Acusaciones machistas y piquetes internos a los críticos empañan el envite de Sánchez para recoser el PSOE
Ninguno de los dirigentes socialistas que desfilaban desde primera hora de la mañana por la madrileña calle Ferraz, sede del partido, se atrevían a hacer declaraciones al respecto. Hasta la llegada de Adriana Lastra, que ha excusado la ausencia del presidente de Asturias, Adrián Barbón, que estaba enfermo. Envalentonada y jaleada por simpatizantes, la número dos de los socialistas asturianos se ha apresurado a exigir que Salazar no fuera nombrado.
También Pedro Casares, secretario general de los socialistas cántabros, si bien se ha mostrado más cauto. Recordar que Lastra, que últimamente no acostumbra a andarse con paños calientes, denunció hace apenas un par de semanas el «engaño» y la «traición» que sufrió por parte de Cerdán, quien, dijo, orquestó una «operación de acoso y derribo» contra ella.
En paralelo a la llegada de los miembros de la Ejecutiva, la calle se animaba. Conforme pasaban los minutos, más y más gente se agolpaba en las calles aledañas a la casa del PSOE. Detractores al grito de «ladrones», «corruptos» y «puteros», pero también afines. De hecho, han sido estos últimos los que han acabado acaparando la acera de enfrente. Decenas de militantes y votantes socialistas vociferaban «¡Ánimo, presidente!». «Estoy aquí apoyándole porque es el mejor presidente que ha tenido España desde que se instauró la democracia. Ha mejorado todos los servicios sociales, las pensiones... nadie lo ha hecho como él», señala un hombre, de mediana edad, que porta una camiseta conmemorativa del 20º aniversario de la aprobación del matrimonio homosexual en España a manos del socialista José Luis Rodríguez Zapatero.
«¿Brinda usted apoyo acérrimo a Sánchez?». «Apoyo acérrimo al PSOE pase lo que pase en estos momentos, sin duda alguna«, responde por él otra mujer que se une a la conversación, que con sus palabras evita sin embargo poner la mano en el fuego por el jefe del Ejecutivo. »Ha pedido perdón [por Sánchez]. ¿Lo ha hecho [Rodrigo] Rato?, pregunta. También hay como Luis, de 49 años y votante socialista, que tiran de autocrítica para reconocer que el caso Cerdán les afecta y «crea desafección en el votante de izquierdas».
Los allí presentes también han aclamado las entradas del líder del PSC y presidente de la Generalitat catalana, Salvador Illa, así como al expresidente de la Comunidad Valenciana, Ximo Puig. No así cuando el de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, ha hecho su entrada.
«Page es un traidor. No debería ni haber entrado por esa puerta. Que se vaya ya al PP de una vez», le dice un simpatizante socialista al presidente de Castilla-La Mancha
«Piquete de casa». Así es como ha definido el dirigente socialista castellanomanchego los abucheos y gritos que ha recibido por parte de los propios simpatizantes del PSOE, que le abucheaban y abroncaban por «traidor», «sinvergüenza» y «facha». «¡Fuera, fuera, fuera!», le decían a Page. «Page es un traidor. No debería ni haber entrado por esa puerta aunque pertenezca al Comité [Federal]. Que se vaya ya al PP de una vez», pide Carlos, de 73 años, y votante socialista de toda la vida. Unas palabras que secunda María, que está a su lado, sentada en un banco, descansando. Son las doce del mediodía y lo termómetros al sol, en la capital, ya superan los 30 grados. «Page, [Felipe] González, [Javier] Lambán... Se tenían que ir unos cuantos», añade la mujer.
La crispación, esa que a menudo enfanga los plenos del Congreso y la política en general, también ha saltado a la calle este sábado. Y es que entre sí, antisanchistas y prosanchistas, también se han enfrentado aunque sin llegar a las manos. Todo ha quedado en uno que otro intercambio de insultos. «Sociatas, asquerosos», gritaba una señora que pasaba por allí.
«Dos años os quedan, dos», le respondía éste, en referencia al tiempo que resta hasta 2027, año en que están previstas las próximas elecciones generales en nuestro país salvo adelanto electoral. Un movimiento que tanto el propio Sánchez como los miembros de su Ejecutivo niegan por activa y por pasiva pese a los escándalos de corrupción que cercan a Ferraz y Moncloa.