Rubén Olmo: «Andalucía es mi inspiración para mi vida y para mi baile»
Los padres de Rubén vivían en Barcelona, como tantos otros andaluces que se fueron a Cataluña para trabajar, pero querían volver y cuando les concedieron un piso en las Tres Mil Viviendas regresaron a Sevilla. «Mi hermano nació en Barcelona, pero yo nací en las Tres Mil, donde me crié hasta los cinco años, pero a mis padres nos les gustaba el barrio, era imposible, y nos mudamos al Cerro del Águila, que es mi barrio de verdad, el que puedo considerar mi barrio».
Recuerda su infancia feliz, de niño querido y protegido, jugando en la calle con los vecinos. «Había una alegría distinta, los patios de los colegios por la tarde estaban llenos, era una forma de vida diferente, no es que los niños de hoy sean más infelices». Por las tardes su madre le daba un bocadillo de pan con mantequilla y mermelada, «que yo me llevaba al Conservatorio».
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Su barrio del Cerro está en su corazón porque dulces son los recuerdos, aunque dice que también ha cambiado. «Cuando yo era pequeño, el Cerro, por ejemplo, no estaba en la Semana Santa y me acuerdo que la Virgen de los Dolores salía en la Velá. Se llevaba todo el día fuera y eso le daba al Cerro mucha vida. Aquella semana de Velá nos lo pasábamos en grande». Cuando dijo que quería bailar, tuvo siempre el apoyo de su familia. «Mis padres y mi hermano siempre estuvieron pendientes de mí, por llevarme a los sitios y que me sintiera apoyado en mi vida», narra.
Reconoce que también tuvo suerte con su colegio, el Emilio Prados. «Nunca tuve problemas de bullying. A veces en el barrio se enteraban que bailaba y me llamaban mariquita, pero en el colegio, no —explica Olmo—. Tenía buenos compañeros, y nunca me hicieron el vacío porque bailaba, al contrario, me hacían bailar en el patio. Casi toda mi clase de Emilio Prados de EGB vino a verme al teatro de la Maestranza cuando el Ballet Nacional estrenó 'Afanador', porque sabían que yo no podía ir a la fiesta de EGB que hacen siempre, y para mí eso es un orgullo. En el colegio Emilio Prados hay un cuadro mío en la puerta del colegio».
Quién le iba a decir a este jovencito de pocos años, al que su madre pagaba las clases de baile fregando escaleras como él mismo ha relatado, que un día llegaría a ser director del Ballet Nacional de España, un ballet del que él con doce años había colgado un póster en el cabecero de su cama, y allí estuvo hasta que acabó su carrera en el Conservatorio de Danza de Sevilla y saltó al mundo profesional del flamenco. Años después obtendría el Premio Nacional de Danza y sería nombrado Hijo Predilecto de Sevilla, entre otros muchos reconocimientos.
«Somos generosos y alegres, pero también reflexivos y sabemos compartir»
Dice que sí ha notado que ha cambiado Andalucía, pero se lamenta de que «en la parte de la Cultura veo menos apoyo que hace unos años». «Quizás porque aquellos primeros años hubo que poner muchas cosas en marcha, pero se ha bajado la guardia y Andalucía ha perdido en eso autoridad. Se veía un compromiso de festivales, de programación, siempre cada año había un invento nuevo, y ahora se está viviendo de las rentas», indica.
Lo que sí ha cambiado mucho en su opinión es la danza y el flamenco. «El flamenco, sobre todo, ha ido creciendo mucho, porque la política en el flamenco y en la danza siempre ha estado, y está ahora con un discurso diferente, y en ese sentido está menos apoyado, al menos en lo referente al intérprete. Ahora lo difícil es vivir de la danza y del flamenco, muy difícil. Mi generación porque ya tiene el camino hecho y nos reinventamos de alguna manera, por eso ha cambiado tanto el flamenco, porque hay que buscarse la vida si uno quiere vivir de esto y además cada vez va a peor. Los jóvenes lo tienen más complicado, y eso que tenemos la generación mejor preparada en el flamenco y la danza, y que está sacando e incorporando nuevos y maravillosos registros».
Para Rubén Olmo, ser andaluz es una manera diferente de vida. «Nos gusta compartir nuestra vida con los demás —recalca—. Somos generosos, alegres, pero también reflexivos y sabemos compartir. Soy andaluz y Andalucía es mi inspiración para mi vida y mi baile. Cuando pienso en ser mejor persona, pienso en Andalucía, y si quiero lograr una esencia diferente en mi baile, Andalucía es mi inspiración».