«Que se muera el protagonista»: el fenómeno de 'La Promesa' explicado por sus jefas de guion y diálogo>
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Aquel primer episodio fue emitido en La 1 el pasado 12 de enero por la noche para, al día siguiente, continuar en la sobremesa (16.30). Desde entonces se han televisado por la tarde (desde septiembre, a las 17.30) casi 250 entregas, que han enganchado en directo y diferido a más de 1,4 millones de espectadores. Acaba de estrenarse la tercera temporada. «Salió rápido el 'piloto' en cuanto tuvimos claro que queríamos matar al protagonista [Jordi Coll] y meter el accidente de Manuel [Arturo Sancho]. Tenían que pasar cosas todo el rato. Nada de argumentos contemplativos y lentos. Que se muera el protagonista», recuerda la coordinadora de diálogo, Ruth García.
Cuando se estrenó hace casi un año, el género –serial, melodrama de época– estaba en desuso, con la excepción de 'Amar es para siempre' (Antena 3), ambientada ya en los años ochenta, más cerca de nuestro presente que de 'La Promesa', cuya acción transcurre en 1913-14. Las cadenas de televisión, según Ruth García, dieron por agotada la fórmula tras títulos como 'El secreto de Puente Viejo' (2011-20) y 'Acacias 38' (2015-21), que sobrevivió al incendio de un plató entero y a una pandemia. «Estaba agotada, en todo caso, la serie», comenta la coordinadora de diálogo. «O las renuevas mucho dentro de la propia serie o acaban muriendo por sí mismas de agotamiento», añade.
Lo que engancha a la gente son las grandes pasiones: los celos, la envidia, el amor, la ambición
Susana Prieto
Coordinadora de guion de 'La Promesa'
El éxito de 'La Promesa' demostró que siempre hay hueco dentro y fuera de nuestras fronteras. Ya se ha exportado a Canale 5 (Mediaset Italia), donde se emite diariamente, y pronto estará disponible en Latinoamérica a través de HBO Max. Las telenovelas ahora también se ven, se devoran, en plataformas, como la nueva versión de 'Café con aroma de mujer' (2021) en Netflix y la secuela de 'Yo soy Betty, la fea' (2024) en Prime Video.
¿Acaso se deja de hacer 'thrillers'?, se pregunta la dialoguista. «A las señoras, y a muchísimo público masculino, les gusta ver los vestidos [a cargo de Tania Álvarez], los decorados, el contexto histórico… No es lo mismo que una diaria de policías o de médicos. 'Servir y proteger' se parece más a 'Policías' que a 'La Promesa', aunque una sea diaria y la otra semanal. Que sea diaria no quiere decir que el público sea de diaria. La serie diaria de época tiene un público en sí mismo», razona. García no se quita méritos: «El éxito es también que dimos en el clavo con el argumento».
Su compañera Susana Prieto, coordinadora de guión, es de la misma opinión: «Lo hacemos estupendamente bien. Hacemos unos guiones estupendos. ¡A la porra la modestia! Somos un equipo muy bregado, con mucha experiencia. Desde el minuto cero somos el mismo equipo; señal que estamos muy implicados y nos gusta mucho la serie».
Prieto cree que otro puntal de 'La Promesa' es que tira de tópicos, en el mejor sentido de la expresión: «Lo que engancha a la gente son las grandes pasiones: los celos, la envidia, el amor, la ambición… Estos son sentimientos universales». Les han comparado, y con razón, con las series británicas 'Downton Abbey' (2010-15) y 'Arriba y abajo' (1971-75), ambientadas ambas a principios del siglo XX. Si en una película de guerra siempre hay un coronel, un capitán y un soldado raso, aquí debe haber un ama de llaves, un mayordomo y una doncella personal.
'La Promesa', quizás, sea menos rigurosa en cuanto al lenguaje en pos del entretenimiento. «En la cocina metemos expresiones de la calle, de la época, pero no queríamos emplear castellano antiguo. Fue una apuesta editorial», recuerda Ruth García. Sí hay acentos andaluces, pues está ambientada en el Valle de los Pedroches (Córdoba). «Nos permitimos que los personajes de clase baja hablen mal. Es realista y nos da cierta gracia. A veces podemos utilizar el artículo delante del nombre», amplía la dialoguista del serial. Es el caso de la doncella María Fernández, a la que interpreta Sara Molina, natural de Villacarrillo (Jaén).
'La Promesa' pone el foco en aquellas mujeres que les gustaría tener la misma consideración y el mismo estatus que un hombre
Josep Cister
Creador y productor ejecutivo de 'La Promesa'
El contexto histórico es otro contar. La Primera Guerra Mundial es el gran acontecimiento de la época que afectará, en mayor o menor medida, a los protagonistas. El galán (Arturo Sancho) es un apasionado de la aviación... En el primer episodio mencionan al Titanic. También a las sufragistas de Inglaterra. Porque 'La Promesa' –recuerden– es cosa de mujeres. «Aquí pones el foco en aquellas que les gustaría tener la misma consideración y el mismo estatus que un hombre. Las leyes de aquel momento, las costumbres, no lo permitían, pero eso no quiere decir que no hubiera mujeres luchadoras y determinadas para querer cambiar la Historia. Ha habido muchas Catalinas», defiende su creador y productor ejecutivo, Josep Cister.
«No es sólo porque sea tendencia [el feminismo] en los tiempos que corren, sino que este tipo de asuntos te brillan mucho. En una época en la que las mujeres no podían ni heredar y dependían de la fortuna del marido, cualquier atisbo de feminismo en cualquier personaje te brilla mucho, como Jana [Ana Garcés] o Catalina [Carmen Asecas]», añade la coordinadora de diálogos. Para el contraste, claro, necesitan personajes masculinos extremos.
El sexo en 'La Promesa'
Sí hay un tema con el que los guionistas prefieren curarse en salud: el sexo. «Es una serie bastante blanca y preferimos pecar de ser un poco anacrónicos», admite Susana Prieto. Porque todo el mundo sabe que Manuel y Jana han consumado. La coordinadora de guión tiene una máxima con las escenas más íntimas: 'Lo que nos permite el horario y el buen gusto'. «Estamos ante una serie de día y vamos a ser elegantes», explica. En todas las relaciones amorosas, el sexo siempre es consentido (a excepción de la violación del Barón a Pía), aunque no se vea el 'sí es sí'. «No estamos educando a nadie porque a cada uno que le eduquen en casa, pero sí somos cuidadosos y respetuosos con eso», explica Prieto.
El creador de 'La Promesa', Josep Cister, es de la misma opinión: «Hay que tener cuidado con el alcohol, el tabaco, el sexo…». Pero, por encima del horario, está la vocación de servicio público. «Tampoco somos santos. No imitamos la realidad; sólo intentamos representarla. No ser moralizantes ni dar una lección», añade Cister. A diferencia de otros seriales nacionales, 'La Promesa' aún no ha tenido ningún personaje LGTBIQ+. Todo se andará, según su creador y su coordinadora de guión. No ha habido censura, pero tampoco ha surgido. «La cuestión es hacerlo de la forma más óptima y natural», explica Cister.
Pero el género tiene una tradición, unas reglas, unas limitaciones. «En primero de telenovela te enseñan que lo que tienes que hacer es una historia de amor potente, unir a dos personas y luego fastidiarlos durante todo el tiempo hasta el final», explica, riéndose, la coordinadora de guión. «Sí vamos dando píldoras, como la escapada a una playa preciosa de Galicia, para dar satisfacción al espectador y recordar que ese amor es maravilloso», añade.
El viaje, el pasado agosto, a La Coruña (los fundadores de la productora, Ramón Campos y Teresa Fernández-Valdés, son gallegos) es un ejemplo más de la vistosidad y virtuosismo de 'La Promesa'. «Cada euro que Bambú [la productora] se gasta, lo ves en antena», resume Susana Prieto. Los exteriores habituales son los alrededores de la finca de El Rincón (sí, donde se casó Tamara Falcó), cuyas vistas mejoran una simple conversación entre dos personajes tomando el té.
Sabemos cuando una trama pierde interés y necesita un revulsivo
Ruth García
Coordinadora de diálogo de 'La Promesa'
Para el capítulo 190, por ejemplo, rodaron en los jardines de La Granja; un despliegue de figuración que se repitió hace poco para una fiesta de disfraces en palacio. «Le cambias el paso al espectador y le sacas de la rutina. Le das algo nuevo, que no es el típico teatrillo de plano general y luego plano contraplano». Porque el público no es tonto y se las sabe todas. O casi todas.
«Nosotros, como guionistas, nos guardamos ases en la manga. A veces jugamos deliberadamente a dar miguitas para que la gente intente adivinar y luego darles la satisfacción. Otras veces vamos a pillar, les sorprendemos y damos esos giros que nadie ve venir. El truco está en cambiar ambas estrategias», explica la coordinadora de guión. Ella lleva tal adelanto que escribe muchos capítulos sin conocer todavía al actor que interpretará al personaje.
El elenco y el público de 'La Promesa'
La selección de intérpretes, como en toda ficción, es clave. Hay 'grandes' como María Castro, Eva Martín, Joaquín Climent y Manuel Regueiro («Tiene porte señorial», describe Prieto), profesionales del teatro que no habían dado el salto a la pantalla y noveles. «Las series diarias tienen que dar una oportunidad a esa masa de actores emergentes. Esto es como hacer un máster porque te echan al ruedo y no puedes pensar. Tienes que hacerlo rápido y bien», defiende la coordinadora de guión. Su favorito es Don Rómulo, o sea, Climent. Se avecinan secuencias con un puntito de comedia. Y de ternura. Su favorita, Eva Martín, o sea, Doña Cruz. «No necesita ni abrir la boca. Le salen subtítulos en la frente». Otra villana, Petra (Marga Martínez), tendrá una trama inusual para contar las razones de su maldad.
Feliciano necesita tiempo para asimilar la realidad… #LaPromesa
El 'casting', a cargo de las afamadas Eva Leira (hija de Manuela Carmena) y Yolanda Serrano, aglutina todas las edades, lo que permite mayor variedad de historias y, a su vez, ampliar el público objetivo. «No sólo edades, sino distintas clases sociales. Amigos míos nunca habían visto una serie de este tipo en su vida y están enganchados. Mi hijo de 9 años se quedó enganchado el otro día y sus gustos son completamente diferentes», demuestra el director de 'La Promesa', Miguel Conde.
«Una serie diaria es para gente muy fuerte», resume Susana Prieto. Incluye a todo el equipo, delante y detrás de las cámaras. Los intérpretes tienen un número determinado de secuencias que no pueden sobrepasar. Los guionistas, a veces, les dan un 'respirito', como cuando el personaje de Jana, la protagonista de 'La Promesa', se fue semana y media al palacio de los infantes. «La pobre Ana [Garcés] estuvo en su casa descansando», explica la coordinadora de guion.
El rodaje de una serie diaria como 'La Promesa' es como un partido de fútbol: hay que pasarse el balón. O como una carrera de relevos. No es lo mismo grabar con personajes cuya trama está constantemente en tensión y pide muchas secuencias a lo largo de la semana, lo que sobrecarga a sus actores, que tramas más 'dormidas' o 'paradas' cuyos intérpretes tienen más descanso. «No puedes tener todo arriba todo el rato… Es agotador… Cuando una trama descansa, la otra se levanta», explica la coordinadora de diálogo, Ruth García.
Teresa Quintero, Carmen Flores, Sara Molina, Ana Garcés, Teresa del Río, Marga Martínez, María Castro, Joaquín Climent, Antonio Velázquez y Enrique Fortún interpretan al servicio de 'La Promesa' BaMBU PRODUCCIONES
En otras ocasiones, la vida se pone de por medio. Literalmente. María Castro, la ama de llaves Pía Adarre, está embarazada. Prieto, como buena guionista, tiene la escena perfecta: «Yo creo que María habló con Josep [Cister]…. Esto me lo estoy inventando… Se lo dijo a su marido [José Manuel Villalba], el primero, y a Josep, el segundo». La realidad es que la actriz avisó inmediatamente y el creador pudo girar la historia. «Ella estará fuera durante una temporada porque tiene que dar a luz, lógicamente, pero luego volverá», confirma Susana Prieto.
Más de 20 años lleva ella haciendo telenovelas; la primera, 'El secreto' (2001), coproducción con México para La 1. Fue un éxito, pero no llegó a las 200 entregas. En aquella época, TVE no quería series diarias interminables. Cada propuesta tenía un principio y un final. Si tenía éxito, a veces, le daban un tiempo extra.
Pero 'Amar en tiempos revueltos' cambió las reglas del juego. «Ahora planteas el punto de arranque, estableces una historia de amor, los personajes y, en función de cómo va respondiendo la audiencia, vas tirando millas y presentando temporadas», explica la coordinadora de guión de 'La Promesa'. No hay parón, pero puede que haya algún bajón. «Sabemos cuando una trama pierde interés y necesita un revulsivo», admite Ruth García.
Concluir o alargar 'La Promesa', esa es la cuestión
El interés también lo puede perder la audiencia. 'La Promesa', según sus coordinadoras, no tiene la misma facilidad que 'El secreto de Puente Viejo' o 'Acacias 38', ambientadas en un pueblo y en una calle, para hacer borrón y cuenta nueva. «Aquí, el punto de vista es el de una familia. No podemos sacarnos un hermano de la manga o matar al padre y decir que hay otro», explica su dialoguista. Podrían recurrir a un salto temporal («Quince años después….») o a un cambio de personajes.
Ruth García confía en que, llegado el momento de cerrar, haya margen para hacerlo bien. Es lo habitual con los seriales, aunque ha habido excepciones. Su compañera Susana Prieto es de otro parecer: «En 'La Promesa' no tenemos un pueblo como 'Puente Viejo' porque la historia se desarrolla en el mismo palacio, pero sí tenemos un microcosmos: los nobles y los criados. Hay multitud de posibilidades para que vayan entrando y saliendo. Luego, cambiar la historia troncal es otra cosa, pero todo es posible».
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