Sánchez pervierte la historia>

Si tanto le gusta a Pedro Sánchez el antecedente de Aznar, podría haber asumido en sus acuerdos con Junts y con Puigdemont –y ahora también con ERC y su propio 'relator'– la transparencia de aquel encuentro con ETA, la información al Parlamento, el pacto con la oposición y la ausencia de precio político. Puede que Sánchez no lo recuerde, pero la consecuencia del Pacto de Estella entre el PNV y ETA y la vuelta de los terroristas a la violencia fue un acuerdo de Estado entre el PSOE y el Partido Popular por las libertades y contra el terrorismo en el año 2000.

Normalmente, la manipulación de la historia se traduce en relatos sesgados y mutilados, que sirven de poco a quien quiere valerse de ellos. Sánchez falta a la verdad cuando afirma que lo suyo con Junts tiene el precedente de Aznar con ETA. Más bien es todo lo contrario, ambos casos representan una dialéctica entre la opacidad y la transparencia, el interés partidista y el interés de Estado. Remató Sánchez su proclama historicista ratificando nuevas diferencias con aquel precedente de hace más de veinte años al afirmar que Esquerra Republicana de Cataluña tendrá también su 'verificador' internacional, como si la democracia española no tuviera instituciones legítimas para canalizar acuerdos políticos legítimos. Será la mala conciencia del PSOE con sus pactos con Junts y ERC, para los que no necesitó verificadores internacionales, sino una firme obsesión por no perder el poder.

Y, por supuesto, Sánchez se adhirió con entusiasmo al 'lawfare' con una versión bastante insolvente de este concepto, porque acusó al PP de hacer 'lawfare' con «el secuestro del Poder Judicial». El problema de Sánchez es que su falta de pudor político ya se queda corta para tapar la dimensión de su responsabilidad precisamente con el 'secuestro' del Poder Judicial, a cuyo Consejo General ha mutilado de competencias esenciales –gran trabajo de Conde-Pumpido en el Tribunal Constitucional para ratificar ese bloqueo a los jueces– y al que se niega a renovar en las condiciones en las que le piden la Unión Europea y el Consejo de Europa: sin politización. La deriva populista del presidente del Gobierno no tiene freno.