España reconocerá a Palestina como Estado el día 28 junto a varios países europeos>

En varios momentos de esa intervención, y como viene haciendo desde hace meses, el jefe del Ejecutivo ha arremetido en términos muy duros contra el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, del que ha dicho que «no tiene un proyecto de paz para Palestina» y al que ha acusado de estar provocando en Gaza «tanto dolor y destrucción que la solución de los dos estados está en serio peligro».

Al anuncio se suma también Noruega, país que no pertenece a la Unión Europea (UE), y cuyo Parlamento instó a reconocer el Estado palestino el pasado mes de noviembre. En Oslo, a mediados de abril, Sánchez y su homólogo noruego, Jonas Garh Store, firmaron un documento conjunta a favor de impulsar ese reconocimiento, dentro de una gira del presidente español que le llevó también a Varsovia y Dublín. En el caso de España, fue justo hace una década, en 2014, cuando un Congreso con mayoría absoluta del Partido Popular (PP) aprobó una resolución similar, y lo hizo por unanimidad. El Gobierno no ha considerado pertinente consensuar esta decisión con el primer partido de la oposición, más allá del contacto habitual con todos los grupos parlamentarios del ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares.

España y sus socios en esta iniciativa se suman al más de un centenar de países de la comunidad internacional que desde hace décadas han reconocido a Palestina. Muchos del sur global, incluyendo potencias como Brasil. También lo han hecho Islandia y Suecia y países europeos de la antigua órbita soviética. Pese a ello, muchos otros países se oponen a este reconocimiento, singularmente EE.UU. y los grandes países de la UE, como Alemania, Francia e Italia. También Portugal, los Países Bajos, Bélgica, Austria, Grecia las repúblicas bálticas, Finlandia, Dinamarca, Canadá, Japón y Corea del Sur. La discrepancia fundamental, en el contexto del conflicto en Gaza, está entre quienes como Sánchez creen que el reconocimiento ahora hará irreversible la solución de los dos estados en Oriente Próximo y quienes como Washington y otras potencias estiman que en todo caso el reconocimiento debe ser el final y no el principio del camino.

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