Tendremos Nuncio… pese al Gobierno

Pedro Sánchez y su acólito, en terminología eclesiástica, Bolaños decidieron dilatar el preceptivo plácet como forma de protesta política por el rol que, según ellos, durante los últimos meses ha tenido el presidente de la Conferencia Episcopal, monseñor Luis Argüello, en defensa de la libertad de la Iglesia. Una defensa que implica también la libertad de expresión de los obispos. Pero no fue sólo ese argumento el que pesó en la decisión de Sánchez. Como bien sabe la embajadora de España en la Santa Sede, la exministra Isabel Celáa, entre otras razones por sus encuentros con algunos altos eclesiásticos españoles que frecuentan su palaciega mesa, el perfil del previsible nuevo Nuncio en España no es el que inicialmente más le encajaba al Gobierno, que ha perdido las puertas paralelas de acceso al Papa como ocurría en tiempos pasados. Hubo incluso quien, periodísticamente, llegó a decir que Sánchez había vetado al candidato propuesto por la Santa Sede, lo que supondría una declaración directa de animadversión hacia el Papa León XIV y que además hubiera complicado mucho la imagen del Gobierno en el mundo diplomático europeo. No hubo veto, hay sólo un entretenimiento que se volverá en su contra.