Descubren búnkeres nazis ocultos en las dunas de Bélgica durante 80 años>
El Muro Atlántico fue una línea de fortificaciones y posiciones de defensa que construyó la Alemania nazi a lo largo de la costa occidental con el fin de proteger al Tercer Reich. A lo largo de los 3.000 kilómetros comprometidos, se incluyeron miles de instalaciones militares entre 1942 y 1944, para evitar el desembarco de las tropas aliadas.
Tras la retirada de la Wehrmacht, los colaboracionistas se encargaron de cubrir esta infraestructura, para eliminar todas las pruebas posibles. Y podría haber seguido en la oscuridad, esperando quizá una tercera guerra, si no hubiera sido por las plantas invasoras de las dunas.
Durante una campaña de limpieza organizada conjuntamente por localidades belgas y holandesas en las dunas Heist Willemspark, en el pueblo de Knokke-Heist, en el marco del proyecto europeo Life Dunias bajo la coordinación de la Agencia de Naturaleza y Bosque, aparecieron unas estructuras metálicas que obligaron a avisar a las autoridades arqueológicas.
Las excavaciones a una profundidad de sólo 32 centímetros revelaron tres 'Gruppenunterstand' (refugio grupal) del tipo VF2a. Las posteriores y más profundas intervenciones han destapado tres grandes búnkeres y otros 15 de menor tamaño que estaban tal y como el ejército alemán los abandonó en 1944. El ejército alemán llamó a esta zona norte del Muro del Atlántico el 'Stützpunkt Heyst', literalmente la base de las dunas de Heist.

En los búnkeres se han examinado dos trincheras de ladrillo en las que han sido hallados utensilios, municiones, cableado y tuberías de agua, según el comunicado informativo emitido por el ayuntamiento del municipio de Knokke-Heist. También ha sido posible distinguir una zona que seguramente hizo las veces de pista de aterrizaje.
Los tres búnkeres del Gruppenunterstand tipo VF2a cuentan con una habitación para albergar a una unidad de diez soldados que operaban con radares de avanzada tecnología en ese momento. En el exterior, las edificaciones miden entre seis a siete metros de largo y las paredes y el techo son de hormigón armado de un metro de espesor.
De escombros a dunas
El parque de 19 hectáreas ha conservado montañas de escombros de intentos de demolición por parte de los colaboracionistas que tuvieron que conformarse con cubrirlos con una capa de tierra, debido a que el hormigón soportó las reiteradas cargas explosivas. Los promontorios han dado lugar después a las dunas que caracterizan el paisaje de la región y, si desaparecieran los búnkeres, seguramente lo harían también las dunas, por lo que las autoridades locales no se plantean tocar la infraestructura.
«Hoy, afortunadamente, la visión sobre estos restos de guerra ha cambiado un poco. Bellas o nos, determinan en gran medida la apariencia del paisaje contemporáneo de dunas y son una parte inseparable de nuestro pasado colectivo», ha zanjado el debate un portavoz de Life Dunias. «Estas ruinas ilustran el deseo, después de la guerra, de borrar por completo la historia militar del parque». Las estructuras más ligeras fueron demolidas y reducidas a escombros, mientras que los búnkeres más pesados fueron cubiertos con tierra y ocultados, como si nunca hubieran existido.