Hay otra Tierra firme>
Pedro Sánchez Pérez-Castejón, presidente del Gobierno de España, sí tiene quien le escriba. Así, se dijo que en el libro Manuel de resistencia, en el que figura como su autor, en verdad fue obra de Irene Lozano, amanuense muy capaz que escuchó el relato del inquilino de La Moncloa y le dio forma periodística corrigiendo reiteraciones, anacolutos, pleonasmos e hipérboles de los que se usa y abusa quien como Sánchez es proclive a la prosopopeya.
Irene Lozano es periodista. Y añade a su titulación académica haber desempeñado diversas responsabilidades políticas, como secretaria de Estado de la España Global, presidente del Consejo Superior de Deportes, diputada por el partido de Rosa Díez, la extinta Unión Progreso y Democracia, y seguidamente como independiente por el PSOE. Un amplio currículo como articulista e historiadora avalan su trabajo. Bien puede decirse que Sánchez sabía muy bien en quien depositaba sus pensamientos para que les diese la mejor forma posible.
De ser cierta la sospecha de Arturo Pérez Reverte, tal como la manifestase días atrás en el programa El Hormiguero dirigido y presentado por Pablo Motos, cuando manifestó su convencimiento de que Pedro Sánchez no había leído un libro en su vida, la siguiente anécdota no estaría referida al actual presidente del Gobierno.
Se cuenta de un político –y no existe confirmación alguna de que fuese Sánchez, pero tampoco que no lo sea– que fue ilustrado por un asesor de los muchos tenía a su servicio, de la existencia de un novelista norteamericano que pasó largas temporadas en España, en donde se empapó de esencias, costumbres, modos y maneras de ser de los españoles. Se refería a Ernest Hemingway.
El político, sintiéndose concernido por cuanto le dijese su consejero, decidió acercarse a una librería, establecimiento en el que nunca había entrado. Una vez en su interior, pasmado por la existencia de tantos libros perfectamente alineados en sus anaqueles, se acercó al mostrador y pidió alguna novela del novelista que le habían recomendado. La dependienta, después de consultar las existencias en el ordenador, le dijo que disponían de «El viejo y el Mar».
«El viejo… el mar», comentó entre dientes el cliente, sorprendido por tener que resolver entre uno de lo que entendió eran dos títulos distintos. Tardó unos pocos segundos para decidirse, pero jugándosela al cincuenta por ciento creyó apostar sobre seguro: «Por favor, deme El mar».
La bibliografía sanchista acaba de verse incrementada de modo notable con la presentación de la última obra en la que su rostro ocupa la portada del libro. Tierra firme es su título. Pudiendo haber elegido cualquier otro que reflejase la audacia, intuición, pericia, perspicacia, osadía, arrojo… cualidades que el mismo considera le son innatas y los suyos, faltaría más, se lo recuerdan como tributo de cotidiano envanecimiento, terminó por echar mano de un título que ya estaba publicado.
Tierra firme es el título de la primera entrega de una trilogía escrita por la novelista alicantina Matilde Asensi, en que da cuenta de la extraordinaria vida de Martín Ojo de Plata, y que fue publicada por Planeta (misma editorial que la obra de Sánchez) en el año 2007. Sorprende que el presidente del Gobierno, ni ninguno de sus innumerables asesores, ni la propia editorial, se tomasen la molestia de averiguar, por medio de una simple consulta a Geogle, que el nombre ya estaba siendo usado. Pero, si una tesis doctoral puede ser el resultado de una vampirización, que lo sea el título de una novela no tiene importancia alguna.
Tratándose de una obra que no pocos sanchistas comprarán con el esperanza de que pueda servir como amuleto llegada la hora de la confección de una lista electoral. Incluso más, que en el colmo del paroxismo algún fausto día consigan que el propio Pedro Sánchez se la dedique, resulta de lo más consecuente que en nada la veamos encabezando la lista de los libros más vendidos en España.
La presentación de Tierra Firme en el Círculo de Bellas Artes congregó a catorce ministros, ministras y ministres del actual gabinete del señor Sánchez. Poderosas y muy justificadas tienen que ser las razones de quienes no estuvieron presentes y se perdieron la actuación de un Jorge Javier Vázquez, devoto declarado de Sánchez, aunque no votante suyo por preferir a Yolanda, que ofreció como titular regalado para la prensa del corazón y la entrepierna: «Ningún hombre me ha durado tanto».