Dr. Iñaki Piñuel, psicólogo: "En todas las relaciones tóxicas hay una víctima con muy baja autoestima que convierte al perpetrador en un ser ideal que en realidad es un fake"
Cada vez se habla más de relaciones tóxicas pero, ¿cómo detectarlas? ¿Qué elementos comunes encuentra como psicólogo en todas ellas?
Son asimétricas. Una pareja al cabo de un tiempo, que se estima entre nueve y 18 meses, se apega. Si una de las personas es un maltratador tenemos un problema, porque el maltrato es la fuente de toxicidad, y el apego es la forma de mantenerse y quedarse en la pareja, aunque exista una fuerza contrapuesta que también la aleje y la lleve a huir de eso. Lo que ocurre es una paralización, es decir, la víctima queda neutralizada. Lo común es el daño que se instala inexorablemente con el paso del tiempo y, por otro lado, la dificultad o imposibilidad de zafar de esa relación.
¿Por qué habla de salir de un infierno?
No es algo que yo me haya inventado, sino el término con el que las víctimas se refieren a una relación tóxica: "Esto es una relación infernal, que no tiene salida". Creen que no pueden vivir sin la persona que leS está destruyendo. El mensaje rompedor del libro es que sí es posible.
¿Por qué el entorno de la víctima desde fuera lo ve tan claro y la persona que está involucrada en la relación no?
La víctima está sometida a un trance hipnótico del abusador, pero los que están alrededor no. Ellos son los primeros que suelen detectar este infierno relacional, advierten a la víctima de que esto no está bien, de que debe salir de ahí, pero se tarda mucho tiempo, a veces incluso años, en vislumbrar el territorio de salida. Por eso, toda la estrategia de salir del infierno se puede resumir en salir del trance hipnótico de una relación de abuso o de una relación tóxica.
¿Hay diferencias entre las tres figuras de narcisista, manipulador y psicópata?
Se les denomina triada oscura. Son tres tipos de personalidades que responden a unas características que algunas personas tienen y otras no, y que explican que a su alrededor florezcan los casos de victimización. Revisten un peligro: la víctima se vincula a su perpetrador por un apego. Para mí, se trata del peor proceso de abuso y de maltrato que se puede ver en toda la psicología clínica.
¿Y por qué se da esa atracción fatal a lo inalcanzable o hacia las migajas?
Se explica por las leyes del mimetismo. Para el ser humano, aquello que se convierte en difícil, inaccesible o directamente imposible, suscita la exacerbación y la intensificación del deseo, que además es exacerbado por un proceso de manipulación. Del psicópata per se es imposible obtener amor, emoción ni cariño. El narcisista simula una estrategia de retirada para convertirse en inalcanzable y suscita el mismo efecto. Las personalidades maquiavélicas lo provocan a través de múltiples mecanismos de manipulación. De tal manera que en los tres casos encontramos que la víctima se siente irremediablemente atraída por alguien que la va a destruir. Esa atracción fatal no viene explicada por las características intrínsecas del perpetrador: por su belleza, su inteligencia, su carácter atractivo..., sino por un proceso que está siempre en la base de la manipulación.
¿Y la víctima es consciente de esa manipulación?
No, lo interpreta como una especial valía y enamoramiento. En todas las relaciones tóxicas hay una víctima reducida, aplastada, sometida y con muy baja autoestima que convierte al perpetrador en un ser ideal, interesante, divino y mitificado que en realidad es un fake. Un artefacto mimético creado por el mismo proceso de manipulación que perpetran estos victimarios que saben lo que hacen y una víctima que jamás sabe lo que le están haciendo hasta que es demasiado tarde.
En el libro escribe: "Practicarle la cirugía estética a un cocodrilo nunca es buena idea". ¿Es imposible cambiar a un perfil de este tipo?
Las víctimas cometen habitualmente el error de querer rehabilitar a sus psicópatas, sus narcisistas, sus manipuladores. Y es un error, porque generalmente estas condiciones no tienen reversibilidad en psicología. Una vez adquiridas no tienen terapia. No cambian y por eso pongo este símil. Ni el cocodrilo quiere, ni se deja y, el que lo intenta, corre el riesgo cierto de llevarse una buena dentellada. El trato de rehabilitación siempre se salda con un tiempo extra de relación tóxica que compromete la salud de la víctima y empeora su capacidad de salir adelante. No olvidemos que las pueden poner en una situación límite y que lleguen a pensar incluso en quitarse de en medio.
¿Cómo ve las segundas oportunidades en estos contextos?
Creer en las promesas de cambio, que las cosas van a ser distintas a partir de ahora, como generalmente prometen sin hacerse ningún problema estos victimarios, es un error a evitar. Y hay que recomendar vivamente esa psicoeducación básica a las víctimas para que entiendan que no hay cambios en materia de psicópatas y narcisistas. Tu futuro es solamente una repetición de un pasado doloroso y tóxico. Y corres el riesgo de repetirlo en una especie de eterno retorno doloroso.
Muchos psicólogos insisten, como usted hace en el libro, en la importancia del contacto cero para reponerse pero, ¿qué pasa cuando hay un vínculo como un hijo?
El término contacto cero se refiere a la necesidad de dejar un tiempo absolutamente necesario e imprescindible para que el sistema de apego se calme y desaparezca la adicción al perpetrador. Si no hay contacto cero, no hay liberación de ese vínculo tóxico. Por eso, nada más obsesivo en los perpetradores que mantener contacto y dejarse caer porque saben que la recaída es segura, como el adicto a las drogas que no puede ver de cerca ni oler la sustancia. Es un requerimiento absoluto de sanación, pero es verdad que a veces hay dificultades a sortear, como hijos en común. Para eso existen las figuras de los intermediarios y mediadores. Terceras personas, a veces, incluso con abogados, que impidan el contacto con el ex victimario y que organicen toda la información y logística.
¿Y en las redes sociales?
Es importantísimo bloquear al perpetrador para que no pueda llegar ningún mensaje, y si aún así llega, no leerlo. Toda violación del contacto cero se sustancia en una recaída que lleva a la víctima de nuevo a la casilla inicial en su recuperación, perdiendo todo lo que hubiera avanzado.
¿Cómo superar el sentimiento de culpabilidad que suele tener la persona que deja?
El maltratador, especialmente si es un manipulador, un psicópata, un narcisista, sabe muy bien que tener a una víctima culpabilizada es tenerla paralizada o inerme. Es decir, una víctima fácil. No hay causas de justificación para ningún maltrato. Si la víctima tuviera esa capacidad de reivindicar su inocencia, le haría frente. El problema es que esto lo saben muy bien los perfiles maquiavélicos e inoculan la culpabilidad, a veces muy sutilmente. La víctima se encuentra, además del maltrato, con una campaña que busca, precisamente, hacerla responsable del maltrato que está sufriendo, como causa de las infidelidades o las mentiras. Asistimos a una curiosa paradoja: un personaje manipulador, que sabe lo que hace, que dirige contra la víctima estrategias de manipulación de maltrato y abuso. Y una víctima que, además de resultar destruida y devastada, se siente merecedora, se siente culpable, se siente inadecuada. Por eso debe convertirse en la protagonista de su propia salida, sabiendo que no hay ninguna causa que pueda validar la destrucción del inocente ser que lleva dentro.
¿Cómo se construye ese lugar seguro que aleje a la víctima del trauma?
Primero, que las víctimas suelen recurrir de manera espontánea a formas de mitigar y aliviar el sufrimiento y ahí pueden aparecer adicciones secundarias al trauma. Estrategias a corto plazo que se convierten en problemas a medio y a largo plazo porque pueden comprometer la salud, el trabajo, las relaciones de las víctimas... Por eso hay que ayudarlas a decir no a los atajos como las drogas y el alcohol o a otras sustancias más toleradas socialmente como los fármacos, que pueden calmar pero que en ocasiones impiden hacer una vida autónoma. Y ayudarles en su estrategia de salir adelante y buscar una curación definitiva del daño postraumático.
¿Es bueno apoyarse en una red cercana?
La víctima necesita en efecto un acompañamiento. Yo lo llamo el consejo de sabios: personas que conocen lo que está ocurriendo y que son incondicionales de la víctima. Ayuda también recurrir a actividades, no someterse a estrés añadido, evitar las demandas perfeccionistas y, por supuesto, la ayuda psicológica especializada. Estamos hablando de daños psicológicos postraumáticos, es decir, los más graves que cabe encontrar en la psicología clínica.
¿Hay salida?
Es el gran mensaje del libro. Pero, atención, las víctimas creen que el tiempo lo cura todo, sin más, y esto no es cierto. El paso del tiempo no cura los cuadros postraumáticos, sino que los cronifica. Y por eso es imprescindible este psicodiagnóstico profesional. Una terapia que entre directamente a contener primero, y después superar definitivamente, el daño que esa relación ha generado. Es un mito que una relación tóxica no deje daños psicológicos.
¿Qué tipo de secuelas detecta en consulta?
Destrucción de la autoestima, de la felicidad y del bienestar, falta de energía o dinamismo vital y existencial. Por eso no hay posibilidad de mantenerse en una relación tóxica sin recibir un daño que está asegurado.
En su libro recomienda no apegarse o no conformarse con cualquiera que aparece. ¿Por qué se repite entonces ese patrón?
No existe ninguna maldición, ni karma, ni un destino que así lo dictamine, aunque la víctima se lo crea cuando lleva ya tres psicópatas y dos narcisistas seguidos. Lo que explica la repetición en el tiempo de las relaciones tóxicas no es que la víctima las vaya buscando o que goce con ellas y sea masoquista. Esto son bulos o teorías revictimizadoras, que lamentablemente contribuyen a difundir algunos pseudoprofesionales que lo ignoran todo del trauma. Cada relación tóxica somete a la víctima a un proceso de destrucción y devastación, de su seguridad en sí misma, de su autoestima, de su merecimiento de lo bueno y, por tanto, la coloca en una situación de alta vulnerabilidad.
¿Frente a quién?
Frente a individuos que están ahí, de los que hay cada vez más en la sociedad, y que las detectan con radar porque son personas más fácilmente victimizables que las demás.
¿Cómo explica este proceso?
Lo que explica la repetición de relaciones tóxicas no es que la víctima las desea o las busca o se incrusta en ellas, sino que el perpetrador elige a la víctima con cargo a características que le facilitan, le ahorran tiempo y esfuerzo a la hora de parasitar, explotar, abusar de una víctima que, por los traumas ya anteriormente sufridos, es más rápidamente victimizable. Lo mismo que el lobo ataca a la oveja que va más atrás en el grupo, despistada. Cuanto más procesos de relación tóxica pasa una persona, más probable va a ser que repita en el futuro.
¿Quiere decir que cada nueva relación tóxica quiebra aún más a la persona que la sufre?
En efecto, su resiliencia, su resistencia psíquica, su autoestima. La coloca en la diana más probablemente que a otras personas de las malas intenciones de perpetradores de los que abundan por el mercado relacional. No van a tener ningún problema en seleccionar a la persona más vulnerable.