Ignoramos si fue premeditación o bien huida. Hasta donde sé, ella misma se asombró del jaleazo, y hubo que retocar los planes sobre la marcha. No compartió con sus fans sino una maratón vestida de hada sexy, más su sonrisa de diabla angelical. Pero ya digo que el spot imprevisto es más impactante que el spot previsto, que nunca se dio, por exceso de éxito. Sé que desde el Ayuntamiento se están haciendo comprobaciones, alcalde, para saber sí Rosalía pidió o no pidió permiso para la conquista de Callao, aunque no sé yo qué delito pudiera haber en citarse con los fans, por TikTok, y ver de pronto que la plaza se quedó pequeña. El acontecimiento tuvo algo de susto, por lo desmedido de la convocatoria, y porque la imagen de Rosalía, corriendo entre la parroquia, es un videoclip insólito, urbano, eléctrico, y extraordinario. Decían los surrealistas que a menudo la errata es un hallazgo.
Algo así veo yo que ha pasado en la actuación sin actuación de Rosalía, que iba a ser una cosa y resultó otra. El error ha resultado un triunfo, porque por ahí ruedan videos vivísimos del momento, que se han extendido por el mundo. No sé si habrá multa, y a lo mejor usted tampoco lo sabe todavía, alcalde. Para mí es lo de menos. Rosalía viene levantando noticia si cambia el color del esmalte, y los bulos le sientan como premios. Ahora ha irrumpido en la plaza más popular de Madrid, creando el atasco del mes. Al incordio se le puede llamar triunfo.