Todd Phillips, director de Joker 2: Folie à Deux: "Joaquin Phoenix jamás haría una película al servicio de los fans"

Por un momento se diría que esta segunda entrega quisiera corregir esa desviación, digamos, retrógrada...
Sí, eso está ahí. Y lo quisimos dejar claro. Arthur Fleck [Joker] acaba por ser una víctima de sus fans y se convierte en un icono equivocado de manera involuntaria.
¿Siente, por lo que dice, algo así como una responsabilidad especial?
Es complicado. En parte, es muy abrumador todo lo que está pasando porque sabes que las expectativas sobre esta película son muy elevadas. Lo divertido de la primera es que no importábamos a nadie. La gente pensaba: 'Otra película de superhéroes, ¿a quién le importa?'. Ahora todas las miradas están sobre nosotros. Incluso antes de que empezara a escribir el guion con Scott Silver. Además, nosotros nos lo pusimos complicado adrede. De una secuela se espera que repitas lo que gustó de la original. Hay unas reglas y te limitas a seguirlas. Pues bien, nosotros decidimos hacer algo completamente diferente. Joaquin Phoenix jamás haría una película al servicio de los fans. Queríamos algo que asustara en la misma medida que lo hizo la primera.
Una crítica decía, y no en sentido negativo, que esta era una película que era muy fácil odiar...
Lo acepto. La idea no es burlarnos de nadie y menos de los seguidores del Joker. Pero solo estábamos dispuestos a hacer otra película sobre el personaje si veíamos que nos emocionaba y nos desafiaba como creadores. No creo que todas las películas deban ser para todos.
Entre el primer y el segundo Joker han pasado una pandemia, varias guerras, unos cuantos cataclismos políticos... ¿Cómo ha afectado todo esto en la película?
Y no solo eso. También ha cambiado el negocio del cine. Ahora para convencer a la gente a salir de su casa y acercarse a una sala de cine, el cine tiene que ofrecer algo fuera de norma. Mira lo que hizo Greta Gerwig con Barbie. Parece una película normal, pero, en verdad, es una producción realmente extraña y bella. O lo que consiguió Christopher Nolan con la epopeya de tres horas Oppenheimer. Solo si te arriesgas, vas a convencer a la gente. Y eso es lo que hemos intentado ahora.
Lo más extraño y arriesgado es proponer un musical. Aunque en alguna ocasión he leído que se niega a considerarlo un musical...
No, se me ha entendido mal. Por supuesto que es un musical. Lo que quería decir, y probablemente tendría que haber dicho más claramente con anterioridad, es que nadie espere encontrar en esta película la sensación con la que sale de un musical. No es una película para salir del cine feliz silbando las canciones. No es una película que te deje feliz como, salvo excepciones, hacen los musicales.
Tal vez justo lo contrario...
Cierto. No estoy tratando de distanciarme de los musicales, sino que trato de proteger a la audiencia que puede pensar que va a ver una cosa y se encuentra con justo lo contrario.
¿Tiene alguna película musical como referencia o favorita?
No sé. Desde joven me gustó mucho Hair, de Milos Forman. Su energía y lo real que se sentía todo me fascinaron.
Sea como sea, y pese a lo que comenta de proteger al espectador, tengo la impresión de que la película hace un esfuerzo por colocar en el centro el amor o, desde otro punto de vista menos maximalista, la reconciliación. ¿Valdría esta intención como declaración política en este mundo?
Sin duda, al 100%. Era algo así como decirnos a nosotros mismos: 'Tenemos que curarnos de estos últimos años de maldito caos'. Al mismo tiempo, hay una urgencia por hablar de la corrupción. Se habla de la corrupción del sistema judicial, de la corrupción del sistema penitenciario y, más importante, de la corrupción del entretenimiento. ¿Por qué hoy en día todo es entretenimiento? No sé cómo es en España, pero en Estados Unidos tenemos hasta juicios televisados. Es una locura. Vimos hace nada un juicio como el de Johnny Depp y Amber Heard en la televisión como si fuera un programa más de divertimento. Estamos viviendo debates presidenciales como si se tratara de un 'show' más. Los políticos se han convertido en las nuevas estrellas de cine. Si ahora todo es entretenimiento, ¿qué estamos haciendo los que nos dedicamos a hacer películas? A eso me refiero cuando hablo de la corrupción del entretenimiento. Vivimos en la era de la corrupción del entretenimiento.
¿Cómo ve lo que ocurre en su país ahora mismo?
No quisiera hacer bromas, pero, sinceramente, veo un futuro bastante esperanzador. Si las cosas salen como parece que van a salir, hay motivos para la esperanza. Pero nunca se sabe.
¿Se declara optimista pese a, por ejemplo, el auge de la extrema derecha por toda Europa?
Ya, pero miremos lo que ha pasado en Francia tras las elecciones. Todo el mundo daba por hecho el desastre y luego no ocurrió. Muchas veces pienso que todo no es más que el resultado que esta confusión creada por los medios para conseguir clics y más visitas en las páginas web. Tal vez no sea todo tan terrible como nos lo quieren pintar. Luego, cuando las decisiones las toman gente real, no todo es tan malo.