No hace mucho decía el ministro de Transportes,Óscar Puente, que «el tren vive en España el mejor momento de su historia». Afirmación que se complementaba hace unos días con la campaña publicitaria de Renfe en diferentes estaciones con el lema 'Disculpen las mejoras'. Frase digna del mejor nivel de guasa y sorna gaditana.
Si Puente y Renfe tienen razón con su afirmación y campaña respectivamente, qué pasaría si el sistema ferroviario español no estuviera en ese gran momento del que habla el ministro, pues solo basta con comprobar como hoy por hoy coger un tren, sobre todo si llega a Andalucía, se ha convertido en una moneda al aire o en un desesperante ejercicio de paciencia infinita.
Responde a las críticas por los continuos retrasos y averías de la red colocando carteles con ese lema en la estación de Santa Justa, con miles de viajeros afectados por incidencias en los AVE, Avant y Cercanías
Que se lo digan a las decenas de gaditanos que tendrían que haber llegado a la estación de Cádiz sobre las nueve y media de la noche de este lunes. Su Alvia, con origen en Barcelona, salía de la ciudad condal poco antes de las ocho de la mañana en un largo trayecto que les llevaría por Valencia, Albacete y la entrada en Andalucía por la vía de Jaén. Esta situación se suma a los problemas que vivieron centenares de viajeros del ferrocarril en Córdoba y en Huelva durante el pasado fin de semana.
Un tren que se convirtió en una auténtica pesadilla cuando llegó a tierras andaluzas pues el viaje se acabó y los pasajeros tuvieron que terminarlo en autobús en un absoluto y total desconcierto. Autobuses también averiados y pasajeros que pasadas las diez de la noche no sabían si el autocar de turno les iba a dejar en Córdoba, Sevilla o en la capital gaditana. La mejor definición de caos para finalmente llegar a Cádiz pasadas las tres de la madrugada. Surrealismo a más no poder.
Pesadilla
La gaditana Carmen Maestre describe la pesadilla vivida a bordo del tren de los horrores. «Primero tuvimos una primera parada de alrededor de 45 minutos por tráfico ferroviario, según nos comunicaron. Nos dejaron salir a la estación aunque fuera hacía 40 grados. Luego continuamos el viaje pero cerca de las siete de la tarde nos volvimos a parar cerca de Andújar por la avería de un tren de mercancías».
Al respecto, la subdelegación del Gobierno de Jaén confirmaba que se había producido un incidente en un tren entre Villanueva de la Reina y Andújar, por lo que se habría mandado una locomotora para remolcar. Eso impedía que el ALVÍA destino Cádiz pudiera continuar su trayecto.
Tras varias horas parados y en este caso encerrados en el tren, «algunos pasajeros nos tuvimos que cambiar de vagón porque nos quedamos sin aire acondicionado. Nos dieron una botella de agua y en ese momento nos confirman que no se puede seguir el viaje y que hay que hacerlo en autobús», explica Carmen Maestre. «En ese momento el desconcierto era total porque nadie sabía si los autobuses nos dejaban en Córdoba o Sevilla», añade.
«La indignación iba creciendo: estábamos en mitad de un enorme caos con las maletas en un autocar»
Carmen Maestre
Una de las afectadas
La cosa no quedaba ahí pues lo peor estaba por venir. Tras bajar del tren en la Estación de Espeluy, Jaén, muchos pasajeros se subían a los autobuses si saber si finalmente iban a poder llegar a Cádiz. «La indignación iba creciendo pues eran las diez de la noche y estábamos en mitad de un enorme caos con las maletas en un autocar y nosotros en otro. Muchas quejas porque había personas diciendo que perdían noches de hoteles y otras como yo que teníamos que trabajar hoy martes. Nadie confirmaba absolutamente nada por lo que ya comenzábamos a estar desesperados», explica esta gaditana.
Un viaje eterno
Una vez en Sevilla, pasadas las doce de la noche, muchos de los pasajeros que finalizaban su eterno viaje a Cádiz tuvieron que esperar a que uno de los autobuses fuera a recoger a pasajeros de otro autocar que se había quedado averiado camino de la capital hispalense. «Eso ha sido ya el remate, porque hay un momento que todo te lo tomas con cierta calma y filosofía pero cuando llevas horas de retraso para llegar a casa y no te informan prácticamente de nada todo se convierte en indignación y cansancio».
«El único detalle ha sido darnos una botella de agua», señala Carmen Maestre que lamenta que «esto de los trenes venga ocurriendo con tanta frecuencia últimamente. Ha sido inhumano y una falta de respeto porque planificas tu vida, tu trabajo y tus cosas y al final todo salta por los aires». Así concluye su relato a las 3:30 horas de la madrugada cuando puede decir al fin que ha llegado a su casa tras casi 24 horas de viaje desde Barcelona. La pesadilla del tren.