts, Josep Maria Cruset, confirmaba que su partido votaba en contra de la senda de déficit y, por tanto, el Gobierno se quedaba sin apoyos para ese "primer paso". Junts pone otra vez al Gobierno contra las cuerdas. Tumba la senda de déficit. Los 7 votos de los independentistas eran claves y necesarios para poder sacar la negociación. En realidad, como todas las votaciones en esta legislatura, en la que Pedro Sánchez no puede prescindir de ninguno de sus socios.
A nadie se le escapa, tampoco al Gobierno, que este revés del partido de Carles Puigdemont se produce en la recta final de la negociación entre el PSOE y ERC para intentar un pacto de cara a la investidura del socialista Salvador Illa. Saben bien en el Ejecutivo, y lo lamentan, que la competición entre ERC y Junts, la pugna permanente que mantienen, es algo que sí puede dar al traste con la legislatura. "Ellos o el desierto", sintetizan, con lamento, fuentes del Gobierno.
La justificación oficial que da Junts para asestar este importante revés al Gobierno es la baja ejecución de presupuestos anteriores en Cataluña. Cruset se ha quejado de que en el ejercicio presupuestario de 2023, Cataluña se ha quedado en el 45% de la ejecución presupuestaria. "Si miramos la totalidad de todas las comunidades, Cataluña se queda en el porcentaje de ejecución más bajo de toda España".
De nuevo una votación clave en el Congreso, y de nuevo "la silla eléctrica", como definan muchos en el PSOE la situación. El Gobierno llega sin saber si tendrá los apoyos necesarios. Otra vez, caminar sobre el alambre. La senda de déficit se aprobó hace una semana en el Consejo de Ministros, y se decidió llevar rápido al Congreso, bajo la convicción de que saldría adelante. Hace semanas que hay conversaciones entre el Ejecutivo y los grupos, también Junts, y su percepción era iban a ponerle en esta votación una piedra en el camino.
Pero conforme avanzaba el martes, la desconfianza se instaló ya de manera irremediable en el Ejecutivo. Querían creer, pero apelaban a que había que esperar. La propia Montero se mostraba horas antes de la votación "confiada", pero no segura. Así lo traslucía en su intervención al asegurar que se "hace difícil justificar un voto en contra de la senda de déficit"