La cronología de un vuelo para un trasplante, en imágenes
ABC muestra el trabajo desde que la ambulancia parte al aeropuerto hasta que el avión regresa con el corazón que se injertará en el hospital Reina Sofía
Nunca como en la tarde de un domingo se recuerda que el crepúsculo es símbolo de muerte y final, porque relata la historia de una luz que al marcharse lo baña todo en la oscuridad, y es el ser humano el que tendrá que aferrarse a la esperanza del amanecer. A esa misma hora, poco después de las seis de la tarde, hay una vida que se apaga como un sol de domingo y otra que vive en la penumbra a la espera de deslumbrarse con la luz.
Casi todos los que aparecen en este relato disfrutaban de un día libre cuando a la hora de comer les avisaron porque de aquella vida en que se iba haciendo la noche tenía que salir la semilla para que otra volviese a amanecer.
Se estaba preparando un trasplante y tenían que extraer el corazón, ayudar, pilotar el avión o supervisar que todo estuviera en orden en la pista de despegue y aterrizaje. O contarlo. ABC ha podido acompañar, gracias a la Organización Nacional del Trasplante (ONT) y al hospital Reina Sofía a estos profesionales en la preparación y salida desde el aeropuerto de Córdoba y en su regreso, ya con el órgano extraído y dispuesto para injertarse.
El hospital Reina Sofía parece a las 18.07 tan plácido como el resto de Córdoba cuando llega sin demasiada urgencia una ambulancia. Quienes aguardan urgencias, prisas y estrés encuentran al cabo de unos minutos a una profesional de nervios templados que prepara todo con calma y cabeza.
Se llama Lola Sillero y es enfermera con especialización en Cirugía Cardíaca. Viajará con un cirujano para extraer el órgano y traerlo de regreso. La han avisado cuando se supo que había un órgano compatible con el que necesita un paciente del hospital.
Lo primero que lleva hasta la ambulancia es una nevera con forro verde y cuatro placas que conservan el frío. Allí viajará el corazón hacia Córdoba a una temperatura de entre cuatro y seis grados. Es una profesional con experiencia que sabe que debe estar disponible y que un trasplante no tiene horarios: «Nos pueden avisar en cualquier momento y debemos asegurarnos de que todo esté listo».
Ha sucedido en la tarde de ese domingo y muestra lo que permitirá que el órgano no se mueva y las bolsas estériles, pero también un cuchillo eléctrico, con que el cirujano abrirá el esternón del donante para penetrar en la caja torácica y poder sacar el corazón.
«Voy a comprobar las pilas del cuchillo. Es importante llevar todo, porque no siempre hay el mismo equipamiento en el hospital en que se hará la extracción», relata.
Lola Sillero es también el nexo de unión entre todas las partes. Informará de la salida al aeropuerto, del despegue, el aterrizaje, la llegada al hospital de extracción, la confirmación de la validez del órgano, de la hora de isquemia y de todas las fases del regreso hacia Córdoba.
La aerolínea debe tener el avión preparado noventa minutos después de que se haya avisado de la necesidad del vuelo
Pasadas las seis y media de la tarde ya está presente el cirujano cardiovascular, Lucio Sartor, que explica que el trabajo de coordinación entre un centro y otro, entre la extracción y la recepción, es fundamental: «Para nosotros extraer un órgano en un tiempo estupendo y encontrarnos con que el receptor no está en el quirófano es un fracaso».
A las 19.01 la ambulancia está ya en el aeropuerto de Córdoba y allí les espera Pedro Manuel Molina Díaz, comandante de la aeronave que los llevará hasta su destino. Su compañero ya tiene preparado el Cessna Citation CJ1, un turbojet de seis plazas «con alcance sobrado para cualquier punto de la península y con todas las comodidades y amplitud de un avión grande», pero sólo para equipos médicos.
Pedro Manuel Molina trabaja para Atlantic Air Solutions, la empresa que consiguió la adjudicación para estos vuelos en la sanidad pública de Andalucía. En el año 2024 hicieron 470 vuelos de este tipo y deben tener un avión listo para volar noventa minutos después de que les avisen, pero la ONT suele hacerlo con más antelación.
Sabe que su vuelo servirá para sacar de una vida que se apaga el órgano con que se salvará otra, y está motivado: «Es gratificante saber que mi trabajo sirve para ayudar a alguien». Lucio Sartor y Lola Sillero suben al avión, y tal y como ha prometido el comandante, una vez que se cierran las puertas, todo está listo para despegar y se marchan.
Son las 19.31, el sol de abril tiene todavía una despedida larga por delante, pero el atardecer y el ocaso son más evidentes. El año pasado el aeropuerto de Córdoba tuvo que prolongar su horario en 24 ocasiones para atender trasplantes.
Los sanitarios van en busca de un corazón que todavía bombea y lo que sucede en el lugar al que van tiene que reconstruirse. Cuando se ha abierto la caja torácica, explica el cirujano, hay que disecar el corazón y divisar bien todas las estructuras. «Es necesario tener un conocimiento de anatomía global y precisa, para poder extraerlo sin ningún tipo de año», afirma Lucio Sartor.
Antes ha dicho la enfermera que en la extracción para los trasplantes «el corazón es lo primero que sale», y eso recuerda que hay otros muchos órganos que pueden servir para otras personas. Lo corrobora el cirujano: «El corazón está ligado a otras estructuras, como la cava inferior, que está muy cercana a la extracción hepática. Es un trabajo en equipo, porque trabajamos junto a cirujanos torácicos o cirujanos digestivos que extraen órganos muy cercanos al corazón, y tenemos que respetar el resto de estructuras para que ningún órgano quede dañado». Es lo que está sucediendo mientras en Córdoba el aeropuerto y el hospital esperan su vuelta.
Debe de ser ya de noche cuando el corazón sale del cuerpo y el donante se adentra en la oscuridad esperanzada de saber que su corazón volverá a insuflar vida. A partir de ese momento la palabra clave es isquemia, que es el estrés celular causado por cualquier disminución transitoria o permanente del flujo sanguíneo y la consecuente disminución del aporte de oxígeno.
Si este sufrimiento es muy intenso puede provocar la muerte del órgano, la necrosis. En el caso del corazón, puede resistir unas seis horas, aunque en los últimos años se ha conseguido un tiempo algo superior. Eso sí: es un tiempo máximo y mientras menos esté es mejor.
La enfermera antes ha contado que la artería aorta tiene una presión muy importante, y que una vez que empieza la perfusión tiene que insuflar constantemente porque debe crear más presión que la aorta.
Todo eso está sucediendo en el lugar del que extraen el corazón. Lucio Sartor insiste en que es una labor «multidisciplinar y multiterritorial». Coinciden con muchos especialistas con los que se han visto en otras ocasiones y que han ido a por otros órganos que podrán salvar otras vidas, y todos ellos tienen que trabajar para sacar los suyos y para que los demás también sean útiles.
Mientras, la enfermera ha llamado al hospital para avisar de que el corazón es compatible y de que están a punto de volver a Córdoba. El paciente debe estar esperando en el quirófano en el momento en que lleguen al hospital, pero todavía falta.
Además de asistir a la operación, la enfermera informa de todas las etapas desde la salida hasta que regresan a Córdoba
Ángel Blanco, técnico de Mantenimiento Aeroportuario, estaba en su día de trabajo, de 8.30 a 20.30, pero tiene que prolongar su jornada para atender al vuelo de trasplante. Los bomberos revisan la pista para comprobar que el firme esté en buenas condiciones y él se ocupa de todo lo relativo a las ayudas visuales: los elementos de aproximación, borde de pista y de plataforma y todo lo visual para que pueda llegar de noche, como es el caso. «En AENA todos los sistemas son redundantes.
Hay dos circuitos de bordes de pista y dos sistemas de PAPI [Precision Approach Path Indicator], que sirven para una aproximación segura,y se va uno de ellos, queda el otro», afirma. El aeropuerto de Córdoba es pequeño, pero por eso mismo cuenta con unas ayudas visuales estupendas: «Somos referentes, con seis o siete escuelas de vuelo que trabajan aquí muy bien, y que pueden volar de noche».
Conduce a ABC hasta el lugar por el que llega el avión, que ha viajado a unos 800 kilómetros por hora y al final ha tenido que desviarse un poco por la dirección del viento. A las 23.41 toma tierra y tres minutos después el comandante les ayuda con la preciosa carga, con la nevera en que va el corazón.
Mientras caminan hacia la ambulancia que espera, Lucio Sartor explica que todo ha salido bien y que hay otros órganos que van a otros lugares. Ya lleva el lunes cuatro minutos cuando acceden al hospital Reina Sofía. El equipo que hará el injerto del corazón es distinto del que ha extraído el órgano, pero muchas veces tienen que explicar cómo se ha hecho y si hay alteración de tejidos.
La operación durará unas dos horas, pero con el proceso de hemostasia serán unas seis. Justo con el sol del lunes para el receptor habrá llegado otro amanecer de aquella vida que se apagó.