La caída de Diddy

Sean Combs, conocido por su influencia en la música hip-hop y en la industria del entretenimiento, es una figura polarizadora y ahora por fortuna con pocas salidas. Su legado, ya sucio, incluye éxitos icónicos, colaboraciones con artistas de renombre y ser el pionero en la cultura del rap. El tipo era multimillonario a los veintitrés tacos. Hijo de un gánster al que apenas conoció y de una madre que le decía que respondiese a puñetazo, está acusado de extorsión, trafico sexual por la fuerza, transporte para ejercer la prostitución y abuso de menores. La misma defensa representa a ciento veinte personas.

La miniserie combina entrevistas con antiguos colaboradores, periodistas, expertos en la industria, documentos legales y material de archivo inédito. Uno de los puntos fundamentales es la relación de Diddy con Notorious BIG, estrella del hip-hop. Su asesinato en 1997 sigue siendo un caso sin resolver. La miniserie, además, explora las acusaciones de explotación laboral y sexual dentro de su sello discográfico, Bad Boy Records, y los rumores de abuso de poder que han perseguido al empresario durante décadas, y eso que no ha cumplido los sesenta. Las revelaciones pintan un retrato retorcido, el que es, mostrando las decisiones siempre cuestionables que acompañan la búsqueda del éxito en la industria musical, un éxito en este caso construido a base de tiros a veces, y otras con un esfuerzo que se amortigua usando deseos oscuros y a personas, hombres y mujeres, como si fuesen pedazos de carne.

En su casa, el día de la detención, se encontraron mil botes de aceite para bebé. En la serie se ven imágenes donde el depredador golpea a sus mujer, ya en el suelo, en el pasillo de un hotel, para llevársela luego a rastras. Todo un tipejo.