El TDAH no se va de vacaciones, ¿cómo lidiar con él en familia este verano?
No podemos olvidar que es esta época es en la que más tiempo pasamos con nuestra familia y en la que, los conflictos, pueden aumentan por esta causa. De hecho, Ángel Terrón, psicólogo y director del centro Educ-at, asegura que el TDAH con o sin hiperactividad en niños y adolescentes genera una serie de síntomas que pueden agravarse en períodos donde todo se flexibiliza y, el verano, es el momento en el que más.
Entre esos síntomas señala la impulsividad («primero actúo y luego pienso»), la baja tolerancia a la frustración (trato de conseguir que las cosas salgan «a mi manera»), la rigidez (me cuesta aceptar otros puntos de vista, cambios de planes, etc), la dificultad en las funciones ejecutivas (propiciando, a veces, un funcionamiento caótico), la inmadurez (sobre todo, a la hora de asumir responsabilidades), etc.
«En estas fechas recibimos muchas las consultas en el centro y creemos que no es casualidad», reconoce Terrón y, por ello, recomienda tener en cuenta las siguientes recomendaciones para estas vacaciones:
- Aunque hay aspectos que se deben flexibilizar, no puede implicar una pérdida total de hábitos y rutinas (puesto que les resultan muy necesarias).
- Se debe controlar el abuso tecnológico puesto que, al ser chicos que buscan una estimulación y recompensa inmediatas, este abuso podría convertirse en adicción.
- No es un período en el que se deba trabajar mucho lo académico (somos contrarios a esos cuadernillos interminables de verano), pero sí reforzar las funciones ejecutivas, siendo el TDAH un trastorno de ellas.
- Es un buen momento para definir con ellos la «hoja de ruta» de cara al curso que viene. Debemos contar con ellos y esperar a momentos relajados (fuera del periodo escolar).
- Aprovechar para fomentar una adecuada comunicación familiar puesto que, a veces, sólo se comunica de forma desarrollada en momentos de enfado.
- Buscar «campamentos terapéuticos» donde, además de una parte lúdica, se pueda abordar parte de la sintomatología inherente al trastorno.
- De forma calmada, tratar de trabajar la comprensión lectora mediante libros con contenido motivador.
- Saber que, cuando nuestros hijos entran en «secuestro emocional», hay que darles tiempo.
- Mejorar nuestra formación como familia sobre el trastorno.
- Aumentar las dosis de paciencia y saber que el avance del trastorno es una «carrera de fondo».
Hilario Blasco-Fontecilla, investigador de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) y director general de Emooti, coincide en que para muchas familias, el verano no representa una liberación, sino un nuevo reto. «Sin la estructura del colegio, los niños con TDAH pueden mostrar más impulsividad, aburrimiento o frustración, lo que exige una mayor atención por parte de los padres. Aunque se reduce la presión académica, la carga emocional y organizativa recae en casa. Además, muchos progenitores tienen dudas sobre qué hacer con la medicación y las 'vacaciones terapéuticas'. Por eso, el verano suele vivirse con una mezcla de alivio y preocupación».
Insiste en que cuando se rompen las rutinas, estos niños pueden sentirse desorientados, irritables o tener más dificultades para autorregularse. «El TDAH implica una menor tolerancia a la incertidumbre y una gran necesidad de estructura para funcionar bien. Sin una guía clara, tienden a desorganizarse y a reaccionar de forma más impulsiva. Por otra parte, la vivencia de escuela para muchos menores con TDAH no es positiva y viven las vacaciones como una liberación. Por eso, aunque sea verano, mantener algunas rutinas básicas es clave para su estabilidad emocional. El quid de la cuestión es introducir esa estructura a través de iniciativas, como son los campamentos, las actividades deportivas o de ocio, que les permiten divertirse y descargar ese exceso de energía que caracteriza en concreto a los hiperactivos».
Para que los padres no pierdan la paciencia en estas vacaciones, este investigador advierte que la clave está en la psicoeducación: informarse, empatizar y ajustar las expectativas. Apunta que entender que no se trata de mala conducta, sino de una dificultad neurológica, ayuda a responder con más calma. «Si sus hijos lo pudieran hacer mejor…. ¡lo harían! Muchos padres se ven reflejados en sus pequeños y es que ¡no podemos olvidar que se trata de un trastorno del neurodesarrollo hereditario! Los padres no deben olvidar cuidar su propio bienestar emocional: para acompañar bien, primero hay que estar bien. El deporte es recomendable en cualquier etapa de la vida; para los hijos, pero ¡también para los adultos! Realizar deporte en familia, de manera estructura o no (volley-playa, jugar a palas...), puede ser una manera de desfogarse y divertirse en el entorno familiar. También es útil anticipar situaciones conflictivas, establecer normas claras y reforzar lo positivo».
No oculta tampoco que tener un hijo con TDAH puede generar tensiones en la dinámica familiar y discusiones, agotamiento o diferencias entre progenitores sobre cómo actuar. Además, puede haber desequilibrios de atención con los hermanos. «Y no podemos olvidar que, dado su componente hereditario, muchos padres y madres presentan al menos síntomas de TDAH. Con lo cual, la situación se pone «interesante»…. Pero también puede fortalecer la unión si se trabaja desde la comprensión, el trabajo en equipo y el acompañamiento emocional. Con apoyo adecuado, muchas familias desarrollan una gran resiliencia. El amor, la nutrición emocional, es el bálsamo para cualquier familia, con o sin TDAH entre sus miembros. De ahí la relevancia de los valores, de la estructura sólida -que no rígida-, y del amor… Una familia con valores, humor y amor, será capaz de navegar cualquier tipo de mares».
Para mantener una buena relación entre hermanos, Hilario Blasco-Fontecilla considera que es fundamental fomentar espacios de atención individualizada para cada hijo, promover la cooperación «y, sobre todo, ¡no comparar! Es normal que los niños 'rivalicen' de manera natural, y busquen su lugar dentro de la estructura familiar. ¿Quien no quiere la atención y cariño de sus padres? También ayuda enseñar a los hermanos sobre el TDAH de forma sencilla y empática, para que puedan entender ciertas actitudes sin resentimiento. Reforzar los momentos positivos entre ellos, a través del juego o actividades conjuntas, fortalece el vínculo y reduce los celos o la rivalidad. Los juegos de mesa y cognitivos pueden generar frustración, y ser una plataforma perfecta para que los padres ayuden a sus hijos a regular esas emociones en un entorno de seguridad y cariño».
«Es fundamental transmitirles que a veces hay que aburrirse…. ¡No pasa nada! O sí: buscarán soluciones para dejar de hacerlo»
Entre las actividades que destaca para favorecer su bienestar resalta aquellas que les permitan moverse, expresarse y seguir reglas sencillas. El deporte, los juegos al aire libre, las manualidades, los talleres creativos o incluso el yoga infantil pueden ayudar a canalizar la energía y mejorar la atención. Tocar un instrumento musical, pintar, cerámica… «Además, compartir tiempo en familia sin juicios, simplemente disfrutando, es muy valioso para su autoestima y equilibrio emocional. En la era que nos ha tocado vivir, es fundamental transmitirles que a veces hay que aburrirse…. ¡No pasa nada! O sí, que buscarán soluciones para dejar de hacerlo».
Por último, este investigador menciona un tema tan delicado como polémico: Hay médicos, y familias, a favor y en contra de medicar a estos niños. En el caso de hacerlo, ¿es conveniente un descanso en vacaciones, o todo lo contrario, se aconseja reforzarla? «Rotundamente, no. ¿Qué pensaría usted si lleva a su hijo diabético al pediatra y le dice que él no cree en la diabetes? Me imagino que saldría espantado de esa consulta… La medicina, la salud mental, no tiene que ver con las creencias, sino con lo que dice la ciencia. Y lo que dice la ciencia es que los niños, adolescentes, y adultos con TDAH que no reciben tratamiento farmacológico tienen entre 2 y 8 veces más probabilidades de muerte…. Es decir, la medicación no se pauta para que los niños tengan mejores notas. Se pauta para evitar ese exceso de mortalidad. Habrá situaciones excepcionales en las que se pueda suspender el tratamiento para el TDAH. Pero la norma es que, durante el verano se puede reducir, pero no suspender la medicación. Por supuesto, cada caso debe valorarse individualmente con el especialista. La medicación no solo ayuda en el ámbito académico, también facilita las relaciones sociales y familiares. Y sobre todo, reduce la mortalidad por accidentes y otras causas. Por tanto, lo recomendable es adaptarla, según las necesidades de cada niño en verano».