Gatopardismo en la Federación

Si hoy se hiciera un remake de 'El gatopardo' es muy posible que Tancredi añadiera al cóctel, que fue creado a finales de los años 50 del siglo pasado, dos partes de modernidad y una de humor, quedando así: «Si queremos que todo siga como está, necesitamos que todo cambie… gracias a la Inteligencia Artificial». Y eso es precisamente lo que ha hecho Louzán, nuestro particular Tancredi, con Fran Soto, el nuevo jefe de los árbitros, aparentar el cambio entregando al pueblo las cabezas de Medina Cantalejo y Clos Gómez, un sacrificio humano considerado imprescindible por los dioses para que perviva la vieja aristocracia arbitral.

Pero el día de su presentación Soto cometió un error de Primero de Gatopardismo y se sinceró: «No vale la pena entrar en el debate de Negreira». Ah, ¿no? ¿No merece la pena? ¿Pasamos página entonces? ¿Ponemos, como le dijo Louzán a Pedrerol en 'El Cafelito', el «contador a cero»? Pues no. Mientras sigan ahí los árbitros que viajaban en taxi con Negreirita hasta el Camp Nou y mientras continúen en sus puestos los colegiados que contrataron los servicios de pilates con Jane Fonda del hijo del vicepresidente todo estará cambiando en apariencia para que en el fondo permanezca igual.

Parece que Louzán y su chico de Vigo siguen sin querer darse cuenta de que hubo un antes y un después de Negreira y que nuestro fútbol convive para su desgracia en una habitación de 3x3 con un elefante de cuatro metros de altura y 6.000 kilos de peso cuya única misión en este mundo consiste en comer, dormir, procrear y cagar. Y ese mal olor, que ha penetrado en cada uno de los muebles de la planta noble de la Ciudad del Fútbol de Las Rozas, no lo va a tapar la inteligencia artificial.