Los republicanos exigen a Zelenski que cese a la embajadora de Ucrania en EEUU y Trump dice que "llevará cientos de años reconstruir ese país"

El Partido Republicano ha decidido no ocultar su animosidad hacia Ucrania y, en especial, su presidente, Volodimir Zelenski, que este jueves se reúne con Joe Biden y Kamala Harris - con el primero, en su calidad de presidente; con la segunda, como candidata a la Casa Blanca - para explicarles su plan, que hasta la fecha no ha sido desvelado, acerca de cómo terminar la guerra entre su país y Rusia.

Inicialmente, estaba previsto que Zelenski se reuniera, también, con el candidato republicano, Donald Trump. Pero las posibilidades de que eso suceda parecen remotas. Trump lleva toda la campaña insultando a Zelenski, criticando que EEUU apoye a Ucrania, y dando muestras de admiración, como es habitual en él, hacia Vladimir Putin. Su candidato a vicepresidente, JD Vance, es declaradamente prorruso. Eso motivó que Zelenski le dedicara una serie de duras palabras el lunes en el semanario The New Yorker, en el que le calificaba en una entrevista como "demasiado radical" y le recomendaba "que leyera un poco de Historia".

En todo caso, el resentimiento de Zelenski hacia los republicanos tiene un motivo más claro: durante seis meses, ese partido bloqueó en el Congreso de EEUU la entrega de ayuda militar a Kiev, simplemente en un intento de instrumentalizar la política de seguridad nacional estadounidense para dar una victoria política a Trump. Todas las pérdidas territoriales que ha sufrido Ucrania este año son atribuibles a esa suspensión de la ayuda desde diciembre hasta mayo pasados.

Sea como fuere, los republicanos contraatacaron. El presidente de la Cámara de Representantes, el 'trumpista' Mike Johnson, pidió a Zelenski la destitución inmediata de la embajadora ucraniana en Washington, Oksana Makarova, una diplomática profesional que ha defendido con una enorme eficacia los intereses de su país en EEUU en medio de la invasión rusa. La razón de la exigencia de Johnson no es otra que la visita de Zelenski a una fábrica de obuses de 155 milímetros que son enviados a Ucrania, en el pueblo de Scranton, en el que se crio Joe Biden, en Pennsylvania.

El viaje de Zelesnki a Scranton tenía un claro signo de apoyo a Biden y, por extensión, a Harris. Pennsylvania es un estado que puede decidir las elecciones del 5 de noviembre, y, a su vez, el voto clave en ese territorio va a ser el de las pequeñas localidades industriales como el pueblo de Biden. El presidente ucraniano acudió acompañado de políticos demócratas, aunque no se sabe si eso se debe a que los republicanos no fueron invitados o a que éstos, en plena 'luna de miel' con Putin, rehusaron ir.

Sea como sea, Johnson se ha quedado a gusto, al exigir a un Gobierno extranjero algo que es competencia del Ejecutivo, no del Legislativo. El presidente de la Cámara de Representantes ha escrito al presidente de Ucrania en términos surrealistamente duros: "Exijo que despida inmediatamente a la embajadora de Ucrania en Estados Unidos, Oksana Makarova", ya que, alega, "no puede servir de manera justa y eficiente como diplomática en este país". En su sofoquina, Johnson censura incluso que Zelenski viajara a Scranton en un avión oficial del Estado de EEUU, a pesar de que ésa es la práctica establecida en los recorridos de los jefes de Estado y de Gobierno extranjeros en el país.

Para saber más

En una muestra más de la política de investigar escándalos que no existen, los republicanos de la Cámara de Representantes han anunciado una investigación sobre la visita de Zelesnki. Curiosamente, cuando Zelenski viajó al muy republicano estado de Utah, en julio, y se reunió con el gobernador de ese estado, Spencer Cox, los seguidores de Trump no dijeron nada, acaso porque entonces iba muy por delante en las encuestas, mientras que ahora está empatado con Harris.

La actitud de Johnson no ha sorprendido. Desde que llegó al poder hace un año, el representante por Louisiana ha destacado por su sumisión absoluta a Trump, así como por su hábito de hablar por las noches con Dios que, dice, le ha indicado que él guiará a Estados Unidos a "un momento como el paso del Mar Rojo" por los israelitas en la Biblia y la Torá. Y tampoco lo ha hecho la de Donald Trump, quien el jueves atacó duramente a Ucrania con un discurso plagado de mentiras en el que indirectamente pedía a ese país lo mismo que Vance, su rendición, utilizando argumentos que parecían extraídos de la cadena de televisión estatal rusa RT o de la web de ese mismo país Sputnik.

"Ucrania está acabada, no es ya Ucrania, nunca más lo va a ser. No puedes reemplazar todas esas ciudades y pueblos", dijo Trump, en una serie de frases en las que no estaba claro si estaba confundiendo a Ucrania con Gaza. "Nada está en pie, las cosechas están muriendo, no queda nada para los ucranianos. Esos edificios no existen, esas ciudades no existen, y nosotros seguimos dando miles de millones de dólares a un hombre que rehúsa llegar a un acuerdo: Zelenski". Como parte de su presentación de Ucrania como Hiroshima después de la bomba atómica, el ex presidente dijo que ése es "un país que ha sido aniquilado, que es imposible de reconstruir. Llevará cientos de años reconstruirlo. No hay suficiente dinero para recosntruirlo ni aunque todos los países del mundo se unan".

Finalmente, Trump sacó una vez más el espantapájaros que lleva paseando desde que empezó la invasión rusa, hace dos años y medio, del envío de soldados estadounidenses a Ucrania. "No estarán contentos", dijo, en referencia, se supone, a su rival, Kamala Harris, "hasta que manden a chavales estadounidenses a Ucrania. Eso es lo que quieren". Y ahí, el candidato desveló el plan secreto de Harris: una guerra no solo con Rusia sino, también, con Ucrania. Porque dijo: "Las madres y padres de Estados Unidos no qiuieren que sus chavales vayan a combatir contra Ucrania y Rusia, y no vamos a dejar a nuestros soldados morir al otro lado del océano".