En los soportales del Ministerio de Transportes, donde aún sobreviven carteles con la antigua denominación de Fomento, el termómetro bajaba en picado a medida que se dilataba la esperada cita entre el Óscar Puente y Almeida. Una cumbre de movilidad indispensable para que la obra de soterramiento de la A-5 no convierta el acceso a Madrid en una ratonera. "Siguen reunidos", se limitaban a transmitir desde el propio ministerio, cuyas puertas, pese a la temperatura exterior, permanecieron cerradas hasta que concluyó la velada. Hasta que transcurrió esa hora y media en torno a una amplia mesa rectangular, donde alcalde y ministro, pese a las grescas digitales del pasado, se estrecharon la mano.
"Hemos tratado de asuntos relativos al plan de movilidad de la A-5. Ha sido una reunión dentro de la cordialidad y lealtad institucional, poniendo a los ciudadanos por encima de cualquier otra consideración", detallaba Almeida, desde esas mismas galerías exteriores del ministerio, donde un nutrido equipo de informadores aguardaba, algo entumecido, y ya de noche. "Tenemos dos meses para formular el plan de movilidad entre las tres administraciones competentes (Estado, Ayuntamiento y Comunidad), así como con los ayuntamientos afectados", abundaba el regidor madrileño, escoltado por el delegado de Urbanismo, Medio Ambiente y Movilidad, Borja Carabante.
Durante los 90 y pico minutos que se dilató la cita, en ese gran salón de la primera planta del ministerio, ambas partes, que a priori parecían irreconciliables, pusieron sobre la enorme mesa sus planes para minimizar el impacto del soterramiento de la A-5, no sólo en la capital, sino en esos municipios como Alcorcón o Móstoles, afectados por el impacto. Se habló de la R-5 y su gratuidad, de Cercanías y su refuerzo, también de Atocha, que no tiene que ver con el asunto, pero tocaba. Se habló de lo que debería ocurrir a partir de ese 15 de diciembre, subrayado en rojo en Cibeles, en el que está previsto que la circulación, con la obra definitivamente arrancada, se ponga más seria. Pero la principal conclusión de la cita, provocada por las cinco cartas enviadas al ministerio, según unos, y por la petición del propio ministro Puente, según otros, es que habrá un comité técnico que se encargará de consensuarlo todo. "Estamos abiertos a todas las propuestas", era la afirmación común.
"Habrá colaboración plena"
Hubo expectación a las puertas del gran edificio ministerial, a orillas del paseo de la Castellana, por ver si era Óscar Puente quien daba la versión del Gobierno sobre la cumbre. Lo hizo finalmente el secretario de Estado de Transportes y Movilidad Sostenible, José Antonio Santano, en el hall del gran recinto que, finalmente, abrió sus puertas al resto. "No nos hemos cerrado a nada. Es un asunto de alta preocupación y tiene un impacto en miles de ciudadanos. El Ministerio va a colaborar con todos sus medios", señalaba la mano derecha de Puente, también presente en esa anhelada reunión. "Habrá colaboración plena si hay un plan consensuado. Aquí hay muchos actores", añadía, sin especificar ninguno de los aspectos tratados, y emplazando a futuras citas en las próximas semanas.
Las fotos que trascendieron del encuentro, evidenciaron ese ambiente cordial que ambas partes vendieron. Un clima alejado de esa máxima tensión que venía acompañando a Puente en su relación con el Ayuntamiento. Pero, claro, había un misterio aún por resolver, que nada tenía que ver con la A-5. El asunto de las redes sociales. "Lo importante son las políticas y no el deshielo tuitero", pronunciaba Almeida con una media sonrisa. Pero, al menos en esa sala, sí hubo deshielo. "El cauce está abierto", zanjaba el regidor. Habrá más movimientos en las próximas semanas, con el 15 de diciembre como línea roja.