El pacto ya cansa a los aliados
Hay dos salidas posibles. La primera es que la cúpula continúe en sus sillones y pode el jardín hacia abajo. Es decir, que el consejo se aferre a su posición, dé salida al director deportivo (Víctor Orta), renueve ese puesto de responsabilidad e impulse otro proyecto que elija entrenador y futbolistas de su corte. Para la mayoría, esta solución es un mero parche que sólo alargaría el estado de agonía del club, ya que el sevillismo entiende, como ha manifestado a viva voz, que sus dirigentes están incapacitados para tomar decisiones de este calado, como la de elegir un nuevo director deportivo o director de Fútbol que tenga que desarrollar de nuevo el plan desde cero y con recursos a cuentagotas. Prácticamente, sólo la vuelta de Monchi convencería en este sentido a una afición hastiada. Sin embargo, esa hipótesis se antoja más que compleja, casi imposible, con el gaditano con contrato en vigor con un club de poderío financiero como el Aston Villa.
El otro camino que puede tomar el Sevilla FC es quizá el que el grueso de su afición anhela: que los principales accionistas que llevaron a la gloria a la entidad y que ahora lo han precipitado al foso se sienten, sin distinciones, e intenten alcanzar un consenso en busca de una solución efectiva para la sociedad, ya sea en modo de venta a un tercero o por medio de la configuración de un consejo de profesionales que mantenga a las familias en un segundo plano. La vía de poner a todos los grandes accionistas de acuerdo es casi una utopía, con dos bloques enfrentados frontalmente, entre padre e hijo, fracturas internas de todo tipo y un 14,5% del capital social de la entidad, los conocidos como 'los americanos', en situación de bloqueo jurídico.
Un pacto prorrogable
Aunque el bloqueo real del actual escenario tendría su génesis en el propio pacto firmado por los máximos accionistas (salvo la familia Carrión) en 2019 y que no expira hasta 2027. Como parte del compromiso rubricado a fuego se encuentran José Castro, Guijarro, la familia Alés, Del Nido, Gómez Miñán… Se trata de un acuerdo blindado, parasocial, que en el marco de la Ley de Sociedades de Capital tiene fuerza de ley al haber nacido de contratos entre los socios. Es el acuerdo que, de igual modo, mantiene a Del Nido Carrasco como presidente en vigor de la rotación de cuatro años que le corresponde a las acciones de su familia. Si el presidente saliera ahora sin más y dejara su sillón, sería su padre, Del Nido Benavente, la persona legitimada para ocupar su lugar o elegir presidente, como versa el pacto. No parece ésta tampoco la solución que desee la mayor parte del sevillismo. Un pacto que, además, podría prorrogarse hasta al menos 2030, como informó en su momento ABC de Sevilla. «Llegando al vencimiento, se prorrogará el acuerdo por periodos sucesivos trianuales, en cada uno de los cuales se rotarán presidencia y vicepresidencia, sucesivamente», se expresa en el contrato.
El club no sólo está maniatado por el gran pacto de gobernabilidad, del que emanan ramificaciones de todo tipo que enmarañan aún más si cabe el margen de maniobra de sus firmantes, con diferentes acuerdos de compraventa entre los mismos, derechos prioritarios, de arrastre, pleitos cruzados, etc. La delicada situación del Sevilla FC exige, en cualquier caso, un ejercicio de responsabilidad entre sus máximos accionistas. Sentarse, mirarse a la cara y aparcar diferencias, por insalvables que sean, ya sea para poder vender en bloque o para tomar cualquier otra decisión consensuada que devuelva cierta estabilidad real al club.
Caída de las acciones
Reseñable es el hartazgo que, en este sentido, muestra uno de los paquetes más importantes de la entidad y que hasta la fecha ha rendido apoyo al actual órgano rector del club. La familia Carrión, con más del 15% del capital social, y que mantiene además en el consejo a Fernando Carrión como vicepresidente segundo, se ha cansado definitivamente del desgaste sin freno que está sufriendo la institución y sobre todo del aprisionamiento que provoca el famoso pacto que ellos no rubricaron y las perniciosas ramificaciones jurídicas del mismo, según ha podido saber ABC. Entienden que el Sevilla FC está saturado por el conflicto, enquistado por numerosas batallas judiciales, en medio de una caída que sólo pueden detener todos los firmantes del pacto, incluido Del Nido Benavente. La familia Carrión apela al compromiso y la generosidad por parte de los grandes accionistas en un momento sumamente delicado. Asegura que empatizan con los sevillistas, por lo que serán los primeros en sentarse con el accionariado de referencia para reflexionar y alcanzar consensos en pos de buscar lo mejor para la entidad y seguir avanzando y mejorando.
El tema de la venta tampoco es fácil por las enormes diferencias de perspectiva entre los accionistas y los potenciales compradores. Se postulan los empresarios sevillanos Antonio Lappí y Fede Quintero, como en su momento también lo ha hecho el monegasco Fabrice Pastor. Las acciones del Sevilla FC llegaron a situarse hace unos años en los 3.000 - 4.000 euros, pero su valor ha caído en picado y difícilmente cualquier inversor interesado va a llegar a la mitad de esas cifras. Entre otras cosas, porque la deuda del Sevilla FC también ha crecido de forma ingente. El que compre se lleva un club que ha arrojado unas pérdidas de más de 167 millones de euros en los últimos cuatro años o que ha firmado un crédito de 108 millones a diez años para poder subsistir.