Los empresarios enfrían sus previsiones de facturación exterior por la inestabilidad global
Seis de cada diez directivos del middle market muestran ya preocupación por el impacto de la incertidumbre económica
Para entender el impacto, el sector vitivinícola tiene un volumen de exportaciones que supera los 3.500 millones de euros al año. De esa cifra, EE.UU. representa el segundo mercado, por detrás de Alemania, con una cuota del 11%. Y, algo muy importante, esa cantidad —en su gran mayoría— se basa en productos de alto valor; es decir, casi todo es vino ya embotellado.
Ante esta situación, desde la Interprofesional del Vino de España (OIVE) están preocupados. Este jueves, durante la presentación del informe 'Relevancia económica y social del sector vitivinícola en España', aseguraron que están «siguiendo muy de cerca la situación». Los datos que tienen ahora mismo, que no siempre están muy actualizados debido a las dificultades para su recopilación, tanto a nivel de ventas desde nuestros país, como las cifras que reportan en la aduana de EE.UU., en el trimestre —enero a marzo— crecían las importaciones, pero en abril se frenó todo.
El balance total es un mes de abril garrafal, con la reducción de un 20% en el valor de las exportaciones, y una caída del 8,8% en los primeros cuatro meses. Este impacto negativo se debe, por un lado, al efecto desincentivador —junto a la incertidumbre— y, por otro, al propio arancel que en estos momentos es del 10% —hasta ahora—.
Pero la situación no se ha detenido. Con los datos de mayo (en la aduana de EE.UU.), desde OIVE aseguran que ya se ve una caída importante de vinos españoles, franceses e italianos; y aumentaban países no tradicionales en la exportación de vino. Esto, además, era una de las preocupaciones de los bodegueros españoles. Asimismo, la caída también se ha visto impactada por el efecto acopio desde el mes de noviembre, y que se han adelantado compras.
Bajo este escenario, el presidente de la Interprofesional del Vino, Fernando Ezquerro, asegura que «lo que necesitamos es un acuerdo de aranceles, y que sean los más bajos posible, porque lo que hace todo esto es distorsionar las cifras». Por su parte, la directora de OIVE, Susana García, declaró en el transcurso de la presentación que «recientemente nos reunimos con franceses e italianos y pusimos en común nuestras preocupaciones. Reclamamos todos los esfuerzos de la diplomacia europea».
La pregunta que sobrevuela la problemática con los aranceles es por qué no se trasladan esas exportaciones a otros mercados. «Todo el mundo valora alternativas, pero eso no es de un día para otro. Trabajar un mercado, penetrar, crear una imagen y un posicionamiento es una labor de mucho tiempo porque hay mucha competencia; ojalá fuese tan fácil», aseguraba la directora de la interprofesional.
«Estamos diversificando, se puede encontrar vino español en 189 países, pero no es todo tan automático. Los mercados que parecen tener más atractivo, por el potencial número de consumidores, no tienen cultura del vino. Hay que empezar a cambiar esa cultura desde cero, un ejemplo es Oriente, como Corea del Sur».