Las mujeres con consumo «problemático» de alcohol tardan 18 años en pedir ayuda>
Según el estudio, además, el porcentaje de mujeres atendidas ha descendido «levemente» con respecto al año pasado, pasando de un 18,6% un 16,7%, mientras que el número de hombres «se mantiene estable o en aumento», según precisó la asociación en un comunicado.
«El hecho de que el número de mujeres que acuden a tratamiento haya disminuido en el último año nos demuestra que aún no existe un acceso igualitario a la ayuda y que hay un importante grueso de consumo «normalizado y banalizado» entre la sociedad y vinculado a sustancias legales como el alcohol o las benzodiacepinas que hace que el número de mujeres que solicitan ayuda sea menor que el de los hombres», explicó a este respecto el presidente nacional de la Asociación Proyecto Hombre, Manuel Muiños, durante la presentación de dicho informe.
Para Proyecto Hombre, el sexo es un factor «condicionante» cuando se trata del uso y abuso de sustancias y, por lo tanto, la aplicación del enfoque de género en el ámbito de las adicciones es «una necesidad, una cuestión de derechos y de efectividad de sus intervenciones».
Perfil
La edad media de las mujeres que acuden a los centros es de 41,6 años, más de dos años superior a la del hombre (39,9) y en las mujeres el consumo problemático de alcohol (46,8%) adquiere mayor protagonismo que el de cocaína (35,5%), a diferencia de en los hombres, en cuyo caso la cocaína ocupa el primer lugar (41,9%) y el segundo lugar, el alcohol (33,6%).
Por primera vez, la cocaína ha alcanzado el 35,5% de referencia en los ingresos de mujeres, una «tendencia ascendente desde 2018», según la asociación.
«La diferencia en el consumo de alcohol en grandes dosis entre hombres y mujeres (33,6% ellos, frente a 46,8% ellas), es un dato que nos ha impactado. El hecho de que el alcohol sea una droga legal y cuyo uso esté aceptado socialmente, hace que la percepción de riesgo disminuya y que estas mujeres normalicen su consumo y tarden más tiempo en pedir ayuda», afirmó la coordinadora de la Comisión de Evaluación de la Asociación Proyecto Hombre, Ángeles de la Rosa.
Las benzodiacepinas y otros sedantes como sustancia principal de acceso a tratamiento siguen siendo comparativamente superior entre las mujeres (1,4%) frente a los hombres (0,6%).
Ellas empiezan a beber más tarde que ellos
La «tendencia general» es que las mujeres inician el consumo regular o problemático a mayor edad que los hombres y, según la entidad, «destaca de manera especial el alcohol en grandes cantidades cinco años más tarde, a los 26 años y otros opiáceos/analgésicos, que se inicia cuatro años más tarde también en mujeres (28,6)».
«En general, las mujeres tienden a silenciar o a ocultar su consumo. Tardan, de media, aproximadamente 18 años en pedir ayuda. La normalización del consumo de sustancias como el alcohol o las benzodiacepinas, la baja percepción del riesgo, el temor al estigma o priorizar el cuidado de los demás, suelen ser los motivos para retrasar el tratamiento», abundó De la Rosa.
Para la especialista, en muchos casos «tienen miedo a perder la custodia de sus hijos e hijas al hacer pública su adicción y suelen contar con menor apoyo familiar, económico y social». «Un 10,2% viven solas con sus hijos, frente al 1,6% de los varones, por eso, cuando por fin deciden acudir, lo hacen física y psicológicamente más afectadas», sentenció.
Con respecto a su situación económica, la principal fuente de ingresos de las mujeres ha procedido de los subsidios, ayuda social y apoyo económico de compañeros, familiares y amigos (58,4%), lejos del 36,6% que representan los hombres, cuya fuente principal sigue siendo el empleo.
Problemas de salud crónicos
Además, ellas padecen más problemas de salud crónicos que, según Proyecto Hombre, «interfieren en mayor medida» (41,7%) que en los hombres (31,7%) en su día a día. Los trastornos «más frecuentes» que presentan las mujeres son los trastornos de ansiedad severa (84,9% frente al 71%), los trastornos del estado de ánimo, especialmente el trastorno depresivo mayor, con un 75,4% frente al 55,5% de los hombres y problemas emocionales.
Para dar respuesta a las necesidades de estas mujeres, en los 28 centros de Proyecto Hombre se desarrollan programas e intervenciones «específicos» para ellas, «profundizando» en cuestiones como la gestión emocional o la autoestima.
La entidad también cuenta con programas de prevención, evaluación, formación y apoyo específicos como son los programas que contemplan las diferentes situaciones de la mujer, como tener hijos a su cargo o gestantes, sufrir violencia de género, incomprensión, o estigmatización.
«En base al análisis de los datos y las conclusiones que se desprenden de este estudio, desde Proyecto Hombre nos gustaría animar al trabajo conjunto con el objetivo de reducir las brechas de género en el acceso y la atención a las personas con adicciones, así como ofrecer recursos que se adapten las necesidades de estas mujeres», afirmó el director del Observatorio Proyecto Hombre, Jesús Mullor.