Un consejo: aléjate de quien da consejos

Ahora un cómic superlativo, que en verdad es un ensayo, 'La voz del oráculo', de Liv Strömquist, habla un poco de esto. Es un tebeo de bocadillos que lo abarcan casi todo, no explota la forma del dibujo, e incluso en páginas finales hay algunas de solo texto. También apoya sus tesis citando a luminarias, como los malos columnistas, pero... y qué. Hablamos de un quinqué en la oscuridad, un libro de autoayuda contra los que nada te ayudan (¿tu mamá?). ¡Toca temas importantes y penetra en ellos como Garrincha! Danza entre la filosofía, la psicología, la sociología, la risa y el guau, aborda la obsesión por el bienestar, los peligros del ahora sacrosanto dogma del 'poner límites', sobre 'descubrir a tu yo auténtico'… Y no compro todo, su fondo sí, aún con su sesgo o eclipse del matiz que no le interesa. Luz en la complejidad.

¿Saben que 'las personas' que dan consejos como forma de estar en el mundo te están vampirizando, te están chupando tu estado de ánimo quizá ya jibarizado, extrayendo tu autoestima para inocularse el jugo anímico a su barreño-piscina de jauja y dolor para el resto? Se menta un experimento en un instituto de Florida, imbatible. No digo que los que aconsejan sepan el mecanismo, que sean unos malnacidos, pero un terrorista de su instinto te está mermando. 'Buenos consejos, peores personas', halló Carolina Durante en una canción de la que nada más recuerdo. Así que un último consejo: aléjate de quienes dan consejos... ¡¡¡corre, sal de esta columna!!!