Podemos reza a Irene Montero en su campaña más personalista e ideológica
Podemos encomendó el pasado diciembre su supervivencia política a Irene Montero al ritmo del pegadizo estribillo de Peret «No estaba muerto, estaba de parranda». Seis meses después, la ex ministra está a una semana del veredicto más decisivo de las urnas para su formación, pues estas elecciones europeas del 9-J se han convertido en unas «primarias» en el espacio de la izquierda alternativa. A un lado, el partido morado y ella. Y al otro lado, Sumar y Yolanda Díaz.
Para ese duelo, Podemos ha construido una campaña que se apoya en dos pilares: un potente contenido para buscar un voto «profundamente ideológico» y una exhibición muy cercana y cuidada de la figura de Montero. Estamos, probablemente, ante una de las campañas más personalistas de Podemos desde los inicios de Pablo Iglesias hace ahora una década.
Y no sólo por el cartel electoral. «¡Qué guapa! Si es la Virgen María», reaccionaron en su equipo al verla con esa mirada hacia el cielo y un áurea alrededor de la cabeza. Sino porque Podemos reza a Montero para alcanzar la salvación... política, convencido de que es su «mayor activo» electoral para resistir ante Sumar.
En el afán de levantar una campaña muy centrada en ella, hace seis meses que la candidata emprendió un circuito alternativo en podcast y canales de YouTube y Twitch para potenciar su perfil más personal y esquivar los temas políticos más incómodos. El objetivo ha sido conectar con un votante joven y más ajeno a los medios de masas, al que seducir con un estilo desenfadado y simpático, donde hacer de la cercanía y la rebeldía atributos clave para complementar su armazón ideológico.
La rebeldía en las luchas de la mujer y del colectivo LGTBI como banderas. Siendo los asuntos que han ocupado un espacio primordial en casi todas esas charlas. A menudo en foros feministas y LGTBI y con un público muy significado, a quienes ha trasladado la idea de que es una política que no se resigna a pelear por nuevos derechos por fuertes que sean las críticas a su gestión en el Ministerio de Igualdad, que enmarca en la «resistencia» a los avances.
Exposición personal sin tabúes
Quien se haya topado con Montero en sus múltiples apariciones con youtubers y podcasters, o con los cortes de vídeo de esas charlas convenientemente explotados en redes más generalistas como Instagram o TikTok, habrá evidenciado también hasta qué punto Montero ha querido mostrarse cercana. Ha narrado detalles muy personales, como el sitio más extraño donde ha tenido sexo -un parque- o por qué tuvo que hablar con su padre, y no con su madre, de su primera regla. Apenas ha rehuido temas íntimos, más allá de «qué era lo más raro que le habían dicho en la cama».
La Irene Montero más personal se ha exhibido, además, como la Irene Montero más ideológica. La candidata de Podemos ha sustentado su campaña más pública en ese segundo pilar buscando un voto que tiene que salir «de las entrañas», que «no sólo tiene que ser emocional», advierten fuentes próximas, sino «profundamente ideológico». «Es la apuesta política más sincera desde 2014», aseguran. Por eso la candidata apela a un votante que se exprese desde sus «principios morales y éticos», que tenga «firmeza» en temas como «la paz», el feminismo o los avances sociales y que quiera «poner en pie» a una izquierda transformadora. Es el voto, dicen, «de las convicciones íntimas».