Un estudio identifica más de 3.000 sustancias químicas en contacto con alimentos
Este trabajo ha conseguido identificar unas 3.601 sustancias químicas que se filtran a los alimentos durante la fabricación, el envasado y el almacenamiento del suministro mundial de alimentos que pueden terminar en el cuerpo humano. Estos compuestos se han hallado en muestras de orina, sangre, leche materna, placenta o tejido adiposo.
La doctora Jane Muncke, una de las científicas implicadas en el proyecto, ha expresado su preocupación por esta exposición generalizada del ser humano: «Este trabajo pone de relieve el hecho de que los materiales en contacto con alimentos no son totalmente seguros, aunque cumplan con las normativas, porque transfieren sustancias químicas peligrosas conocidas a las personas».
Por eso, otra coautora del estudio, Birgit Geueke apunta que en este proyecto «destacan aquellas sustancias químicas que se han pasado por alto en los estudios de biomonitoreo hasta ahora».
En el estudio se señala que algunas de estas sustancias químicas se han asociado con la creciente prevalencia de enfermedades no transmisibles. «Los envases de alimentos y otros artículos en contacto con alimentos, como vajillas y equipos de procesamiento de alimentos, contribuyen a la carga química humana a través de la exposición oral. Porque las sustancias químicas migran desde diferentes materiales a los alimentos, y luego se ingieren», detallan.
Aspectos clave
Los investigadores compararon más de 14.000 sustancias químicas en contacto con alimentos con la información de cinco programas de biomonitoreo humano, tres bases de datos y la cuantiosa literatura científica. Entre las sustancias identificadas encontraron bisfenoles, PFAS, metales o ftalatos, presentes en los materiales en contacto con alimentos (FCM) y en muestras humanas. «Muchas de estas sustancias químicas tienen propiedades peligrosas preocupantes«, indicó el Foro de Envases Alimentarios.
Por ejemplo, el bisfenol está relacionado con anomalías fetales, trastornos cerebrales y de conducta. El desarrollo de diabetes, disfunción eréctil, cáncer, enfermedades cardíacas y riesgo de muerte prematura. En ese sentido, Olea indica que llevan más de 30 años denunciando esto. «Publicamos por primera vez a nivel mundial la presencia de bisfenol-A (BPA) en el recubrimiento interior de las latas de conserva. A pesar de la evidencia de exposición a este disruptor endocrino su prohibición no entrará en la reglamentación hasta el 31 de diciembre de este año 2024», indica.
Olea recuerda que ya fue prohibido este compuesto en biberones, en 2011, alimentos infantiles, en 2018, y papel de recibos térmicos, en 2021. «Demasiado tiempo se toma la autoridad europea de seguridad alimentaria (EFSA) en implementar medidas de protección», afirma. «Vivimos la orgía del envasado plástico. Una auténtica locura que no favorece la seguridad, sino que al contrario contribuye a la exposición humana a esos miles de componentes de los envases».
«El estudio también muestra que los materiales que entran en contacto con los alimentos pueden contener sustancias químicas mutagénicas que dañan nuestro ADN, como metales pesados», dijo Martin Wagner, profesor de biología de la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología en Trondheim, a la CNN.
Y «existen pruebas sólidas de que los seres humanos están expuestos a PFAS, las llamadas sustancias químicas permanentes, procedentes de los envases de alimentos que son muy persistentes, se bioacumulan y causan toxicidad orgánica», apunta.
Sin embargo, en el caso de otras sustancias químicas que pasan del envase a los alimentos, como los antioxidantes sintéticos y los oligómeros, se sabe poco sobre su presencia y su destino en los seres humanos. La doctora Ksenia Groh, del Instituto Federal Suizo de Ciencia y Tecnología Acuáticas, establece que este estudio pone de relieve que los antioxidantes, a pesar de su elevado volumen de producción y su uso generalizado en plásticos, están en gran medida ausentes de los programas de seguimiento. «El conocimiento sobre el metabolismo, el destino y los efectos de estas sustancias es, por lo general, escaso«, añadió.
Puntos ciegos
Además, el estudio señala que «es probable que el número real de FCC presentes en humanos sea mayor que el detectado actualmente porque solo se investigó en detalle un subconjunto de FCC». Olea nos detalla que los programas de biomonitoring, como HBM4EU, que han llevado a cabo durante cinco años confirman que «todos los europeos de cualquier edad, país o sexo, estamos expuestos a concentraciones significativamente altas de componentes de los envases alimentarios».
Una preocupación a la que también se han sumado los científicos españoles. Más de un centenar se concentraron ante el Congreso de los Diputados esta semana para reclamar al Gobierno medidas «urgentes» ante la «alarmante» exposición a sustancias tóxicas derivadas del plástico y otros productos de uso cotidiano. Una idea que han recogido en la 'Declaración Futuro sin Tóxicos', promovida por la Fundación Rezero.
Estudios como el publicado recientemente vienen a demostrar las razones de esta preocupación. El profesor Martin Scheringer, coautor del presente trabajo, señala que «existe una necesidad de materiales en contacto con alimentos más seguros y simples». Al tiempo que los profesionales de la salud españoles reunidos argumentan que el 70% del gasto sanitario se destine a paliar enfermedades crónicas relacionadas con problemas medioambientales «no es casualidad», afirman.