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En la enseñanza de las matemáticas todavía cohabitan modelos del siglo XIX (escasez de recursos, contenidos anticuados) con la tecnología impulsada por la inteligencia artificial (IA). Las empresas 'edtech', startups del sector docente, ofrecen programas que sirven para las aulas, para casa o para ambos espacios.
Innovamat es una de esas propuestas educativas. Su propósito consiste en promover el aprendizaje competencial, personalizado y práctico de las Matemáticas. Enfocada a alumnos de entre 3 y 16 años, pone el acento en la comprensión de los contenidos y el desarrollo de habilidades relacionadas con la resolución de problemas, alentando el aprendizaje mediante la experimentación, la conversación y la práctica individualizada.
Laura Morera, licenciada en Matemáticas por la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC) y doctora en Didáctica de las Matemáticas por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), es la responsable didáctica de Innovamat. «Nuestra propuesta para el horario escolar –explica– contiene recursos que aportan ideas de actividades al docente y consejos de cómo gestionar la clase para que los alumnos aprendan competencialmente las Matemáticas». Luego hay una parte más autónoma, un complemento también para casa para que los alumnos puedan practicar.
La compañía, fundada en 2017 en Barcelona, cuenta con 18.000 docentes de más de 2.100 centros educativos de España, Italia, México, Colombia, Chile, Ecuador, Brasil, Perú y Estados Unidos. El número de alumnos supera los 430.000.
Morera, con 17 años de experiencia docente en primaria, secundaria, y en la universidad, sostiene que la manera de impartir esta materia puede enganchar al alumno: «Planteamos las actividades como un reto para que descubran y entiendan los conceptos que hay detrás. Debemos evitar que la gente tenga ansiedad por las Matemáticas, que lo vivan como una ciencia muy bonita, muy interesante y muy útil».
Innovamat no es un método. El docente organiza la clase como estima oportuno, en función de su contexto, con los recursos que le permitan guiar a los alumnos en el aprendizaje del conocimiento matemático. «Proporcionamos un compendio de actividades ricas –dice Morera– muy bien secuenciadas, con muchas estrategias de resolución».
Sobre el fracaso de PISA, Laura Morera cree que los datos «revelan que el aprendizaje de la mayoría de nuestros alumnos es mecánico, de repetición y que hay que avanzar en el aprendizaje competencial». Y añade: «El aula se tiene que transformar en un entorno de resolución de problemas a través de la conversación, la experimentación y la práctica».
Otra de las 'edtech' españolas es Smartick, que ofrece un método online de aprendizaje de Matemáticas (y otras asignaturas) personalizado y adaptado al nivel de cada niño. Un programa de inteligencia artificial detecta los puntos fuertes y carencias de cada alumno para mejorar la capacidad de resolución de problemas y ejercicios, que se corrigen de manera automática y de forma inmediata. La compañía ha recibido el reconocimiento de la Universidad de Harvard, la de Oxford y del MIT (Massachussets Institute of Technology).
Aunque se tocan todas las habilidades matemáticas que se imparten en el aula, Smartick refuerza áreas de conocimiento como la lógica o la programación. La sesión diaria es de un cuarto de hora. «Con 15 minutos –aclara Javier Arroyo, CEO y fundador de Smartick– estamos demostrando desde hace 12 años y con miles de alumnos en más de 100 países unos resultados extraordinarios. Como el contenido es a la medida no hace falta más tiempo».
Los alumnos que usan Smartick, de 4 a 14 años, cuentan a su favor con un programa de inteligencia artificial. «La IA nos permite tres cosas –afirma Arroyo–. La primera, realizar una prueba de evaluación inicial para diagnosticar con una precisión máxima qué sabe y qué no sabe cada niño sobre un concepto determinado. Esto posibilita confeccionar un plan de estudios con todas aquellas áreas que no domina ese niño en concreto. Lo segundo es que facilita la adaptación del contenido en tiempo real. Al conocer la velocidad de aprendizaje, el programa hace trabajar al alumno lo más cerca posible de la máxima capacidad, un poco por debajo para lograr la motivación y el refuerzo positivo. Y lo tercero es que somos capaces de adelantarnos y predecir cuál es el camino óptimo de aprendizaje para cada niño».
Los modelos clásicos ya cohabitan en las aulas con revoluciones como la inteligencia artificial
Sobre la debacle en Matemáticas del Informe PISA, Enrique Castillejo y Gómez, presidente del Consejo General de Colegios Oficiales de Pedagogos y Psicopedagogos de España, pide que se contextualice: «En España lo entendemos como una especie de competición a la manera de la Champions League en educación entre países. Y no es tan verdad. Porque lo que se identifica son situaciones actuales en momentos particulares».
«España tiene malos resultados –expone Castillejo– en Matemáticas, en Lengua y en lo que nos evalúen, porque se analiza algo que nosotros no trabajamos. PISA examina estados competenciales y no contenidos. Y España es un país cuyo sistema califica contenidos y no competencias».
Según el experto, las ventajas de aplicaciones y plataformas de enseñanza de las Matemáticas dependen de su utilidad: «Los docentes no estamos para enseñar, estamos para que el alumno aprenda. Si no adquiere competencias, por muchos programas que le pongamos mejorará puntual y particularmente, pero lo olvidará». Su valor estriba, para Castillejo, en la capacidad de integrar: «La aplicación en sí está muy bien, pero el uso es lo que le otorga la capacidad de ser evaluada como estrategia positiva o negativa».
En unos momentos en los que países como Suecia han abierto el debate del mantenimiento o no de la enseñanza online en el sistema educativo, algunos adalides de la tecnología auguran la desaparición de los libros de texto. Castillejo estima que son absolutamente compatibles con plataformas: «La convivencia de ambos es lo ideal, porque el alumno se acostumbra a tener la competencia de saber integrar, buscar, juzgar y supervisar la información que le está llegando a través de diferentes materiales».
Achaca Castillejo el problema global del sistema español a que «desde hace 40 años se está abordando de una manera amateur, en Matemáticas, Lengua y otras asignaturas».