La unidad de inteligencia de la Guardia Civil que combate a las bandas que revientan cajeros de bancos con explosivos y camiones pluma: "Son itinerantes y traen la dinamita desde fuera de España"

En la Guardia Civil hay una unidad de inteligencia de Policía Judicial con sede en Madrid que sigue muy de cerca a las bandas que revientan los cajeros de los bancos con explosivos y camiones pluma. Son un selecto grupo de agentes que colabora con los grupos de investigación para desmantelar estas organizaciones que vuelan sin miramientos los dispensadores de billetes, creando una gran alarma social por el daño que causan y por el estruendo que provocan con sus golpes. Estas mafias dejan sucursales inutilizadas durante días, dañan edificios y, en algún caso, dejan billetes revoloteando tras sus asaltos. Suelen ser bandas extranjeras que han sido detenidas varias veces y que importan la dinamita, aunque hay grupos españoles mezclados con foráneos. En Madrid se han producido casos en Las Rozas, Getafe y Carabanchel. Los últimos hechos que investiga la unidad han ocurrido en Granada y Navarra.

«Estos robos no tienen mucha afección, pero causan un gran impacto. El hecho de que haya una explosión en un banco es algo inusual y el delincuente tiene que estar muy especializado para esto», explica el capitán al frente de esta unidad. «Son investigaciones de duración media y alta, y una vez apresados, desciende ese delito de forma considerable en el territorio», añade el mando.

En España hay un gran control de los explosivos, por lo que estos delincuentes suelen importar la dinamita. «Gracias al espacio Schengen, se puede viajar libremente entre los países miembros sin pasar controles fronterizos y sospechamos que la traen de fuera», matiza el guardia.

Este tipo de bandas selecciona con minuciosidad la entidad bancaria para sus fechorías, que cometen durante la madrugada y en sitios de poco tránsito. Eligen además las fechas previas a final de mes, cuando saben que los cajeros tienen más dinero, sobre todo los días previos a la retirada del efectivo por parte de los jubilados.

Uno de los métodos para desvalijar los cajeros es el de la pala del pizzero, conocido así por la forma en la que introducen la carga de explosivo sólido dentro de la ranura por donde salen los billetes. «Primero fuerzan con una palanqueta la ranura y, una vez abierta, meten la carga en una petaca y la empujan con una varilla metálica conformando la pala del pizzero. El artefacto lleva un cableado especial que conecta la pizza explosiva con un iniciador para ser detonada a distancia», describe uno de los agentes. Ahora, sin embargo, las bandas emplean más la mezcla de gases inflamables introducidos por la ranura del cajero hasta explosionarlo a distancia con una chispa eléctrica.

El botín que estos delincuentes consiguen oscila entre los 50.000 y los 150.000 euros, que es la máxima cantidad que suelen albergar los cajeros de los bancos. «En muchas ocasiones, tras reventar el dispositivo, al dinero se accede por la parte trasera, por lo que tienen que penetrar al interior de la entrada de la sucursal bancaria, rompiendo la puerta que es normalmente de cristal para poder llevarse el dinero», pormenorizan los investigadores.

Este perfil de bandas comete un solo robo en una noche y deja pasar el tiempo hasta volver a actuar. Un elemento clave de las primeras pesquisas es la filmación de las cámaras de seguridad del banco: «Siempre se ve algo en esa grabación: la complexión de los ladrones, su forma de moverse, el tipo de vehículo en el que han llegado...».

Con todo, estos delincuentes van perfeccionando sus golpes. «Creemos que suelen probar los explosivos en algún sitio. Adquirir este material es complicado y mucho más manejarlo, lo normal es que sea elaborado por ellos con pólvora de petardos y otros artefactos», argumentan los agentes.

En otros países europeos, como medida disuasoria contra este tipo de robos, se emplea el método de seguridad de los billetes tintados. «El cajero, al detectar intrusión o vandalismo, libera una tinta que impregna los billetes y los deja inutilizados, porque quedan teñidos. Además, esa tinta lleva un producto incorporado que te permite averiguar la trazabilidad del dinero», específica el capitán.

Algunas de estas bandas revientacajeros también emplean camiones pluma que previamente roban para cometer los delitos. Arrancan de cuajo los cajeros, se los llevan y, luego, los abren con radiales. «Sustraen camiones grúa de gran potencia que les permita arrancar el cajero del suelo o de la pared. Una vez en el lugar, rompen las paredes para dejar el cajero fuera de la estructura y luego con el brazo de la grúa consiguen levantar el cajero con ayuda de las cuerdas», describe el guardia civil. Tras el izado del mismo, lo depositan sobre el propio camión para iniciar la huida a un centro de operaciones, donde lo desguazan para poder abrirlo y hacerse con el dinero. Este robo sucedió este mismo verano en Morata de Tajuña. Los ladrones emplearon 15 minutos en el asalto de una sucursal del Banco Santander. Al principio, los vecinos creyeron que eran unos operarios que estaban arreglando algo de la calle, hasta que vieron cómo cargaban el cajero en el camión y avisaron al 112. Cuando llegaron los agentes, ya se habían marchado los cacos.

«Estos grupos no suelen robar en poblaciones grandes. Actúan en núcleos rurales pequeños, donde saben que tarda la Policía en llegar y donde saben que hay poca gente que les pueda delatar. Van con varios coches de apoyo, son grupos itinerantes y dan tres o cuatro golpes para marcharse luego a otro país», detalla el responsable de la Guardia Civil que cuenta que los robos con camión pluma «han azotado este año y final del pasado el Levante, desde Castellón hasta Almería, sobre todo en Alicante».

Además, estos ladrones son arrestados varias veces y con el paso del tiempo van aprendiendo más, por lo que es más ardua la investigación para el Instituto Armado. «Van cada vez más tapados. No suelen usar móviles y llevan walkie-talkie e inhibidores para impedir su geolocalización», añaden los investigadores. «No obstante, siempre van dejando miguitas que nos permiten unir pruebas, identificarlos y poco a poco ir trabajando en el caso». Eso supone que la eficacia de la Guardia Civil es casi plena en este capítulo delincuencial y que se hayan resuelto la mayoría de estos zambombazos.