Roberto Regoli, experto en cónclaves: «Identificando lo que ha faltado en este Pontificado diseñarán el perfil del próximo Papa»
La Iglesia católica ha tenido 266 papas. ¿Es muy diferente la Sede Vacante actual de las anteriores?
Todas las Sedes Vacantes se parecen y son diferentes al mismo tiempo.
¿Qué esquema siguen?
-En los primeros días hay más emoción que racionalidad, pues impera el recuerdo del Pontífice que ha fallecido, las lágrimas, la emoción. Esto acompaña a la Iglesia hasta el funeral. Después comienza un periodo que mira hacia el futuro y a la planificación, el precónclave y el cónclave, cuando los cardenales mantienen encuentros oficiales e informales, con cenas, cafés y charlas. Este paso del tiempo del duelo al tiempo de la planificación es común a las Sedes Vacantes.
¿De qué están hablando los cardenales cuando hablan en privado?
-Se preguntan por el legado del pontificado que ha terminado para expresar un juicio: «¿Logró su objetivo?, ¿qué no consiguió?, ¿qué ha faltado?». Haciendo este análisis van identificando las necesidades del catolicismo y el juicio del pasado se expresa en forma de apuesta para el futuro: qué necesita la Iglesia católica y qué candidato puede traducirlas mejor.
¿Qué están buscando los cardenales en el próximo Papa?
-Alguien que no sólo entienda las necesidades sino que tenga la capacidad y la fuerza para saber dar una respuesta.
¿Cuál es la situación de la Iglesia en este momento?
-Diversos análisis hablan de cierta polarización en el seno de la Iglesia católica. Por eso, deberán encontrar un Papa que sea un hombre de unidad no sólo en el momento de la elección, sino que mantenga esa unidad en el futuro. Pero hay otras cuestiones abiertas.
¿Cuáles?
La principal es la sinodalidad. El Papa Francisco decía que la sinodalidad es una dimensión constitutiva de la Iglesia, pero nunca ha querido definirla exactamente. Al máximo ha dicho que es un «caminar juntos». Como dejó abierta la definición, hay interpretaciones diferentes. Para algunos es colegialidad, una dinámica que concierne al Papa y a los obispos; para otros es una entrada de la democracia en la Iglesia de forma que obispos, laicos, sacerdotes, cardenales votan de la misma manera. Creo que en las reuniones de cardenales van a plantearse si esta sinodalidad permanecerá como perspectiva y, si lo hace, en qué forma, con qué definición. La cuestión afecta a las formas de gobierno dentro de la Iglesia.
¿Un Papa debe hacer lo mismo que su predecesor? ¿Cómo es la continuidad entre pontificados?
La Iglesia se considera siempre igual, con una doctrina que tiene continuidad desde tiempos de los apóstoles. Por eso, cuando se habla de «reforma» dentro de la Iglesia se trataría de «purificarla» de elementos mundanos para devolverla a la idea original de Cristo. Por eso, reformar la Iglesia es mirar hacia el futuro y también hacia el pasado. Por ahí va la continuidad.
Pero entre los Papas hay muchas diferencias.
Hay especificidades que varían según el contexto. Por ejemplo, el Papa Francisco ha intervenido sobre la cuestión del medio ambiente, en consonancia con la agenda de la mayoría de los Estados occidentales. Pero en el último año muchos de esos países han cambiado de agenda y la están transformando. Era un aspecto importante en el que estaba apoyado y sostenido, que no sabemos si continuará en el futuro, pues fue una respuesta contingente a temas contingentes. Otra cuestión es la «atención a los últimos», un aspecto de estilo que en el Papa Francisco se convierte en sustancia. Pienso que tendrá que continuar ese rostro de la Iglesia, pues ha sido un elemento de construcción de relaciones, terreno de encuentro con los demás y ha contribuido a darle un reconocimiento en la sociedad civil y por parte de los no creyentes.
¿Existe el peligro de intromisiones durante el cónclave?
En la Historia ha habido muchas, la última política en 1903 cuando el Emperador de Austria Hungría vetó la posible elección del cardenal Mariano Rampolla del Tindaro, secretario de Estado de León XIII. Por eso, el Papa elegido, Pío X, cambió las normas para prohibir la intervención de las potencias en el cónclave.
¿Puede haber también ahora interferencias políticas?
En realidad hay otros condicionamientos, como lo que aparece en televisión, en periódicos, en blogs… Todos están dando una agenda sobre lo que consideran que debe hacer el próximo Papa.
¿Por qué suscita tanto interés el cónclave?
Porque el catolicismo es la confesión cristiana más organizada y corresponde al 17,5% de la población mundial. Aunque más del 80% no son católicos, ese 17,5% tiene escuelas, universidades, hospitales, misiones, parroquias, conventos, actividades para necesitados y llega a mucha más gente que los propios católicos. En la práctica, influye en el comportamiento ético de las personas y repercute en el entorno sociopolítico más amplio.
¿Hasta qué punto es relevante la figura de un Pontífice?
Cada creyente vive su experiencia de fe a nivel local, y físicamente el Papa es alguien lejano. Pero sus decisiones impregnan su vida. Cuando cambian el Papa, cambian los eslóganes, las referencias más citadas en las Escrituras.
¿Siempre el Papa ha estado en el centro?
En 1870, con el Concilio Vaticano Primero, se promulgó el dogma de la infalibilidad papal bajo ciertas condiciones y se dio primacía de jurisdicción al Papa, esto es, autoridad sobre todos los creyentes de la Iglesia. Desde entonces, en las cartas pastorales de los obispos hay un gran cambio: incluyen siempre citas de palabras del Pontífice. Y si un obispo no lo hace, es casi sospechoso. Desde hace 150 años el catolicismo se hace más papal. Por eso, quien elijan ahora influirá mucho en el horizonte de católicos que nunca lo verán físicamente.