Oportunidad histórica para que Barcelona despegue
Desde los últimos años, coincidiendo con la recuperación post Covid, Cataluña atraviesa un periodo de notable rendimiento económico. Los datos así lo acreditan. Según la consejería de Economía de la Generalitat, el Producto Interior Bruto (PIB) catalán creció un 3,6 % en 2024, alcanzando los 316.000 millones de euros. Esta cifra no solo supera los 292.000 millones registrados en 2023, sino que también representa un crecimiento 0,4 puntos porcentuales superior al del conjunto de España.
No obstante, este impulso económico lleva años enfrentándose a un límite estructural y fronterizo: la conectividad internacional. Desde la pandemia, el turismo se ha consolidado como uno de los principales motores de la economía catalana, pero la gran asignatura pendiente, independientemente del partido al mando, sigue siendo la ampliación del Aeropuerto Josep Tarradellas Barcelona-El Prat. Durante demasiado tiempo, Barcelona ha dejado escapar oportunidades estratégicas por carecer de una infraestructura aeroportuaria acorde con su potencial. Si aspiramos a que Barcelona compita de tú a tú con las grandes capitales europeas y consolide su papel como hub turístico, empresarial y logístico de primer nivel, la ampliación de El Prat no es solo necesaria, es urgente.
La reciente propuesta para ampliar el Aeropuerto Josep Tarradellas Barcelona-El Prat supone, por fin, un punto de inflexión en un debate que se había enquistado durante demasiado tiempo. Esta nueva propuesta, impulsada por la comisión formada por Generalitat, Gobierno central y Aena, plantea un alargamiento de 540 metros de la tercera pista, reduciendo sensiblemente la afectación sobre los espacios protegidos. Se evita ocupar la laguna de La Ricarda, se minimiza el impacto sobre el Remolar y se introducen medidas que combinan seguridad operativa con sostenibilidad ambiental. El equilibrio entre progreso y respeto al entorno es posible, y este proyecto lo demuestra.
Desde el sector privado, vemos con satisfacción que se retome este proyecto tan necesario para la economía, no podemos seguir posponiendo decisiones clave para el futuro de Cataluña. El Prat es hoy una infraestructura al límite de su capacidad. No ampliar es renunciar a atraer vuelos intercontinentales, a captar inversión extranjera y a fortalecer nuestra posición en el mapa global. Es, en definitiva, renunciar a seguir creciendo.
Estamos en un momento crítico. Las negociaciones del DORA III —el Documento de Regulación Aeroportuaria que marcará las inversiones entre 2027 y 2031— arrancan este verano. Si no defendemos ahora esta ampliación, volveremos a perder una oportunidad histórica. Como he reiterado en numerosas ocasiones, el calendario aprieta. No basta con tener razón: hay que tener iniciativa, voluntad política y visión de futuro.
La ampliación no es solo una cuestión de conectividad. Es también un proyecto de ciudad y de país. Impulsar un modelo de ciudad aeroportuaria que combine turismo, logística, servicios e innovación es una vía eficaz para diversificar nuestra economía. El reciente movimiento de Cilsa, con la adjudicación de una de las últimas grandes parcelas logísticas junto a la T2, refuerza el papel de El Prat como nodo estratégico en el sur de Europa. Del mismo modo, la próxima licitación de un nuevo hotel en el entorno del aeropuerto representa una apuesta clara por atraer talento, congresos y cadenas internacionales.
Barcelona tiene una ventaja competitiva extraordinaria: su ubicación. Pero esa ventaja debe acompañarse de infraestructuras modernas, eficientes y sostenibles. No se trata solo de facilitar la llegada de turistas. Se trata de asegurar que nuestras empresas puedan exportar, que nuestros profesionales puedan viajar sin restricciones y que seamos capaces de atraer talento e inversión desde Asia, América y Oriente Medio.
La conectividad aérea de largo radio no es un lujo: es una necesidad. El mundo ya no espera, y nosotros no podemos seguir quedándonos atrás. Ampliar El Prat es invertir en futuro, en oportunidades y en progreso. Con esta nueva propuesta técnica, ya no hay excusas. Es el momento de ser valientes, de actuar con responsabilidad y de pensar en grande si queremos una Cataluña próspera, abierta al mundo y competitiva, necesitamos un aeropuerto que esté a la altura del reto.
Miquel Laborde es socio fundador de Laborde Marcet.
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